Migrantes, refugiados: el relato de un ¨¦xodo
Varias novedades editoriales profundizan en las violencias que sufren los migrantes en M¨¦xico, Centroam¨¦rica y Estados Unidos, en busca de una vida mejor
Dos primas observan las aguas del r¨ªo Bravo. Una carga un beb¨¦ en brazos. Son parte de un grupo de migrantes que lleva semanas viajando desde Centroam¨¦rica. A punto de llegar a la tierra prometida, el r¨ªo las detiene. Las primas miran la corriente. Deben pasar nadando, flotando, agarradas a una cuerda, una cabuya, salvando la fuerza del agua y el frio. "Creo que me voy a morir", dice una de ellas, la del beb¨¦. "Yo no le digo nada", dice la otra, narradora de esta historia, "porque yo tambi¨¦n creo que me voy a morir".
Son testimonios que recoge Juan Pablo Villalobos en Yo tuve un sue?o (Anagrama, 2018), su ¨²ltimo libro, ventanas abiertas a los caminos de ni?os y adolescentes que dejaron Centroam¨¦rica buscando refugio, asilo, descanso: un futuro mejor en Estados Unidos. Es una obra corta, 120 p¨¢ginas, una decena de historias, fragmentos de miedo, valent¨ªa y resiliencia.
En otro de los cap¨ªtulos, dos hermanos esperan durante d¨ªas en el desierto mexicano, aguardando que los agentes de migraci¨®n del pa¨ªs vecino se retiren, que despejen el camino. Pasan d¨ªas y d¨ªas al sol, sin apenas agua o comida. A miles de kil¨®metros de casa, su ¨²nica posbilidad de sobrevivir es entregarse a la Border Patrol. "No nos quitaban la mirada de encima", le cuenta uno de ellos a Villalobos, "y all¨ª tambi¨¦n hab¨ªa culebras, en su mirada". Las mismas culebras que acechan sus tobillos en el desierto.
El libro del escritor mexicano es uno de varios que se han publicado estos meses, memorias de las distintas violencias que sufren los migrantes de camino a Estados Unidos. La violencia de las pandillas, que los expulsa de sus pueblos, de sus barrios en Honduras, El Salvador y Guatemala; la violencia que les acompa?a durante el camino en forma de abusos y extorsiones; la pegajosa violencia que arranca la piel al detenido y luego, por ¨²ltimo, al deportado, habitante de un pa¨ªs unipersonal: no soy de aqu¨ª ni de all¨¢.
Vista la urgencia de los que migran, el castigo que aceptan por la posibilidad de vivir mejor, ?es justo hablar de migrantes? ?No es m¨¢s correcto decir refugiados, desterrar un eufemismo que achica el horror, lo disfraza? Dice Villalobos: "Para mi est¨¢ claro que son refugiados. Tendemos a pensar en refugiados cuando hablamos de paises en guerra. Y lo que est¨¢ pasando en Centroam¨¦rica es una guerra. Los niveles de violencia de San Pedro Sula, por ejemplo, son superiores a lugares en guerra. Es una crisis humanitaria y la palabra adecuada es refugiados".
Nacido en Tijuana, el esrcitor Luis Alberto Urrea se cri¨® en una barriada de migrantes mexicanos del sur de San Diego. Blanco de ojos claros, nunca lo aceptaron ni los chicanos ni los gringos. Urrea public¨® hace unos a?os The Devil's Highway, que narra el drama de un grupo de migrantes que murieron mientras cruzaban el desierto de Arizona. Alianza de Novelas acaba de publicar en espa?ol La Casa de los ?ngeles Rotos, una saga familiar de ra¨ªces transfronterizas. "No es migraci¨®n, es un ¨¦xodo", dice, "un ¨¦xodo de proporciones b¨ªblicas. All¨¢ arriba hay una obsesi¨®n por consturir una imposibilidad con el muro".
En No vuelvas (Almad¨ªa, 2018), Leonardo Tarife?o viaja repetidamente a un albergue en Tijuana, un gran desayunador, red de salvamento de los que vuelven. De los expulsados. Negado el para¨ªso deseado, el migrante se convierte en deportado: el que ya no va. Escribe Tarife?o: "Le ech¨¦ una ¨²ltima mirada a la valla [fronteriza] (...) Me pareci¨®, esta vez, ideolog¨ªa en estado puro, materializada".
?Qu¨¦ quisiste decir con eso? "Quise expresar que, para m¨ª, uno de los grandes muros que nos separan de los migrantes lo representa la ceguera ideol¨®gica, ya que muchas veces se habla de ellos desde una posici¨®n justificada por nuestras ideas al respecto y no por el contacto directo con esas personas".
?Y la caravana? Si la barda es ideolog¨ªa, ?qu¨¦ son las caravanas de migrantes que han cruzado M¨¦xico estas semanas? Dice Villalobos: "La caravana es un espejo que deforma, que te devuelve grotescamente tus prejuicios. Nos enfrente a lo que somos, a nuestras contradicciones. En M¨¦xico nos hace ver estos brotes de xenofobia. En un pa¨ªs que tiene 12 millones de migrantes por ah¨ª".
Urrea cuestiona la posici¨®n de sus compatriotas respecto al que llega, trumpistas o no. "Tenemos la fantas¨ªa del otro: 'hay un extranjero que se quiere meter'. Ojal¨¢ llegue el dia en que entendamos que todos somos nosotros, que somos familia. Aunque parece de ciencia ficci¨®n".
Consciente de la fragilidad de los negados, los expulsados, Tarife?o cuestiona sus propias sensaciones. "Su sola presencia impone cuestionamientos que ni siquiera s¨¦ si me quiero responder: ?Hasta d¨®nde podr¨ªan caer? ?A¨²n luchan por algo? ?A qu¨¦ se aferran?
M¨¢s all¨¢ de la ilusi¨®n o la esperanza, quiz¨¢ sea el miedo. Se aferran al miedo de volver. O el miedo se aferra a ellos. En el ¨²ltimo cap¨ªtulo del libro de Villalobos, Abril cuenta que sali¨® de Honduras despu¨¦s de que tres hombres la violaran una tarde que sali¨® de la escuela. A?os despu¨¦s, un juez en Estados Unidos le pregunta, ?tienes miedo de regresar? Ella recuerda aquellos d¨ªas. "Nunca le dije nada a la polic¨ªa porque yo ten¨ªa temor que, cuando ellos salieran de la c¨¢rcel, ellos me mataran y mataran a mis hermanos, a mi familia, porque ellos me dijeron que ellos sab¨ªan d¨®nde viv¨ªa".
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