Tambi¨¦n la literatura se ¡®uberiza¡¯
El ¨²ltimo premio Biblioteca Breve refleja la consolidaci¨®n del modelo de escritor cuya reputaci¨®n despega gracias a la autogesti¨®n en redes
Mientras en la ciudad se suceden protestas por el conflicto entre taxis y VTC, una chica de veintipocos a?os con el pelo rapado carga con una mochila con ejemplares de su propio libro, que despacha a sus seguidores en la plaza del Macba en Barcelona. Se trata de Elena Codes, cuyas publicaciones en Instagram a menudo superan en inter¨¦s y entusiasmo la actividad digital de sellos multinacionales. Sin residencia fija y con un trabajo a media jornada como dependienta, Codes (C¨®rdoba, 1997) crea a conciencia narraciones en sus redes y arregla encuentros con lectores cuando viaja. ¡°Cada vez que voy a alg¨²n sitio, hago una lista donde la gente puede apuntarse y quedar conmigo. Creo que les llama la atenci¨®n el hecho de ser tan cercana. Adem¨¢s, se ahorran el env¨ªo¡±.
Dice Codes que las ventas de su ¨²ltimo libro autoeditado, Guerra Civil, rondan los mil ejemplares desde octubre. Si descartamos todos los intermediarios que participan en un contrato editorial, los beneficios obtenidos desbordar¨ªan los anticipos de muchas novedades literarias. Aun as¨ª, la cifra no llega ni al salario m¨ªnimo anual. Su caso es una muestra de autor¨ªa implicada en todo el proceso del libro desde su origen ¡ªlas redes sociales¡ª hasta el lector. ¡°Soy una persona que sabe muy bien lo que quiere¡±, dice, ¡°y a la que le va muy bien con lo que tiene. Pero para hacer todo lo que quiero, necesito m¨¢s manos¡±.
Nacida en Segovia en 1992, la escritora Elvira Sastre acaba de ser la ¨²ltima ganadora del premio Biblioteca Breve de novela, que concede Seix Barral con una dotaci¨®n de 30.000 euros. Con cerca de 750.000 seguidores entre Instagram, Twitter y Facebook, Sastre encarna un doble caso de ¨¦xito: le respalda una comunidad masiva en Internet y ahora tambi¨¦n un premio consolidado, que ya reconoci¨® a nombres como Elena Poniatowska, Fernando Aramburu o Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo.
Pero si hay alguien en la cima de este modelo, es Rupi Kaur. A la escritora india le siguen m¨¢s de 3,4 millones de usuarios en Instagram, y se le atribuye en gran medida la renovaci¨®n de un g¨¦nero en el mercado anglosaj¨®n, la poes¨ªa, que en los ¨²ltimos tiempos ha experimentado un crecimiento importante del p¨²blico joven femenino. Kaur es un soplo de aire fresco para la edici¨®n que, no obstante, cuando llega al mercado lo hace habiendo dise?ado ya su propia red de lectores, su direcci¨®n de arte y su gesti¨®n de las relaciones p¨²blicas. Ella es una esperanza para los nuevos escritores, pero tambi¨¦n, en parte, la excepci¨®n que confirma la regla. ?Son estos indicios de que el trabajo editorial est¨¢ uberiz¨¢ndose?
¡°Si hablamos de la atomizaci¨®n del trabajo en el mundo editorial¡±, dice Elena Ram¨ªrez, directora de Seix Barral y editora de Kaur y Sastre, ¡°ya hay muchas partes del proceso que se ven¨ªan externalizando desde hace mucho. De hecho, varios sellos independientes recientes que cuentan con una o dos personas han podido salir adelante gracias a que el trabajo se ha ido fragmentando en peque?as tareas¡±. Para Ram¨ªrez, la supervivencia del modelo de negocio no tiene que ver solo con la adecuaci¨®n a los nuevos espacios de distribuci¨®n, sino con el rescate del h¨¢bito de lectura. Dice: ¡°El mercado no decae, crece; pero quiere pocos libros. Tenemos que recuperar una clase media saludable. Pero las clases medias se han perdido en todas partes¡±. Otra vez: pocos se lo llevan todo.
