Jo?l Pommerat: ¡°Debemos preservar el teatro p¨²blico¡±
Figura fundamental de la nueva escena europea, el franc¨¦s estrena su celebrada versi¨®n de 'Caperucita Roja' en Madrid
La historia empieza en un teatro de la empobrecida banlieue de Par¨ªs, all¨¢ por 2004. Jo?l Pommerat todav¨ªa no era un nombre fundamental de la escena francesa, sino un semidesconocido que estrenaba una obra de 40 minutos pensada para el p¨²blico infantil. Contra todo pron¨®stico, ese modesto espect¨¢culo, una peculiar versi¨®n de Caperucita Roja repleta de t¨¦tricos claroscuros y tr¨¢nsitos hacia el subconsciente, logr¨® seducir al p¨²blico adulto. Y provoc¨® algo parecido a un cambio de paradigma dentro del ecosistema franc¨¦s, en vista de las legiones de imitadores que le han salido desde entonces. Dos a?os despu¨¦s, el Festival de Avi?¨®n program¨® tres de sus obras en una misma edici¨®n, privilegio al alcance de una minor¨ªa. Entre ellas, esta adaptaci¨®n del cuento de Perrault que podr¨¢ verse en Madrid a finales de este mes.
Pommerat, de 53 a?os y con tres d¨¦cadas de teatro a sus espaldas, ha terminado conquistando el centro, aunque siga sinti¨¦ndose m¨¢s a gusto en la periferia. ¡°Siempre he estado m¨¢s c¨®modo en el anonimato. Pertenezco a una generaci¨®n que creci¨® con figuras negativas y mort¨ªferas como modelos. Siempre me he definido a trav¨¦s de la sombra y del fracaso. As¨ª que, cuando llega el ¨¦xito, te desestabiliza¡¡±, confirma en un discurso sosegado. Es la hora del almuerzo en La Rochelle, la pintoresca localidad en la fachada atl¨¢ntica francesa que ha escogido para ensayar su nuevo espec?t¨¢culo (el primero en tres a?os, tras una pausa por agotamiento), en el que un grupo de mujeres interpretar¨¢n papeles de preadolescentes. En el muelle de la ciudad, los trabajadores aprovechan la pausa del mediod¨ªa para agotar los ¨²ltimos rayos de sol que dar¨¢ el a?o. Pommerat, en cambio, preferir¨¢ el silencio y la sombra, sentado en la ¨²nica mesa ocupada de la primera planta de un peque?o restaurante, lejos de un bullicio que debe de resultarle molesto o amenazador, como un personaje de Modiano o un verso de Pessoa.
Despu¨¦s de su Caperucita Roja, Pommerat decidi¨® adentrarse en otros dos mitos infantiles, Pinocho y Cenicienta. En Francia decidieron colgarle la etiqueta de ¡°teatro popular de calidad¡±, una expresi¨®n que dice aborrecer. ¡°Recurr¨ª a los cuentos en reacci¨®n a la tendencia dominante en narrativa y teatro, que incitaba a prescindir del relato. Un cuento infantil plantea una historia tradicional y, a la vez, no renuncia a alcanzar cierta profundidad sobre la interioridad humana¡±. Esa parece, en el fondo, su m¨¢xima pretensi¨®n. ¡°S¨ª, tengo esa aspiraci¨®n ingenua, pese a ser muy consciente de la incapacidad del teatro para descubrirnos algo superior¡¡±, admite. Aun as¨ª, roz¨® esa quimera en dos espect¨¢culos de perfil m¨¢s adulto, La reunificaci¨®n de las dos Coreas ¡ªuna obra sobre el amor, a falta de una mejor definici¨®n¡ª y?a ira, un fresco sobre la Revoluci¨®n Francesa desde el punto de vista de los an¨®nimos, lejos de la grandilocuencia del mito nacional.
¡°Mi trabajo ser¨ªa imposible sin las pol¨ªticas culturales. El ¨¢mbito privado me habr¨ªa considerado demasiado caro¡±
El director creci¨® en una familia que nunca iba al teatro. Trabaj¨® en una piscifactor¨ªa antes de probar suerte como actor. Poco despu¨¦s, se puso a dirigir, pese a no tener formaci¨®n. Por los motivos citados, su teatro aspira a provocar una emancipaci¨®n, tanto sensorial como intelectual. Pommerat ha desarrollado casi toda su carrera en el poderoso circuito del teatro p¨²blico, uno de los ¨²ltimos dominios culturales no sometidos al mercado. ¡°Me cuesta tener una perspectiva global sobre el teatro europeo, pero cuando voy a EE?UU entiendo que contamos con un modelo que all¨ª no existe¡±, afirma el director. ¡°Debemos preservarlo. Mi trabajo ha sido posible gracias a las pol¨ªticas culturales que permiten que artistas como yo desarrollen su obra, su reflexi¨®n y tambi¨¦n sus errancias m¨¢s est¨¦riles¡±, reconocer¨¢ en el camino de vuelta al ensayo. ¡°Sin su existencia, hubiera sido imposible. El teatro privado me habr¨ªa considerado una inversi¨®n demasiado cara¡±.
¡®Caperucita Roja¡¯, de Jo?l Pommerat, se representar¨¢ el 30 de noviembre y el 1 de diciembre en el teatro Pav¨®n Kamikaze dentro del Festival de Oto?o de Madrid.
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