Simon Stone: ¡°El teatro ha fracasado en su obligaci¨®n de ser relevante¡±
El nuevo prodigio de la escena europea presenta su particular versi¨®n de 'Medea en el Festival de Oto?o de Madrid. Entrevistamos al director en Viena
El nuevo prodigio del teatro europeo es australiano. Aunque, en realidad, Simon Stone naci¨® en Basilea hace 34 a?os. Fue el inicio de una infancia errabunda, llena de idas y venidas entre el viejo mundo y las ant¨ªpodas, a causa de la itinerancia profesional de sus padres, cient¨ªficos de alto rango con cargos en universidades de los dos continentes. En esa brecha entre husos horarios creci¨® este joven con melena arenosa de surfero y esa mirada doliente que tienen algunos poetas. Y as¨ª sigue viviendo: una semana en ?msterdam y la siguiente en Londres; un tel¨®n se abre en Par¨ªs mientras otro se cierra en Broadway. Desde hace un a?o, su base de operaciones se encuentra en Viena, la ciudad de su compa?era sentimental, donde ahora representa un nuevo montaje, Hotel Strindberg, en la segunda sede del Burgtheater, antiguo teatro imperial donde los m¨¢s insignes detractores de la moral burguesa, de Thomas Bernhard a Elfriede Jelinek, han estrenado sus textos.
Exterior noche, el domingo pasado. Cruzando el dosel luminoso que da acceso a la platea, una burgues¨ªa bohemia e izquierdosa se acomoda en una sala tapizada de terciopelo rojo. Se trata de observar, durante unas cuatro horas, el interior de un edificio lleno de inquilinos inspirados en los personajes de Strindberg, como en una sitcom vecinal pasada por el tamiz de la misantrop¨ªa escandinava. La sorpresa es que en el patio de butacas se sienta un n¨²mero infrecuente de veintea?eros. ¡°Cuando el teatro habla de la vida y de los asuntos contempor¨¢neos, los j¨®venes acuden¡±, responder¨¢ Stone dos d¨ªas m¨¢s tarde, en un caf¨¦ pegado a la majestuosa sede principal del teatro, donde este estajanovista confeso ensaya su pr¨®ximo espect¨¢culo.
Los cl¨¢sicos son su especialidad. Hasta la fecha, Stone ha dirigido obras de Ibsen, S¨¦neca, Brecht, Ch¨¦jov, Wedekind o Lorca, aunque ninguna de ellas pueda ser considerada una adaptaci¨®n. Sus espect¨¢culos hablan de personajes corrientes que se transforman, casi siempre a su pesar, en prototipos del teatro cl¨¢sico. En 2016, su exitosa Yerma en el Young Vic de Londres estaba protagonizada por una periodista de tendencias ¡ªla ex estrella adolescente Billie Piper¡ª convertida en una versi¨®n contempor¨¢nea del personaje lorquiano ante su incapacidad de concebir, pese a vivir en una sociedad muy distinta sobre el papel a la Andaluc¨ªa rural de otro siglo. El pr¨®ximo viernes, el estreno de Medea en los Teatros del Canal de Madrid proporcionar¨¢ otro ejemplo. A diferencia del personaje de Eur¨ªpides, su protagonista se llama Anna y est¨¢ tan inspirada en la hero¨ªna tr¨¢gica como en el suceso que protagoniz¨® una m¨¦dico estadounidense en 1995, cuando prendi¨® fuego a su casa con sus dos hijos dentro.
¡°El punto de partida de mis proyectos es plantearme c¨®mo es posible que alguien experimente algo tan extremo como lo que vivieron esas figuras cl¨¢sicas¡±, explica Stone. Sus obras parecen insinuar que no somos m¨¢s que arquetipos andantes con destinos id¨¦nticos a los de nuestros ancestros. ¡°No es una opini¨®n muy popular, pero s¨ª¡±, sonr¨ªe. ¡°La humanidad es una bendici¨®n y una maldici¨®n. Nos hace repetir los mismos errores una y otra vez, como si algo en nuestro c¨®digo gen¨¦tico nos obligase a hacerlo. Recurrir a la mitolog¨ªa me permite expresar esa idea, pero todo parte de un lugar muy contempor¨¢neo¡±. Mencionar a Freud, cuya casa natal se encuentra a la vuelta de la esquina, casi da reparo. ¡°Es una de mis mayores inspiraciones. No por su trato a las mujeres, que es problem¨¢tico, pero s¨ª por haber considerado que una multitud de Edipos y Electras sigue caminando por nuestras calles¡±.
¡°Cuando las obras hablan de la vida y de los asuntos contempor¨¢neos, los j¨®venes acuden¡±
El padre de Stone falleci¨® cuando ten¨ªa 12 a?os, tras sufrir un infarto en una piscina australiana. Ante un entorno que no sab¨ªa c¨®mo ayudarle a superar ese trauma, decidi¨® refugiarse en el cine y la literatura. ¡°Me hicieron ver que no era el ¨²nico que pasaba por momentos dif¨ªciles¡±, recuerda. Durante su adolescencia ley¨® cronol¨®gicamente todas las obras de Shakespeare. A los 23 fund¨® una compa?¨ªa independiente en Melbourne. A los 26 ya era director residente del Belvoir, uno de los mejores teatros de S¨ªdney, donde dirigi¨® El pato silvestre, aplaudida adaptaci¨®n de la pieza de Ibsen. Entre sus espectadores se encontraba Ivo van Hove, director del Toneelgroep de ?msterdam. ¡°Despu¨¦s de ver esa obra, qued¨¦ convencido de que ten¨ªa un talento ¨²nico. Tiene una gran estima por el repertorio cl¨¢sico y es tan buen director como escritor¡±, afirma este influyente director en un correo electr¨®nico.
