Cuando los portugueses asombraban al mundo con sus barcos, ca?ones y ferocidad
El historiador Roger Crowley desvela en ¡®El mar sin fin¡¯ la extraordinaria aventura lusa en el oc¨¦ano ?ndico
Hubo una ¨¦poca en que los portugueses se convirtieron en el asombro del mundo. El peque?o pa¨ªs en el rinc¨®n de Europa se lanz¨® a finales del siglo XV a una extraordinaria aventura naval que llev¨® a sus barcos y expedicionarios a traspasar los l¨ªmites del mundo conocido en Occidente. En una empresa caracterizada por el arrojo, las penalidades, la codicia, el fanatismo religioso y una exacerbada violencia, sin olvidar la curiosidad, los portugueses ganaron la carrera por llegar a la India y se hicieron los amos del oc¨¦ano ?ndico para controlar el comercio de especies, conquistando a ca?onazos los viejos predios del legendario Simbad.
El historiador brit¨¢nico Roger Crowley (Cambridge, 1951), autor los ¨¦xitos Imperios del mar, Constantinopla 1453 y Venecia, ciudad de fortuna (todos en ?tico de los Libros), publica ahora en la misma editorial El mar sin fin, un ensayo apasionante en el que plasma toda la emoci¨®n de ese episodio hist¨®rico, desconocido para muchos. Es una historia de treinta a?os, a partir de 1497 (la vuelta al cabo de Buena Esperanza), llena de momentos asombrosos, de maravillas, de an¨¦cdotas sensacionales, de barbaridades ¨Cen Goa mataron a tanta gente que los famosos cocodrilos locales no daban abasto- y de grandes personajes (Cabral, Vasco de Gama, el terrible Alfonso de Albuquerque, Duarte Pacheco Pereira, De Almeida). Crowley cuenta cosas como que los portugueses, que cre¨ªan haber llegado a los dominios del m¨ªtico Preste Juan y tomaban el hinduismo por una forma rara de cristianismo, llevaron elefantes y rinocerontes de la India a Lisboa, y enviaron un ejemplar de cada especie a Roma de regalo para el Papa.
?Por qu¨¦ es tan desconocida la empresa portuguesa? ¡°Tambi¨¦n lo era para m¨ª¡±, responde Crowley, un hombre simp¨¢tico y tan apasionado como sus libros. ¡°Col¨®n y 1492 han hecho sin duda sombra al imperio de los portugueses¡±. ?Se equivocaron dejando pasar la oportunidad de ser ellos los que apoyaran a Col¨®n? ¡°En ese momento lo correcto, seg¨²n todas las evidencias que ten¨ªan, era no hacerle caso. Los c¨¢lculos de Col¨®n estaban obviamente mal. Hac¨ªa el mundo un 25 % m¨¢s peque?o de lo que en realidad era. Resultaba l¨®gico que los portugueses que pose¨ªan grandes astr¨®nomos, matem¨¢ticos y ge¨®grafos ¨Centre ellos jud¨ªos huidos de Espa?a-, con conocimientos mucho m¨¢s precisos, poco menos que se rieran de ¨¦l. Era mejor ir al Este. Evidentemente luego qued¨® claro que Col¨®n hab¨ªa descubierto algo grande, pero el propio Col¨®n no sab¨ªa ciertamente qu¨¦. Cre¨ªa haber llegado a Jap¨®n. Nadie sab¨ªa que Am¨¦rica exist¨ªa. Todo el mundo qued¨® muy sorprendido al ver que regresaba y con gente como souvenir que no parec¨ªan de la India. No fue hasta Magallanes que qued¨® claro para los portugueses que se hab¨ªa descubierto un nuevo continente¡±.
