?Gana lo feo?
Desde la arena pol¨ªtica hasta las pasarelas de moda y los museos, el fe¨ªsmo resurge con fuerza. Dos ensayos abordan la cuesti¨®n
M¨¢s all¨¢ del imposible tup¨¦ y largu¨ªsimas corbatas que ocupan la Casa Blanca, o de los rob¨®ticos movimientos carentes de cualquier ritmo o gracia de Theresa May sobre el escenario de la convenci¨®n de los tories, las noticias que llegan desde las otras pasarelas, las de la moda, confirman el ¨¦xito de una tendencia fe¨ªsta. Los ejemplos m¨¢s citados por la prensa especializada para ilustrar esta nueva ola son las sandalias de aire ortop¨¦dico e imposibles zuecos de pl¨¢stico convertidos en exclusivo objeto de deseo. A eso se a?aden delirantes superposiciones y prendas que en general alardean del desaf¨ªo que plantean al templado y contenido buen gusto.
Ante este nuevo furor se enfatiza el comentario ¡°ir¨®nico¡± que subyace en las prendas consideradas feas: es la provocaci¨®n o transgresi¨®n nunca ajena a la moda con la que se trata simult¨¢neamente de marcar una diferencia, y de entrar en consonancia con una tendencia. Lo cierto es que en lo que a moda se refiere, lo feo y divertido hoy, puede convertirse en bello y aburrido ma?ana. ¡°Lleva tiempo y hay que tener paciencia, pero hoy los vaqueros rotos parecen algo normal igual que las siluetas oversize¡±, escribe la cr¨ªtica de moda de The Washington Post, Robin Givahn. ¡°Es una provocaci¨®n est¨¦tica. Un toque de atenci¨®n. La idea es causar cierta agitaci¨®n en quien te mira y dejarle rasc¨¢ndose la cabeza¡±.
La exposici¨®n Camp: Notes on Fashion que el Costume Institute del Metropolitan Museum de Nueva York tiene programada para mayo parece incidir en el flechazo actual, si no por lo estrictamente feo, s¨ª desde luego por una est¨¦tica exagerada, delirantemente teatralizada y descarada. El texto con el que Susan Sontag se dio a conocer en 1964, Notes on Camp, es el punto de partida de esta muestra que pretende ilustrar la potencia de esta ¡°sensibilidad¡± en el universo de la moda pasada y presente. ¡°Camp es una manera de ver el mundo como un fen¨®meno est¨¦tico¡±, escribi¨® Sontag, para enfatizar que su esencia pasa por ¡°el amor por lo no natural: por el artificio y la exageraci¨®n¡±. No resulta dif¨ªcil identificar el eco de lo artificial y lo exagerado con el momento presente, de hecho una de las tendencias al alza que destaca la empresa Trendhunter es el ¡°Mainstream campy¡±, que es definido como una mezcla de subversi¨®n est¨¦tica y de kitsch. Andrew Bolton, el comisario de la muestra del Metropolitan ¡ªrealizada en colaboraci¨®n con Gucci y su director creativo actual, Alessandro Michele, rey absoluto del barroquismo fagocitador versi¨®n siglo XXI¡ª ha subrayado cu¨¢n oportuno resulta este proyecto a la vista de la actualidad pol¨ªtica y cultural.