Van Hove no tard¨® en ficharlo para su teatro, igual que el responsable del Od¨¦on de Par¨ªs, St¨¦phane Braunschweig, que program¨® una controvertida relectura de Las tres hermanas, de Ch¨¦jov, inscrita en una aparente banalidad contempor¨¢nea. ¡°Es uno de los m¨¢s talentosos de su generaci¨®n. Su capacidad para revisitar grandes obras del pasado a trav¨¦s de una reescritura total le permite inscribirse en nuestro presente y alcanzar un p¨²blico extenso¡±, se?ala. Su pr¨®ximo proyecto para el prestigioso teatro parisiense, que se estrenar¨¢ en marzo, supondr¨¢ el debut teatral de Ad¨¨le Exarchopoulos, la protagonista de La vida de Ad¨¨le. Se a?ade a una larga lista de proyectos para 2019, en la que hay dos ¨®peras y, seg¨²n la prensa brit¨¢nica, tambi¨¦n una pe?l¨ªcula con Nicole Kidman.
Pese a su ascenso, Stone opina que existe un problema end¨¦mico en la escena europea. Considera que el teatro que surgi¨® tras la Segunda Guerra Mundial, cuando se crey¨® en la cultura como proyecto ecum¨¦nico capaz de cerrar heridas y favorecer la cohesi¨®n social, ha terminado fracasando. ¡°Esa forma de arte que deb¨ªa pertenecer a todo el mundo no tard¨® en convertirse en el dominio de una selecta minor¨ªa y se termin¨® volviendo autorreferencial. A veces, parece que te hayas dormido en una sala de teatro durante los a?os setenta y hayas despertado 40 a?os m¨¢s tarde mientras se representaba la misma obra¡±, se?ala Stone. ¡°Hemos desatendido el papel del teatro como catalizador del estado de la sociedad actual. Hemos fracasado frente a nuestra obligaci¨®n de ser contempor¨¢neos y relevantes¡±. A?ade que ese papel lo ha ocupado la televisi¨®n. A Stone le gustar¨ªa que el teatro se pareciese m¨¢s a una serie de HBO, como tambi¨¦n defienden j¨®venes directores como Thomas Jolly, de 36 a?os, o Julien Gosselin, de 31. ¡°Deber¨ªa tomar muchos de los riesgos que ha tomado la televisi¨®n, que ha pasado de ser la forma m¨¢s baja de cultura a convertirse en la m¨¢s sofisticada¡±, sentencia.
¡°Esa forma de arte que deb¨ªa pertenecer a todo el mundo se ha convertido en dominio de una selecta minor¨ªa¡±
Ese teatro p¨²blico y subvencionado tiende a quererse social y pol¨ªtico, porque su objetivo prioritario nunca fue entretener, sino generar una transformaci¨®n. ¡°El problema es que muchas veces no provoca ninguna. Es teatro decidido por gente que se cree abierta y progresista para que lo vaya a ver otra gente que se cree abierta y progresista. Es un teatro que se autocongratula por sus valores. En las comedias musicales del West End hay m¨¢s obreros que en ese teatro que se dice pol¨ªtico. Prefiero las primeras: por lo menos, no se toman por algo que no son¡±, asegura Stone. ¡°En el teatro nos sentamos junto a espectadores que han ido a las mismas escuelas que nosotros. ?Cu¨¢ndo fue la ¨²ltima vez que vio a un joven o a un proletario, a un negro o un asi¨¢tico? No es que no les interese el teatro en general, sino ese en par?ticular. Se sienten excluidos de esta narrativa¡±, denuncia Stone. ¡°En realidad, la clase intelectual es corresponsable del aumento del extremismo. El elitismo en el acceso a la educaci¨®n es tan peligroso como la supremac¨ªa del dinero y de la raza. Corremos el peligro de terminar con una forma de arte que sol¨ªa reunir al mayor n¨²mero de personas, de los palacios a las plazas populares, como sucedi¨® en tiempos de Shakespeare o en el Siglo de Oro espa?ol. Debemos dejar que tomen el control de ¨¦l personas que no son como usted y como yo¡±, concluye con su tono m¨¢s encendido.
A su alrededor, mientras el sol desaparece en el horizonte y los tranv¨ªas silban al pasar, un peque?o grupo sentado a sus espaldas se ha puesto a escucharle sin disimulo. Existen nuevos or¨¢culos en el teatro europeo.
¡®Medea¡¯, dirigida por Simon Stone, se representar¨¢ en los Teatros del Canal, dentro del Festival de Oto?o de Madrid, los d¨ªas 16 y 17 de noviembre.
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