?Se comportaban de manera diferente los conquistadores portugueses de los espa?oles? ¡°Los espa?oles desembarcaban con intenci¨®n de apoderarse de tierras, eran un imperio colonial terrestre. Los portugueses no eran muchos, su imperio era m¨¢s mar¨ªtimo y se basaba en el control de puntos estrat¨¦gicos, en los que constru¨ªan fuertes, y en el poder naval y no en la conquista de grandes extensiones de tierra, excepto en el caso del Brasil¡±. Crowley se?ala que los portugueses crearon el primer imperio mar¨ªtimo prefigurando el de los holandeses y el de los brit¨¢nicos. ?C¨®mo pudo Portugal hacer eso? ¡°S¨ª, parece dif¨ªcil de entender, es extraordinario; pero ten¨ªan 60 a?os de aprendizaje previo en la costa africana, durante ese tiempo desarrollaron conocimientos de navegaci¨®n, de ingenier¨ªa naval, de cartograf¨ªa y un proyecto nacional. Una diferencia con los espa?oles es que ese proyecto fue dirigido directamente por los reyes y controlado absolutamente por ellos, mientras que en el caso espa?ol hubo muchos aventureros que actuaron por su cuenta, como free lancers¡±.
An¨¦cdotas y misterios de una empresa incre¨ªble
El autor indica que hay muchos misterios a¨²n en la navegaci¨®n portuguesa. ?Puede que hubieran avistado Am¨¦rica? ¡°Es una cuesti¨®n interesante. Se abr¨ªan mucho en el Atl¨¢ntico para coger los vientos que los llevaban a circunnavegar ?frica, y muchos registros se perdieron en el terremoto que arras¨® Lisboa en 1755. Uno se pregunta por qu¨¦ hicieron mover la l¨ªnea del tratado de Tordesillas si ignoraban la existencia de Brasil. Personalmente no creo que llegaran y de hecho no hay ninguna prueba, pero...¡±.
Crowley menciona a algunas mujeres en los viajes portugueses a la India. ¡°Tenemos algunos nombres, pero no sabemos en calidad de qu¨¦ iban. Quiz¨¢ prostitutas. En todo caso no eran muchas y los portugueses se casaron muy a menudo con mujeres locales, lo que indica que no las llevaban para colonizar¡±.
El autor de El mar sin fin afirma que la empresa portuguesa inspir¨® a la NASA: ¡°Tomaron ejemplo de c¨®mo los portugueses consagraron mucho tiempo al aprendizaje de la exploraci¨®n antes de lanzar sus grandes viajes¡±. Sin salir del s¨ªmil espacial, a veces parece que los portugueses se lanzaron sobre el ?ndico y el Mar Rojo como los invasores extraterrestres de Independence Day sobre la Tierra. ¡°Hay una componente de violencia y depredaci¨®n sin escr¨²pulos, eran hombres hambrientos de riqueza, de oro y especies, y con sed de poder. El ?ndico era un lugar tranquilo, no quiero parecer inocente y rom¨¢ntico pero, aunque hab¨ªa conflictos puntuales y pirater¨ªa, no hab¨ªa violencia a gran escala. Hab¨ªa muchos agentes distintos y libre comercio, la idea europea de monopolio resultaba completamente extra?a. El mar era de todos. Los portugueses llevaron el terror y el caos a ese mundo¡±.
Crowley se?ala en su libro como las flotas chinas precedieron a los portugueses, ¡°pero su mentalidad era completamente diferente, la de los chinos era una empresa de conocimiento y de propaganda, no aspiraban a conquistar el espacio comercial y no supusieron una irrupci¨®n traum¨¢tica en ese mundo como los portugueses¡±.
