David Lynch no tiene explicaci¨®n (ni la quiere)
La biograf¨ªa del cineasta, 'Espacio para so?ar', se compone de cap¨ªtulos escritos por una periodista a los que contin¨²an las propias memorias del autor de 'Terciopelo azul'
David Lynch explicado por David Lynch. Imposible. David Lynch explicando sus sensaciones tras leer una biograf¨ªa de David Lynch. Plausible. Y acabada la lectura de Espacio para so?ar (Reservoir Books), hasta fascinante. Porque un artista como el cineasta estadounidense no merec¨ªa un esfuerzo al uso. Y lo que ha realizado junto a la periodista Kristine McKenna est¨¢ a la altura de su obra. El mismo Lynch (Missoula, Montana, 1946) lo explica en la introducci¨®n: "Ella escrib¨ªa primero un cap¨ªtulo utilizando las herramientas habituales de una biograf¨ªa [ha entrevistado a m¨¢s de 100 personas relacionadas en alg¨²n momento con su objeto de estudio]. A continuaci¨®n, yo revisaba el cap¨ªtulo, y utilizando los recuerdos de los dem¨¢s para desenterrar los m¨ªos, redactaba mi propio cap¨ªtulo". Y remata avisando: "La conciencia humana es demasiado vasta para confinarla entre las cubiertas de un libro, y cada experiencia tiene demasiados elementos a tener en cuenta. En resumen, aspir¨¢bamos a que esta biograf¨ªa fuera la definitiva, pero sigue siendo un mero esbozo".
Una declaraci¨®n digna del creador de Terciopelo azul (1986), Carretera perdida (1997) o Mulholland Drive (2001), autor de una obra maestra de la televisi¨®n como Twin Peaks (1989 y 2017), que ha realizado 23 exposiciones, 35 obras audiovisuales de distintos formatos y grabado ocho ¨¢lbumes. Que lo mismo es capaz de urdir una pel¨ªcula cl¨¢sica de narrativa a la vieja usanza -Una historia verdadera (1999)- como de desbocarse con sus sue?os en un desenfrenado filme -Inland Empire (2006)-. El volumen est¨¢ lleno de an¨¦cdotas e historias; sin embargo, el cineasta se guarda bien de ahondar en su alma. En sus primeras l¨ªneas, McKenna ya entra en el meollo: "La madre de David Lynch era de ciudad y su padre, de campo. Este es un buen punto de partida, pues nos hallamos ante una historia de dualidades". El libro arranca por los progenitores del artista, para subrayar que su mundo creativo, ese Estados Unidos indatable en el que se desarrollan sus mejores trabajos, naci¨® de sus a?os en Boise, la capital de Idaho, "una peque?a ciudad en la que los ni?os de clase media que crecieron en ella gozaron de un nivel de libertad que hoy resulta inimaginable".
Es curioso c¨®mo la obra de Lynch que se sale de ese universo resulta al final la menos conseguida: Dune (1984). Y ese paisaje se subraya en el cap¨ªtulo dedicado a Terciopelo azul: "La est¨¦tica de sus pel¨ªculas viene determinada en gran medida por la relaci¨®n ¨²nica que ¨¦l tiene con el tiempo y por el hecho de que no guarda fidelidad al rigor hist¨®rico en lo que se refiere a estilos de ¨¦poca. En su reino, Estados Unidos es un r¨ªo que siempre fluye hacia adelante llevando elementos sueltos de una d¨¦cada a otra". Como se reafirma p¨¢ginas despu¨¦s: "Antes de David nadie juntaba lo triste y lo gracioso, o mezclaba lo aterrador con lo hilarante, o lo sexual con lo extra?o". ?Y c¨®mo responde el aludido? De ninguna manera, salvo contando c¨®mo compr¨® una caballa a un pescadero para diseccionarla y empezar as¨ª durante a?os lo que llama kit de animales -"es que estoy obsesionado con las texturas"-, o que asisti¨® al nacimiento de su primer v¨¢stago -Jennifer- solo "porque quer¨ªa ver". Todo ello mientras, gracias a su amabilidad y persuasi¨®n, a su alrededor la gente se pliega a sus encantos. La productora Rafaella Di Laurentiis -su padre Dino estuvo detr¨¢s de Dune y de Terciopelo azul- le cede encantada su ¨²tero tras serle extirpado en una histerectom¨ªa (los cirujanos finalmente lo tiran), sus esposas y novias rompen con ¨¦l qued¨¢ndose siempre con buen sabor de boca... Su misma hija apunta que cuando compagina varias relaciones sentimentales lo hace de forma "inocente", sin querer hacer da?o. Y no pierde de vista la importancia que tiene para Lynch la meditaci¨®n trascendental.
Y por supuesto est¨¢ su obra. Desde sus inicios en la pintura, la influencia en su trabajo de la violencia que sufri¨® durante su tiempo de residencia en Filadelfia, la constante impresi¨®n de la gente que le rodea que est¨¢n al lado de un artista total, de alguien que lograr¨¢ ser famoso y destacar sobre el resto. En sus partes, Lynch no le da tanta importancia a ese concepto como a lo que de verdad le preocupa: controlar el proceso creativo, ser el autor total. Por eso luch¨® durante cuatro a?os por acabar su primer filme, Cabeza borradora (1977), la pel¨ªcula que vio Mel Brooks -s¨ª, el c¨®mico, aunque tambi¨¦n productor de pel¨ªculas m¨¢s serias- para contratarle como director de El hombre elefante (1980), inicio de su gran singladura. Cuando vio Cabeza borradora, recuerda Lynch, "Mel sali¨® en tromba, vino hacia m¨ª, me abraz¨® y me dijo: 'Eres un demente. ?Te quiero!".?
El libro acaba sus 620 p¨¢ginas (m¨¢s otras 80 de informaci¨®n adicional) con el estreno de la segunda parte de Twin Peaks y el deseo del cineasta de felicidad y paz para todo el mundo. Frase postrera que define a su autor, especie de personaje de Norman Rockwell que llevase d¨¦cadas habitando y disfrutando las pinturas negras de Goya.
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