Y es precisamente en estos dos campos, en la pol¨ªtica y en la cultura, donde la poeta y cr¨ªtica francesa Annie Le Brun se concentra para denunciar, en su ensayo recientemente publicado en espa?ol Lo que no tiene precio (Cabaret Voltaire), ¡°un afeamiento del mundo que progresa sin darnos cuenta¡±. La acumulaci¨®n y los ingentes residuos que se generan est¨¢n en la base de la propagaci¨®n de lo feo, seg¨²n Le Brun. El turismo de masas ¡ª¡°ya no son seres los que viajan sino selfies¡±¡ª, la contradictoria idea de las tiendas de lujo en aeropuertos, o la obsesi¨®n por cuerpos estilizados en gimnasios ¡ª¡°todo es belleza sobreactuada hasta la caricatura¡±¡ª, son muestras de la homogeneizaci¨®n rampante y destructiva que subleva a la ensayista. ¡°Al igual que el r¨¦gimen sovi¨¦tico trataba de modelar las sensibilidades a trav¨¦s del arte realista socialista, parece que el neoliberalismo ha encontrado su equivalente en cierto arte contempor¨¢neo cuya energ¨ªa pasa a instaurar el reino de lo que yo denominar¨ªa el realismo globalista¡±, escribe. La continua creaci¨®n de valor sin riqueza que caracteriza los mercados financieros se ha traspasado al terreno del arte, donde se vac¨ªa el significado en exposiciones promovidas por grandes museos y fundaciones, clama Le Brun, en un constante ¡°saqueo-plagio de la historia del arte donde ya nada existe si no es aumentado de veinte a cincuenta veces¡±. Prima el sentimiento sobre todo lo dem¨¢s ¡ª¡°la sensaci¨®n, adem¨¢s, ya no tiene m¨¢s medida que lo sensacional¡±¡ª y la unicidad o distinci¨®n ¡°consiste en pagarse el lujo de apostar por todas las contradicciones¡±. Atr¨¢s quedaron las artes y tradiciones populares que seg¨²n Le Brun ¡°han constituido la m¨¢s formidable barrera contra la fealdad durante siglos¡±, fagocitadas hoy tambi¨¦n por los gigantes del mercado.
Hoy se trata a la fealdad de manera ¡°positiva, naturalizada o incluso banal¡±, se?ala Gretchen E. Henderson en su estudio
?Cu¨¢nto ha cambiado nuestra concepci¨®n de lo feo? En Fealdad, una historia cultural (Turner) la acad¨¦mica estadounidense Gretchen E. Henderson aborda el tema tratando de dejar de lado las consideraciones est¨¦ticas, y ahondando en el significado cultural de lo feo, en su dimensi¨®n social. El gusto puede ser fluctuante, pero el rechazo de lo que queda fuera, de lo que produce desagrado o espanto es siempre igual. ¡°A medida que el significado de feo cambia y traspasa l¨ªmites, puede decirse que rompe la frontera entre nosotros y ellos¡±, escribe. ¡°Hist¨®ricamente el calificativo ha atravesado fronteras de raza, g¨¦nero, discapacidad, edad y otras categor¨ªas de diferencia, con las que se simplifica a una persona que da miedo, agrupada como fea en medio de distintas tensiones sociales¡±. No tiene claro Henderson que la etapa actual sea una edad dorada de la fealdad. ¡°El auge de movimientos nacionalistas enreda la pol¨ªtica con la est¨¦tica de determinados grupos que pasan a ser calificados de feos aumentando el miedo que generan, creando estereotipos raciales y haciendo vulnerables a ciertos colectivos¡±, explica en conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°La belleza no es lo opuesto de la fealdad, ese binomio no es tal y solo nos separa¡±. La recuperaci¨®n o inclusi¨®n de lo feo o m¨¢s bien de lo singular es una de las tendencias que Henderson subraya, citando como ejemplos una sociedad de conservaci¨®n de animales feos (ellos tambi¨¦n merecen que alguien defienda su causa). ¡°Lo feo se basa en el mundo f¨ªsico pero no deja de ser conceptual ¡ªambiguo y adaptable¡ª y capaz de modificar cualquier cosa de la que parezca apropiarse: una canci¨®n fea, un edificio feo, una idea fea o una mujer fea. La fealdad es relacional¡±. Y como advierte en su libro, hoy con creciente frecuencia se la trata de una manera ¡°positiva, naturalizada o incluso banal¡±.
Umberto Eco sosten¨ªa que adem¨¢s la fealdad es ¡°impredecible¡± y ¡°ofrece un abanico infinito de posibilidades¡±. Conviene pues estar atentos y buscar algo de consuelo en la reflexi¨®n del artista dan¨¦s Asger Jorn: ¡°Una ¨¦poca sin fealdad ser¨ªa una ¨¦poca sin progreso¡±
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