Una jaula de oro
El Cuarteto Belcea termina 2018 exhibiendo su madurez musical en el marco incomparable de la Sociedad Filarm¨®nica de Bilbao
Los cuartetos son m¨¢s que cuatro m¨²sicos y diecis¨¦is cuerdas. Est¨¢n formados por personas con sus pasiones, miedos, ansias y frustraciones. Lo hemos visto en el cine, en la pel¨ªcula de Yaron Zilberman, A Late Quartet (2012), con Christopher Walken y Philip Seymour Hoffman, que fue estrenada en Espa?a como El ¨²ltimo concierto, y en el documental 4 (2015),de Daniel Kutschinski, filmado durante una gira del Cuarteto Eb¨¨ne por Italia. Pero tambi¨¦n podemos leer sobre ello en el libro de Sonia Simmenauer, Muss es sein?. Leben im Quartett, donde reconoce que formar parte de un cuarteto excede las virtudes musicales del individuo y pone a prueba sus cualidades humanas: ¡°Implica desarrollar una vida en com¨²n que no se parece a ninguna otra: trabajo en la m¨²sica, emociones, miedo esc¨¦nico, viajar juntos, ambiciones, temor al fracaso, el desaliento, el disfrute de la m¨²sica y el ¨¦xito. La vida en un cuarteto precisa una asociaci¨®n profesional y econ¨®mica, pero tambi¨¦n influye sobre todas las ¨¢reas de la vida del individuo¡±.
No era dif¨ªcil acordarse de esa cita al ver salir, este mi¨¦rcoles por la noche, del hist¨®rico edificio de la Sociedad Filarm¨®nica de Bilbao, a los integrantes del Cuarteto Belcea con sus instrumentos a la espalda charlando amigablemente. La violinista rumana Corina Belcea cogida de la mano de su marido, el violonchelista franc¨¦s Antoine Lederlin, y ambos flanqueados por el violinista suizo Axel Schacher y el violista polaco Krzysztof Chorzelski. Los cuatro conforman uno de los mejores conjuntos camer¨ªsticos del mundo, cuya media de edad ronda los 42 a?os y con casi 25 de exitosa trayectoria profesional. Pero de la formaci¨®n original, surgida en las aulas de la Royal Academy of Music, tan solo queda la violinista que aporta su nombre y lidera magistralmente al grupo. Chorzelski lleg¨® casi al comienzo, en 1996, y para ello cambi¨® el viol¨ªn por la viola. Lederlin sustituy¨® a Alasdair Tait, en 2006, tras la vinculaci¨®n de este con la prestigiosa Guildhall School. Y Schacher, el benjam¨ªn del conjunto, se uni¨® en 2010, tras la salida de Laura Samuel para enrolarse en la Nash Ensemble. Esos cambios, lejos de afectar al conjunto, lo han fortalecido y consolidado. Y lo podemos comprobar viendo o escuchando sus recientes y excelentes integrales de Beethoven, Brahms y Britten (Alpha/Unitel).
