El indomable Mathieu Malinski

Las pel¨ªculas de superaci¨®n personal, de alumno brillante pero rebelde, de talento extraordinario y circunstancias sociales adversas, conforman un subg¨¦nero tan recorrido en el cine contempor¨¢neo que todo lo que no sea salirse del estereotipo suena a mil veces visto y o¨ªdo. Puede que ese tipo de trabajo encuentre al p¨²blico que busca, al que persigue en la sala el confort f¨ªsico y el rigor espiritual, la convenci¨®n ¨¦tica y el optimismo vital, sin que nada le resquebraje o moleste o le haga dudar hasta ese desenlace de inevitable peliculeo. Pero obras como La clase de piano, tercer largometraje del franc¨¦s Ludovic Bernard, suelen ser un engorro para el verdadero cin¨¦filo, que (casi) todo lo sabe. Sobre todo, si el director parece haber estudiado al dedillo su modelo, y este no es una joya oculta sino una pel¨ªcula archiconocida: El indomable Will Hunting, de Gus Van Sant.

Si cambiamos las matem¨¢ticas de la pel¨ªcula que le dio el Oscar al mejor guion a Matt Damon y Ben Affleck por la m¨²sica cl¨¢sica, ya tenemos La clase de piano, de estructura y sentido de los personajes exactos. Joven del extrarradio ajeno al mundo universitario y del conservatorio, de car¨¢cter casi autodidacta, que gracias al encuentro fortuito con un director de departamento encuentra una posible salida a su situaci¨®n social; una ayuda a la que es reacio por una rebeld¨ªa mal entendida, y en la que tendr¨¢ mucho que ver un(a) profesor(a) particular que le ayudar¨¢ a entender la importancia del trabajo y del m¨¦todo, independientemente del talento, y una chica procedente del mundo de la intelectualidad, al que el protagonista es refractario, y de la que se enamora. Todo ello con la influencia y el amparo final de sus amigos del lumpen. Estoy contando El indomable Will Hunting, ya lo saben. Pero tambi¨¦n La clase de piano.

Independientemente de los paralelismos con la pel¨ªcula de Van Sant, Damon y Affleck, que evidentemente son demasiados, Bernard, tambi¨¦n coguionista, y que comenz¨® su carrera en 2017 con Misi¨®n Pa¨ªs Vasco, otra estereotipada mezcla entre Ocho apellidos vascos y Bienvenidos al Norte, no alcanza a tener un estilo propio en la puesta en escena, que da bandazos entre el academicismo y un impulso creativo un tanto hortera en las secuencias de amor y sexo.