Carmen Conde: cuando en la RAE no hab¨ªa ba?o de se?oras
Se cumplen 40 a?os del ingreso de la primera autora en la historia de la Real Academia
¡°?Qu¨¦ horror! Pues tendr¨¢n que hacer uno¡±, exclam¨® Carmen Conde Abell¨¢n a EL PA?S cuando la periodista Rosa Mar¨ªa Pereda le dijo que no hab¨ªa ba?o de se?oras en la Real Academia Espa?ola (RAE). Tampoco ambas sab¨ªan muy bien en qu¨¦ consist¨ªa la etiqueta exigida en el ingreso de los hombres ¨Cfrac, para leer el discurso-, en el caso de las mujeres. ¡°Tendr¨¦ que consultar con los modistas¡±, dijo la escritora.
Pero lo cierto es que si bien aquellas minucias de forma bien las pod¨ªan arreglar en un santiam¨¦n una cuadrilla de alba?iles y algunos dise?adores con gusto, no hab¨ªa comparaci¨®n con la haza?a que consegu¨ªa ella al ser la primera mujer que entraba en la instituci¨®n que entonces presid¨ªa su valedor, D¨¢maso Alonso: ¡°Los tiempos han cambiado y la misma Academia se ha dado cuenta. Ya no estamos en los d¨ªas en que do?a Concepci¨®n Arenal dec¨ªa que la mujer s¨®lo pod¨ªa ser estanquera, reina o puta. Ahora tambi¨¦n podemos ser acad¨¦micas, gracias a Dios¡±.
La de Carmen Conde?(Cartagena, 1907-Madrid, 1996) fue una batalla vencida con galones aquel 28 de enero de 1979, hace 40 a?os. Previamente se hab¨ªan producido muchas bajas en el asalto. Demasiadas¡ Las primeras que aun hoy sonrojan son las de Gertrudis G¨®mez de Avellaneda y Emilia Pardo Baz¨¢n, esta ¨²ltima cay¨® en tres ocasiones: 1889, 1892 y 1912. Pero la que m¨¢s cerca anda en la memoria previa al ingreso de Conde, es la de la lexic¨®grafa Mar¨ªa Moliner. Corr¨ªan los principios de los a?os setenta y la creadora del diccionario de referencia con su nombre, consciente del valor de las palabras y las expresiones, al enterarse de las intrigas que se iban moviendo en su contra tuvo a bien saltarle a los conspiradores: ¡°Iros a tomar por el culo¡±. Como uno de los que m¨¢s se opon¨ªan era Camilo Jos¨¦ Cela, seguro que lo entendi¨® a la primera.
11 mujeres entre 483 miembros
Cuando Carmen Conde entr¨® por primera vez a la Real Academia Espa?ola acompa?ada de Gonzalo Torrente Ballester y Manuel Ter¨¢n para leer su discurso de ingreso empezaba un aun deficiente camino de mujeres en la instituci¨®n. La escritora sustitu¨ªa en el sill¨®n K a Miguel Mihura y en su primera intervenci¨®n titulada Poes¨ªa ante el tiempo y la inmortalidad, dijo: "Vuestra noble decisi¨®n pone fin a una tan injusta como vetusta discriminaci¨®n literaria".
La hab¨ªan apoyado para su candidatura Antonio Buero Vallejo, Guillermo D¨ªaz-Plaja y el jurista Alfonso Garc¨ªa Valdecasas, pero contaba adem¨¢s con el empuje claro de D¨¢maso Alonso, entonces director. Un aval que fue efectivo a la hora de vencer en la votaci¨®n a otras dos mujeres: la escritora Rosa Chacel y la m¨¦dica Carmen Guirado. Tras Conde, tan solo 10 acad¨¦micas m¨¢s han seguido su camino. Muy pocas y apenas una gota de agua en la historia de la RAE. Desde que fue fundada en 1713, sus sillones han estado ocupados por 483 miembros, de los que apenas una decena han sido mujeres.