Corina Belcea comentaba el a?o pasado, dentro de una entrevista publicada en alem¨¢n por Classicpoint.net, c¨®mo es su vida dentro de un cuarteto. Y no solo subrayaba la conjunci¨®n de cuatro personalidades, tanto a nivel art¨ªstico como humano, sino tambi¨¦n su evoluci¨®n: ¡°Es una combinaci¨®n que sigue cambiando a medida que todos avanzamos. Y cada uno de nosotros debe contribuir al desarrollo del grupo, tanto a nivel musical, como empresarial y t¨¦cnico. Todos tenemos debilidades y fortalezas, pero lo importante es que juntos podamos cubrir todos los aspectos necesarios¡±. Y as¨ª fue en su ¨²nica actuaci¨®n espa?ola que pon¨ªa fin a su ¨²ltima gira europea de 2018, tras pasar por Par¨ªs y las localidades suizas de Vevey y Ginebra con un programa idealmente concebido con tres cuartetos tard¨ªos de Mozart, Jan¨¢?ek y Mendelssohn. En Bilbao comenzaron con una ascendente versi¨®n del segundo de los cuartetos prusianos del salzburgu¨¦s, el K. 589 de 1790, que no comenz¨® a despegar hasta el minueto, con ese tr¨ªo crom¨¢tico sazonado por una sorprendente pausa ret¨®rica. Ya en el allegro assai final, el conjunto encontr¨® el equilibrio ideal dentro de la ac¨²stica n¨ªtida y refinada de la sala camer¨ªstica de la Filarm¨®nica bilba¨ªna, que fue construida en 1904 y nada tiene que envidiar al famoso Wigmore Hall londinense. Fue el desarrollo del ¨²ltimo movimiento, con esos cambios de humor y gui?os contrapunt¨ªsticos, lo que marc¨® la diferencia en un conjunto que sigue la vieja tradici¨®n musical de sus mentores, los cuartetos Alban Berg y Amadeus, aunque lea sus partituras desde modernos iPads y pase las p¨¢ginas con pedales digitales.
El Segundo cuarteto, de Jan¨¢?ek, titulado Cartas ¨ªntimas, fue donde mejor se pudo verificar esa madurez actual del Cuarteto Belcea. Precisamente, el conjunto afincado en Gran Breta?a inici¨® su fonograf¨ªa, en 2001, con una versi¨®n extrema y descarnada de los cuartetos del compositor moravo en ZigZag Territoires. Esta composici¨®n, de 1928, estrenada p¨®stumamente, retrata con admirable virtuosismo la pulsi¨®n amorosa del sexagenario compositor por la veintea?era Kamila St?sslov¨¢ entre los vapores del balneario de Luha?ovice. Los Belcea ahondan ahora mucho m¨¢s en la dimensi¨®n narrativa de la obra que en los efectos t¨ªmbricos. Se not¨®, especialmente, en esa obsesiva barcarola con que arranca el tercer movimiento y que interrumpe, con pasi¨®n y violencia, la declaraci¨®n amorosa del compositor. Pero tambi¨¦n en la danza r¨²stica del allegro final, cada vez m¨¢s inflamada por trinos, hasta ese impresionante pasaje de tr¨¦molos alocados y disonantes con que Jan¨¢?ek representa su ¨¦xtasis, con su coraz¨®n arrancado, ensangrentado y palpitante sobre la cabeza.
Pero lo mejor de la noche lleg¨® en la segunda parte con el ¨²ltimo cuarteto completado por Mendelssohn, su opus 80, que escribi¨® en septiembre de 1847, durante el duelo por la repentina muerte de su hermana Fanny. Una composici¨®n rabiosa, ¨¢spera, amarga y desequilibrada que representa idealmente el estilo tard¨ªo del compositor, que falleci¨® dos meses despu¨¦s a los 38 a?os. Los Belcea se tomaron al pie de la letra esa furia mendelssohniana en una lectura a tumba abierta de la partitura. No solo implosionaron en la coda presto del movimiento inicial o en ese minueto, desquiciado y sard¨®nico, que es el subsiguiente allegro assai, sino que alcanzaron cotas sinf¨®nicas en el finale. El cielo anoche lo reservaron para el adagio, una de las eleg¨ªas m¨¢s hondas de Mendelssohn, que convirtieron en un momento musical dif¨ªcil de olvidar. Y, como propina, regalaron el largo cantabile, del opus 33 n¨²m. 5, de Haydn, que Chorzelski present¨® en perfecto castellano y que Corina cant¨® al viol¨ªn como una aria oper¨ªstica. Era su ¨²ltimo concierto de 2018 y verlos juntos a la salida, como buenos amigos, refleja una solidez adicional, pues ya dijo Milan ?kampa, el legendario violista del Cuarteto Smetana recientemente fallecido, que un cuarteto ¡°es la prisi¨®n m¨¢s bella que existe¡±, en el caso del Cuarteto Belcea, una jaula de oro.
Babelia
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