MC50, la mejor banda sonora para los avernos
Wayne Kramer, ¨²nico superviviente del grupo original, se rodea de luminarias para recrear ¡®Kick out the jams¡¯ con un sonido portentoso
Lo ¨²nico poco roquero que hicieron MC50 este domingo en Madrid fue comenzar su concierto con una puntualidad escrupulosa, como si tuvieran los corazones salvajes sincronizados con alg¨²n observatorio astron¨®mico. Ser¨¢n cosas de las estrellas, porque en el escenario se contabilizaban hasta cinco, y de las refulgentes e irrefutables: las que m¨¢s se cotizan.
Otra cosa es si a esta interacci¨®n estelar de la que fuimos afortunados testigos deber¨ªamos considerarla una reencarnaci¨®n de MC5 o una banda de homenaje promovida por Wayne Kramer, ¨²nico integrante en activo de una formaci¨®n original en la que ya ha habido que lamentar hasta tres fallecimientos. Pero las salvedades terminol¨®gicas acaban volvi¨¦ndose ociosas cuando lo que aconteci¨® sobre las tablas de la sala Mon Live fue, sencillamente, la mejor reinterpretaci¨®n posible de uno de los discos m¨¢s influyentes de las cinco ¨²ltimas d¨¦cadas.
Kick out the jams siempre constituy¨® una rareza por el hecho de que la banda decidiera publicar ese primer ¨¢lbum oficial a partir de una actuaci¨®n en su club de referencia en Detroit, sin molestarse en pasar por el estudio. Aquel hito del rock cafre, salvaje y enfurecido cumplir¨¢ medio siglo este pr¨®ximo a?o, y asombra comprobar que su vigor y electricidad sigan reventando t¨ªmpanos y erizando el vello aunque sus oficiantes actuales no sean precisamente ni j¨®venes ni necesariamente rebeldes.
Algo debe de tener esta banda sonora para los avernos crepitantes cuando permite a Kramer, 49 a?os m¨¢s tarde, mantenerse exultante, con los dedos ¨¢giles, la pose saltarina y las ansias por poner en ebullici¨®n un club con apenas 600 fieles en un domingo oto?al, lluvioso y destemplado. M¨¢s all¨¢ de las devastaciones capilares, que esas no las detienen ni 24 horas ininterrumpidas de heavy metal, Wayne es un jovencito entrado en a?os. Y un espejo para cualquier veintea?ero que pretenda tocar las narices a los biempensantes y al orden establecido desde lo alto de un escenario.
M¨¢s all¨¢ de las devastaciones capilares,?Wayne es un espejo para cualquier veintea?ero que pretenda tocar las narices a los biempensantes desde lo alto de un escenario
Kramer asume en persona cantar el himno inicial, Ramblin¡¯ rose, pero a partir de ah¨ª es el gigante Marcus Durant, hombre de garganta col¨¦rica y envidiable, quien asume la voz cantante. Lo mejor de MC50, o de esta resurrecci¨®n de MC5 en formato de superbanda, es su respeto reverencial por el legado de la formaci¨®n que grab¨® tres ¨¢lbumes entre 1969 y 1971 y la comprensi¨®n de que el ruido y el estruendo son un lenguaje que ha de trasladarse con absoluta nitidez a la audiencia, puesto que el sonido, adem¨¢s de estridente, fue fabuloso. El de un quinteto cl¨¢sico, sin teclados pero con dos guitarras, que aplica la furia implacable y aviva con gasolina sus propias llamaradas roqueras.
El repaso ¨ªntegro de Kick out... llev¨® tres cuartos de hora exactos, con el blues apote¨®sico de Motor City is burning, el furor de Rocket reducer No. 62 o el delirio final de Starship, casi una jam de psicodelia y ruidismo, como probables momentos decisivos. A partir de ah¨ª lleg¨® una acelerada fiesta final con el repaso sin aliento de otros cl¨¢sicos, incluido ese I can only give you everything, pr¨¦stamo de los Them de Van Morrison, que en 1967 sirvi¨® al quinteto como expeditiva carta de presentaci¨®n.
Siempre se termina analizando a MC5 en t¨¦rminos de protopunk, como antecesores evidentes, en dura pugna con los Stooges de Iggy Pop, de aquella gran rebeli¨®n sonora que se generalizar¨ªa en la segunda mitad de los setenta. Los Motor City Five eran, con todo, unos sibaritas del ruido, unos tipos elegant¨ªsimos a la hora de dejarnos medio sordos, y esa finura no fue la mejor de las caracter¨ªsticas de lo que acontecer¨ªa una d¨¦cada m¨¢s tarde. La actual alineaci¨®n de MC50, con la secci¨®n r¨ªtmica del bajista Billy Gould (Faith no More) y el bater¨ªa Brendan Canty (Fugazi), junto con el saltar¨ªn Kim Thayil (Soundgarden) azuzando el ritmo guitarrero, es una barbaridad. No esperen caricias, eso s¨ª: a MC5 siempre les atrajo m¨¢s el pu?etazo en la mesa. De ah¨ª la diatriba final de Wayne Kramer, desga?it¨¢ndose antes de dar paso a Looking at you: ¡°Tenemos a un loco absoluto en la Casa. Blanca, a un hombre terrible. Combatid el fascismo y el racismo. ?Luchad, luchad!¡±.
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