Despu¨¦s de Conde en el a?o 1979, Elena Quiroga, en 1984 y Ana Mar¨ªa Matute, en 1998 entraron tras ella en el siglo XX. La media aument¨® reci¨¦n entrado el XXI con la historiadora Carmen Iglesias, la cient¨ªfica Margarita Salas y la escritora Soledad Pu¨¦rtolas, pero se ha acelerado un poco m¨¢s en la ¨²ltima d¨¦cada, con la incorporaci¨®n de la fil¨®loga In¨¦s Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez ¨Cla m¨¢s joven del pleno- la escritora Carme Riera, la catedr¨¢tica de literatura Aurora Egido, actual secretaria, la poeta Clara Jan¨¦s y la lexic¨®grafa Paz Battaner.
Atr¨¢s hab¨ªan quedado tambi¨¦n las candidaturas fallidas de, entre otras, Blanca de los R¨ªos, Concha Espina o Rosa Chacel y Carmen Guirado, que se enfrentaron en votaci¨®n a la propia Conde y no volvieron a contar con m¨¢s oportunidades de postularse. Una vez dentro, Carmen Conde dej¨® bien claras sus intenciones y marc¨® un debate que contin¨²a hoy en primera l¨ªnea: ¡°No pienso ir a la primera reuni¨®n con ese volumen del diccionario, especialmente machista. Pero todo se andar¨¢. El machismo evidente en la lengua castellana es triste consecuencia de la historia que arrastramos las mujeres espa?olas¡±.
El feminismo fue algo que definio la biograf¨ªa de Carmen Conde hasta su muerte en 1996. Un rasgo que exacerbaba por otra parte a quien lleg¨® a ser su marido: el poeta Antonio Oliver Belm¨¢s. Ambos eran de Cartagena y se conocieron en 1927, cuando la generaci¨®n de sus coet¨¢neos bull¨ªa entre la tradici¨®n y la vanguardia, buscando sentido a la nueva poes¨ªa espa?ola del siglo XX. A ella qued¨® adscrita Conde, que trab¨® amistad con muchos de ellos y contrato de alquiler con Vicente Aleixandre, su casero en la calle Velintonia. Aunque su maestro reconocido, como de tantos otros, fue Juan Ram¨®n Jim¨¦nez.
Pero en sus lazos generacionales, Conde alternaba y estableci¨® complicidades con las mujeres de rompe y rasga que marcaron tendencia de modernidad antes de la guerra. ?ntimas amigas suyas fueron la argentina Berta Singerman, Concha M¨¦ndez, Maruja Mallo ¨C¡°que no me sepa yo que te vas con ella¡±, le escrib¨ªa su novio en pleno ataque de celos mediante carta-, Ernestina de Champourcin o tambi¨¦n Gabriela Mistral y Norah Borges.
Frecuent¨® el siempre excitante c¨ªrculo cercano a la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y la Residencia de Estudiantes, junto a quienes tambi¨¦n Conde y Oliver se embarcaron en las misiones pedag¨®gicas. Una actitud que define su car¨¢cter y sus m¨²ltiples vocaciones, porque aparte de poeta, ensayista, novelista y autora de literatura infantil, Carmen Conde se sent¨ªa profundamente maestra. ¡°Es algo que me parece digno de destacar en su biograf¨ªa¡±, asegura Carme Riera, perteneciente a la RAE. ¡°No era una poeta ensimismada, sino comprometida con la realidad y muy activa¡±.
Lo que siente Riera es que su obra haya quedado un tanto olvidada tras el dato que todos recuerdan de su trayectoria. Ser la primera mujer que entr¨® en la Academia eclipsa casi todo lo dem¨¢s. Pero nunca es tarde para recuperar su legado po¨¦tico y narrativo con cerca de cien t¨ªtulos. Una obra que incidi¨® en la opresi¨®n sufrida por las mujeres y que ella contribuy¨® a resquebrajar despu¨¦s de haber denunciado su estado en poemas como Dominio: ¡°?Oh, mi alma suave y sometida, /dulce fiera encerr¨¢ndose en mi cuerpo! /Rayos, gritos, helor, y hasta personas /acuci¨¢ndola a salir. Y ella, oscura¡±.
Babelia
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