Mirar un cuadro
Ha cambiado el placer visual y nos aburre ir a un museo o una sala de exposici¨®n y encontrar solo obras expuestas, no estar¨ªa mal volver a la fisicidad de un cuadro
Me pregunto por qu¨¦ est¨¢ mal visto mirar un cuadro sin m¨¢s y tantos insisten en que el ¡°arte¡± debe presentarse rodeado de documentos o en formatos inesperados. Ha dejado de ser chic mostrar una pintura, un dibujo o un v¨ªdeo sin los gadgets que los conviertan en una rocambolesca f¨®rmula de consumo. Se dir¨ªa incluso que la moda de presentar ¡°obras de arte¡± de maneras ins¨®litas ha llegado a los museos cl¨¢sicos. Tambi¨¦n all¨ª se rompe el hechizo pret¨¦rito con profusi¨®n de documentos ¡ªa veces, sin venir al caso¡ª, fragmentos de pel¨ªculas ¡ªmutilaci¨®n del cine que se convierte en relleno para un discurso¡ª o cualquier otra estrategia que se pueda imaginar, con el ¨²nico fin de satisfacer el horror vacui visual al que nos tienen acostumbrados los excesos de Instagram.
Quiz¨¢s es lo que el p¨²blico demanda: entretenimiento, tuits que asedian tiempo y silencio sin sustancia; que gobiernan los gustos sin sorpresas; que dirimen la pol¨ªtica mundial en 280 caracteres ¡ªno en vano un pol¨ªtico ¡°verde¡± ha decidido darse de baja en las redes sociales para escuchar el mundo¡ª. No basta con mirar una obra: han cambiado las maneras del placer visual y nos aburre ir a un museo o una sala de exposici¨®n y encontrar solo obras expuestas. Lo vaticinaba Benjamin en Direcci¨®n ¨²nica, su libro de 1928: ¡°La expresi¨®n de quienes se pasean en las pinacotecas revela una mal disimulada decepci¨®n por el hecho de que en ellas solo haya cuadros colgados¡±.
Parece que hemos tomado al pie de la letra esta frase ir¨®nica y nos hemos puesto la tarea de construir ¡ªy vender¡ª un arte supuestamente para todos los p¨²blicos que sustituye a las populares exposiciones blockbuster ¡ªLeonardo, Picasso, Van Gogh, Dal¨ª, Warhol y algunos pocos m¨¢s ¡¡ª, caras y dif¨ªciles, con el fin de crear una especie de premio de consolaci¨®n ¡ªdesde la realidad aumentada a todo lo que se pueda imaginar¡ª que se convierte en sustituto de la obra f¨ªsica. Nada en contra, por cierto. Lo malo es que estas propuestas sin mucha sustancia se publicitan como la estrategia para hacer el arte accesible, divertido. O sea, pura ret¨®rica demag¨®gica. A veces, hasta sirven para blanquear alguna obra de dudosa autor¨ªa.
Decir que el arte es hoy un lugar del consumo por excelencia es decir lo obvio, pero en medio de tanto premio de consolaci¨®n igual no estar¨ªa mal volver a la fisicidad de un cuadro de vez en cuando, pues la divulgaci¨®n no tiene por qu¨¦ ser banal. Y no digo que no deban hacerse experimentos como el de Van Gogh ¡ªall¨¢ cada uno¡ª, pero que no se venda como el medio m¨¢s eficaz de conocer a este artista y su obra sin aburrirse. ?Qui¨¦n dice que es aburrido mirar un cuadro? Qu¨¦ anticuados, por favor.?
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