Superh¨¦roe para la familia ca?¨ª

Salvo un pu?ado de ins¨®litos e intr¨¦pidos casos puntuales, con Supersonic Man, de Juan Piquer Sim¨®n, Lucky, el intr¨¦pido, de Jes¨²s Franco, y Makinavaja, el ¨²ltimo choriso y ?Semos peligrosos! (us¨¦ase, Makinavaja 2), ambas de Carlos Su¨¢rez, como ejemplos m¨¢s claros (y distantes), m¨¢s un par de chuscas producciones aventureras (La vuelta de El Coyote, de Mario Camus, y Capit¨¢n Trueno y el Santo Grial, de Antonio Hern¨¢ndez), el tebeo patrio ha interesado m¨¢s bien poco durante demasiados a?os al cine espa?ol.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte, sobre todo a partir de la primera y exitosa tentativa de Javier Fesser con Mortadelo y Filem¨®n, las productoras est¨¢n echando mano de algunos de los m¨¢s grandes mitos de las vi?etas para, en una operaci¨®n de dif¨ªcil acomodo, irlas adaptando a los nuevos tiempos. Un ejercicio que se ha ido dividiendo claramente en dos sistem¨¢ticas. La de intentar plasmar en la pantalla el esp¨ªritu, la cadencia, la forma, el color y el tipo de humor de los originales, ya fuera en formato animado o en acci¨®n real, con La gran aventura de Mortadelo y Filem¨®n (2003), Mortadelo Filem¨®n. Misi¨®n: salvar la tierra (2008) y Mortadelo y Filem¨®n contra Jimmy El Cachondo (2014) como paradigmas. O la de recoger el mito nominativo, con el f¨¢cil aprovechamiento de su extenso conocimiento de base por parte de la posible audiencia, para contar una historia centrada en sus personajes, pero que poco o nada tenga que ver con el esp¨ªritu de los tebeos. Lugar donde se situar¨ªan Anacleto: agente secreto y, sobre todo, Zipi y Zape y el club de la canica y Zipi y Zape y la isla del capit¨¢n, ambas m¨¢s pendientes del cine infantil americano de los a?os ochenta que de las historias de Escobar.

Superl¨®pez, dirigida, como Anacleto, por Javier Ruiz Caldera, y escrita por Borja Cobeaga y Diego San Jos¨¦, pertenece a este segundo grupo. El c¨®mic de Jan, minoritario si lo comparamos con los de Ib¨¢?ez o Escobar, pero ampliamente conocido, aunque sea por el forro, puede gustar m¨¢s o menos (este cr¨ªtico pas¨® m¨¢s que de puntillas por ¨¦l cuando era ni?o, y en una recuperaci¨®n adulta ha vuelto a quedarse fuera). Pero lo que es indudable es que la pel¨ªcula de Ruiz Caldera solo recoge de la historieta los roles y el sentido par¨®dico de Superman. Nada tiene que ver en lo formal, y a¨²n menos en el esp¨ªritu de su humor, desprovisto adem¨¢s de la carga social que Jan ha dado ido incorporando a su obra.

Con la dificultad de resultar efectivo siendo la parodia de una parodia, Superl¨®pez tira en su villan¨ªa de la l¨ªnea Austin Powers, y en su lado heroico de una especie de pantomima de la comedia rom¨¢ntica (donde Ruiz Caldera y sus guionistas dan otra vuelta de tuerca a Tres bodas de m¨¢s y Pagafantas), en la que ninguno de sus estupendos c¨®micos (Dani Rovira, Alexandra Jim¨¦nez, Juli¨¢n L¨®pez) logra convocar a la sonrisa durante toda la primera mitad del relato. Nada est¨¢ mal: ni los int¨¦rpretes ni las situaciones ni los di¨¢logos ni la direcci¨®n. Y, sin embargo, ni una mueca, porque nada est¨¢ lo suficientemente bien para provocar un cierto jolgorio.

A partir de las pruebas de los superpoderes, la pel¨ªcula mejora (salvo en su acci¨®n), pero est¨¢ por ver que la producci¨®n haya dado en el clavo en su tentativa de resultar un ¨¦xito popular y familiar: a los puristas de Jan les puede parecer un sacrilegio, as¨ª que quiz¨¢ quede en manos de los que no conocieran el tebeo, que, eso s¨ª, ser¨¢n muchos m¨¢s.