La violencia con que entraron los portugueses en la red de ciudades y reinos de las costas de ?frica, la pen¨ªnsula ar¨¢biga, la India, especialmente la costa de Malabar, y hasta Malaca, result¨® incomprensible y aterradora. ¡°Se hab¨ªan forjado un fanatismo religioso en la cruzada en Marruecos, que fue su campo de entrenamiento, y de hecho hicieron planes para destruir la Meca, profanar el cuerpo de Mahoma y liberar Tierra Santa. Aunque tambi¨¦n es cierto que emplearon la violencia para intimidar, como arma psicol¨®gica que compensaba el escaso n¨²mero de sus tropas: ten¨ªan que inspirar miedo. Hab¨ªa asimismo algo de locura en algunos conquistadores portugueses, como Vasco de Gama, un hombre extremadamente violento¡±. De Almeida, por su parte, con el juicio perdido por la muerte de su hijo Louren?o en combate a bordo del Sao Miguel, lleg¨® a decorar las puertas de la ciudad de Diu (Gujarat) con trozos de cuerpos desmembrados de sus habitantes. A menudo se ultrajaba a los prisioneros con la merdimboca, que significa precisamente eso. A los mahometanos se les a?ad¨ªa panceta.
Tecnol¨®gicamente, la conquista portuguesa se explica por la calidad de sus barcos y la eficacia de sus armas, especialmente su artiller¨ªa, mucho m¨¢s moderna que los de sus enemigos. Eso explica (adem¨¢s de la agresividad) que, por ejemplo, en Mombasa en 1505 los portugueses mataran 700 musulmanes y perdieran solo 5 de sus soldados.
A menudo se ultrajaba a los prisioneros con la merdimboca, que significa precisamente eso. A los mahometanos se les a?ad¨ªa panceta.
La cultura de los hidalgos, el honor, la hombr¨ªa, la necesidad de demostrar el coraje personal, apunta Crowley, tambi¨¦n influy¨® en la desmesura de la conquista portuguesa. ¡°Compart¨ªan eso con los espa?oles, pasaban horas discutiendo qui¨¦n iba primero en el ataque, se lanzaban al cuerpo a cuerpo, ese tipo de cosas. Eran gente moderna pero a la vez todav¨ªa medieval. Hay un lado ah¨ª tambi¨¦n de influencia brit¨¢nica en Portugal: en la corte portuguesa influyeron los c¨®digos e historias de la caballer¨ªa¡±.?
En sus libros, Crowley consigue meter al lector en la atm¨®sfera de la ¨¦poca. ¡°Intento narrar de una manera muy evocadora y visual para recrear el pasado. He ido en carabela, en una r¨¦plica. Eran barcos peque?os y aterradores. De veinte metros por seis. Cuando eres consciente de lo que era viajar a lugares lejanos y desconocidos en un barco as¨ª entiendes muchas cosas. En cinco a?os, los portugueses perdieron el 35 % de su flota en naufragios. Hay un dicho portugu¨¦s que sintetiza lo que era la navegaci¨®n: ¡®Si quieres aprender a rezar, ves al mar¡¯. Era horrible. Una expedici¨®n de Vasco de Gama estuvo 90 d¨ªas en el mar, m¨¢s que Col¨®n en su primer viaje a Am¨¦rica¡±.
Hijo de almirante condecorado
?Navega habitualmente Roger Crowley? ¡°No, me mareo¡±, responde con una sonrisa. ¡°Mi padre era de la Royal Navy y pas¨¦ mi infancia en barcos, as¨ª que los conozco bien¡±. El padre de Crowley, George Clement Crowley (1916-1999), se retir¨® como almirante tras servir valerosamente (lo condecoraron con la DSC, la cruz de servicios distinguidos) durante la II Guerra Mundial, participar en la batalla del Atl¨¢ntico y la del Mediterr¨¢neo (mand¨® un destructor en Creta) y estar presente en la rendici¨®n de Jap¨®n.
No sorprende o¨ªrle decir a Roger Crowley que es un admirador de Patrick Leigh Fermor, de Jan Morris y del gran escritor de viajes suizo Nicolas Bouvier. En la actualidad, Crowley escribe sobre el final de las cruzadas y Acre, un libro que se titular¨¢ La torre maldita. Ha recorrido los escenarios y encontrado piedras de catapulta, un arma cuya tecnolog¨ªa considera muy interesante.
Babelia
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