Duelos y quebrantos
El habla, del ¡®Quijote¡¯ a ¡®Roma¡¯, que esta semana ha protagonizado una pol¨¦mica por sus subt¨ªtulos en espa?ol, es una experiencia universal. Por muy local que suene
M¨¦xico fue durante a?os un basti¨®n del doblaje. Varias generaciones de espa?oles crecieron viendo dibujos animados donde las ardillas y los gatos podr¨ªan ser ¡°chamacas¡± y ¡°chamacos¡±. Nadie pareci¨® molestarse por el asunto y esas versiones adquirieron encanto de ¨¦poca.
Cuando me instal¨¦ en Barcelona en 2001 el t¨¦cnico que lleg¨® a conectar el Internet se sorprendi¨® de mi acento. Al terminar, rompi¨® la factura y dijo: ¡°No puedo cobrarle a un dibujo animado¡±.
Muy distinta fue la actitud de quienes subtitularon Roma para que se entendiera en Espa?a, como si hubiera sido filmada en copto. Vi la pel¨ªcula de Cuar¨®n en el caracol zapatista de Oventik. A mi lado, los espectadores met¨ªan las manos bajo sus pasamonta?as para secarse las l¨¢grimas. Desde ese rinc¨®n rebelde de Chiapas hasta los acaudalados desfiles de la alfombra roja, Roma ha conectado con muy diversos p¨²blicos. La decisi¨®n de ¡°traducirla¡± result¨® absurda (si un personaje gritaba ¡°vengan¡±, en la pantalla aparec¨ªa ¡°venid¡±, como si los espectadores fueran subnormales), pero abri¨® un debate p¨²blico que propici¨® la oportuna protesta de Cuar¨®n y de articulistas espa?oles.
?Qu¨¦ tan diferente es lo que decimos en M¨¦xico? Lo que Valle-Incl¨¢n llama ¡°guisante¡± para Rulfo es ¡°ch¨ªcharo¡± y para Borges ¡°arveja¡±. No hay motivo de alarma: esa legumbre no pierde su sencilla redondez al ser correctamente nombrada de varios modos.
Un socorrido refr¨¢n define al espa?ol como ¡°la lengua com¨²n que nos divide¡±. ?Debemos aspirar a un idioma exportable? Las palabras vivas son impuras. Al respecto, dice con acierto Juan Pablo Villalobos: ¡°Cuando alguien te plantea ¡®hagamos espa?ol neutro¡¯, yo me pregunto ?qui¨¦n lo habla?¡±. Quiz¨¢ s¨®lo alg¨²n gal¨¢n de telenovela o ciertos pol¨ªticos mexicanos se han acercado a la apor¨ªa de hablar como si fueran de ninguna parte.
La lengua castellana ha convocado el amor de esta manera: ¡°detente, sombra de mi bien esquivo¡± y resumido sus efectos de esta otra: ¡°polvo ser¨¢s, mas polvo enamorado¡±. Lo excepcional es que tanto sor Juana como Quevedo trabajaron con un instrumento imperfecto.
Solemos decir cosas inadecuadas. Nos alivia tener un tumor ¡°benigno¡±, que en realidad es inocuo; pedimos una ensalada ¡°org¨¢nica¡± como si las otras fueran de pl¨¢stico; acusamos a alguien de ser ¡°cafre¡± sin saber que ofendemos a una cultura; diagnosticamos a una persona como ¡°mongol¡±, discriminando a un pa¨ªs; englobamos a las mujeres en el plural masculino, confirmando la supremac¨ªa patriarcal de los varones. Pero con esos burdos utensilios se encuentra oro.
Apoyado en im¨¢genes en blanco y negro, Cuar¨®n logr¨® la poderosa resurrecci¨®n de una ciudad perdida. Quienes vivimos ah¨ª en ese tiempo recuperamos un espacio que jam¨¢s nos hab¨ªan concedido nuestros sue?os, faltos de recursos de producci¨®n. El misterio es que esa experiencia gozosamente localista puede ser universal. A diferencia del tequila y el co?ac, las emociones no tienen denominaci¨®n de origen.
La decisi¨®n de subtitular Roma ata?e menos a la correcci¨®n ling¨¹¨ªstica que al uso pol¨ªtico de las lenguas. En ninguna de las antiguas colonias se intentar¨ªa subtitular una pel¨ªcula de Almod¨®var.
?Hay un t¨ªtulo de propiedad para el idioma? Uno de los mayores logros de la Academia Mexicana de Lengua fue que la palabra ¡°espa?olismo¡± llegara al diccionario. Tambi¨¦n en la cuna del idioma se distorsiona su sentido. Esto no significa que lo vern¨¢culo sea prescindible porque los regionalismos expanden las posibilidades naturales del habla.
Andr¨¦s Trapiello sostiene con raz¨®n que el espa?ol del Quijote se parece menos al de la Espa?a actual que el espa?ol de Bogot¨¢ al de Valencia. El tiempo es m¨¢s infiel que la geograf¨ªa. Trapiello se arriesg¨® a trasladar el Quijote al castellano de hoy. El Caballero de la Triste Figura com¨ªa ¡°duelos y quebrantos¡±, nombre dram¨¢tico que seg¨²n especialistas alude a la ruptura de los ayunos religiosos y no significa otra cosa que huevos con tocino. ?C¨®mo lo traduce Trapiello? ¡°Huevos con torreznos¡±. Antes de que alguien quiera ponerle subt¨ªtulos a su versi¨®n, defiendo los torreznos, que nunca he pronunciado en voz alta, pero suenan a cucharada espa?ola.
En el caso de Roma, los subt¨ªtulos serv¨ªan m¨¢s para distraer que para aclarar: ¡°checar¡±, que significa ¡°verificar¡±, se convert¨ªa en ¡°mirar¡±. Si existiera un Premio Cantinflas para desfiguros idiom¨¢ticos, deber¨ªa distinguir a esa reconversi¨®n del espa?ol en espa?ol.
La ciudad de Roma fue bautizada en lat¨ªn como caput mundi, cabeza del mundo. La Roma de Cuar¨®n confirma que toda obra de arte es el centro de un mundo y que el idioma sirve para el mayor de los asombros: somos raros, pero estamos condenados a entendernos.
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