Intrigas pol¨ªticas, erotismo y el aroma cl¨¢sico del siglo XVIII
Fernando J. M¨²?ez publica su primera novela, en la que plasma la opresi¨®n en la Espa?a de Felipe V
Intrigas pol¨ªticas, sensualidad, erotismo y amores imposibles marcan una novela en la que los personajes se rebelan contra su destino. En un mundo de contrastes, entre hombres y mujeres y entre las distintas clases sociales, un elemento se alza convirti¨¦ndose en el lenguaje com¨²n que los a¨²na a todos: la gastronom¨ªa. La novela con la que Fernando J. M¨²?ez debuta en la literatura, La cocinera de Castamar (Planeta), plasma la opresi¨®n que impregna en la sociedad del siglo XVIII a partir, afirma el autor, de una premisa: ¡°Una muchacha cuyo todo su mundo fuera las cuatro paredes de la cocina¡±.
Clara Belmonte, hija de un m¨¦dico ilustrado, llega un 10 de octubre de 1720 a la gran casa del duque de Castamar, don Diego. El recorrido desde la ciudad de Madrid hasta la mansi¨®n, situada en los alrededores de Boadilla, la hace cubierta bajo las balas de heno y con los ojos cerrados, que no se atreve a abrir hasta estar bajo cubierto. Y es que Clara esconde un secreto: sufre de agorafobia. La enfermedad comenz¨® tras la muerte de su padre en la guerra, desde la cual la joven se ve obligada a buscar una salida a la pobreza. As¨ª llega como oficial de cocina a la mansi¨®n del duque, viudo desde hace diez a?os. Sin embargo, pronto se evidencia que Clara, educada y culta, no pertenece ni al mundo de los se?ores ni al de la servidumbre.
De esta forma parte la novela, que en la cabeza del autor surgi¨® tras una frase de su madre: ¡°Escribe algo m¨¢s como para m¨ª¡±. Esto, junto a su inter¨¦s por los siglos XVIII y XIX y referentes literarios como Las amistades peligrosas, de Pierre Choderlos de Laclos, as¨ª como las novelas de Jane Austen o las hermanas Br?nte, fueron el germen que le dio vida. ¡°Esos referentes siempre estaban en esa idea imaginaria de crear una novela hist¨®rica, o de ficci¨®n hist¨®rica mejor dicho, que me transportara a ese mundo¡±, explic¨® la semana pasada el autor en la presentaci¨®n del libro en la finca El Campillo, en San Lorenzo de El Escorial, un escenario creado para generar la ilusi¨®n de encontrarse en la misma mansi¨®n de Castamar, viandas incluidas.
¡°La gastronom¨ªa me ven¨ªa bien porque me daba directamente un abanico muy claro de qui¨¦n estaba hablando, me defin¨ªa directamente la clase social¡±, resalt¨®. Sin tener ninguna conexi¨®n personal con el mundo de la cocina, M¨²?ez ha usado este elemento como un ¡°lenguaje secreto¡± entre Clara y Diego, quienes establecen un di¨¢logo sensorial y emocional a trav¨¦s de la comida. ¡°Al final la gastronom¨ªa no deja de ser un c¨®digo¡± y en esa ¨¦poca todo estaba codificado seg¨²n un estricto protocolo.
Sin duda, estas normas eran m¨¢s estrictas con una parte de la sociedad que con otras, y las mujeres eran especialmente vulnerables. ¡°Solo se les permit¨ªa pr¨¢cticamente tres salidas: servir a los hombres siendo esposas, hijas o madres; ser monja al servicio de dios o al servicio de hombres tambi¨¦n; o ser prostituta o cortesana, pero no hab¨ªa muchas m¨¢s salidas¡±, se?al¨® el escritor. Fernando J. M¨²?ez estaba interesado en mostrar a los m¨¢s oprimidos de la sociedad, por lo que trat¨® de mostrar el mundo de la mujer en esa ¨¦poca, ¡°oprimida hasta en las clases m¨¢s alta¡±. La sociedad del siglo XVIII era muy jerarquizada, sin ning¨²n tipo de permeabilidad. Pero la protagonista no solo est¨¢ entre dos mundos sociales, sino que no sigue las pautas esperadas para las posibilidades de una mujer como ella, hermosa y a¨²n joven. As¨ª, para el autor lo importante es mostrar c¨®mo esas mujeres, cada una de una forma diferente, se enfrenta a ese mundo patriarcal que hay, y que lo domina todo.
¡°Ahora, gracias a dios, eso se ha ido rompiendo, y nos queda por romper mucho m¨¢s¡±, apunt¨®. No duda en definir a la protagonista como contestataria y exponer la mirada feminista del libro, a la vez que se muestra autocr¨ªtico con su g¨¦nero: ¡°Yo sigo pensando que los hombres somos machistas, aunque no queramos¡±. El ser humano, como la historia, tiende a ser c¨ªclico, opin¨® el autor, y ¡°eso del poder, al final, es como el anillo ¨²nico de Tolkien, corrompe¡±.
Pero esta novela es transversal. ¡°No solo est¨¢ dedicada a mujeres, est¨¢ hecha para que la lean tambi¨¦n hombres, para que la lean mujeres, para que la lean todo tipo de personas¡±, insisti¨® quien, declar¨®, siempre ha sido antes escritor que cualquier otra cosa. Comenz¨® su primera novela a los 14 a?os, pero en un momento determinado de su vida se le hizo demasiado largo. ¡°Mientras que escribir un guion me era mucho m¨¢s f¨¢cil¡±. Y se ha dedicado a la publicidad y al mundo audiovisual hasta la publicaci¨®n de esta novela, que transmite el aroma cl¨¢sico del siglo XVIII.
Babelia
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