Micro-trabajos
En un popular ensayo aparecido recientemente en The New York Times bajo el t¨ªtulo Todo est¨¢ en venta, incluso nosotros, la escritora Ruth Whippman resum¨ªa: ¡°Como muchos trabajadores modernos, me pasa que solo un peque?o porcentaje de mis labores es de facto hacer mi trabajo. El resto es un mill¨®n de actos de micro-trabajo sin pagar que f¨¢cilmente podr¨ªan constituir una jornada laboral en s¨ª misma¡±. Se refer¨ªa a toda la actividad que implican las relaciones p¨²blicas digitales. ¡°Una versi¨®n mejorada de m¨ª misma¡±, resum¨ªa Whippman, ¡°con la vana esperanza de que alguna vez esto me ayude a vender algo en alg¨²n tiempo futuro no espec¨ªfico¡±.
Loreto Sesma (Zaragoza, 1996) tiene cuatro libros editados, decenas de miles de seguidores en Instagram y el pen¨²ltimo premio de poes¨ªa Ciudad de Melilla. Le publica el sello Visor, y en Internet, donde distribuye su literatura en texto, audio y v¨ªdeo, el viento sopla a su favor (y, con todo, tambi¨¦n es pluriempleada). ?Puede entonces un escritor hoy vivir al margen de ser una marca? ?Acaso no busca el lector en librer¨ªas un houellebecq o una chimamanda como quien puja por un warhol en una subasta? La escritora detalla: ¡°Muchas veces es el lector o quien est¨¢ en Internet quien proyecta en ti una marca. Una escribe porque lo necesita o le sale, pero luego el p¨²blico se crea una imagen ideal, al margen de ti¡±.
Leticia Sala (Barcelona, 29 a?os), cuyo libro Scrolling After Sex son¨® hace unos meses tras el ¨¦xito de su cuenta de Instagram, detalla: ¡°Creo que es muy dif¨ªcil no ser una marca, incluso aunque no se est¨¦ publicitando nada. En la Red estamos ante una extensi¨®n de c¨®mo funciona la vida real, solo que magnificada¡±.
Hist¨®ricamente, la literatura ha venerado a las figuras secretas, anti-marcas como Salinger o Pynchon, al margen de la promoci¨®n y de los medios. Pero, ?son viables personajes as¨ª fuera de la maquinaria de la industria editorial estadounidense? ¡°Los tiempos est¨¢n cambiando¡±, dice Silvia Coma, escritora y responsable de marketing en Penguin Random House. ¡°Las redes sociales est¨¢n ah¨ª, tienen una parte poco amable de comentarios negativos pero tambi¨¦n est¨¢n tendiendo puentes muy interesantes. Estamos asistiendo, por ejemplo, a la aparici¨®n de clubes de lectura que no son ef¨ªmeros, sino nuevas relaciones entre lectores y autores¡±. En este contexto, el reto se ve n¨ªtido: ¡°La oferta cultural es inacabable. Se publica m¨¢s y adem¨¢s competimos con una nueva era de consumo de HBO, Netflix y dem¨¢s¡±.
Surge la pregunta obvia sobre por qu¨¦ no existen plataformas de lectura con el poder de penetraci¨®n de otras industrias culturales, de YouTube a Spotify, que permitan a los autores dar los grandes saltos internacionales. ¡°Tanto para los letraheridos como para los que no, el libro como objeto importa. Para los primeros forma parte de la experiencia; para los segundos, es algo que poseer f¨ªsicamente¡±, dice Elena Ram¨ªrez. Si en alg¨²n momento puede parecer que la literatura es un universo atrapado entre su porvenir y su historia, la editora lo confirma: ¡°Nuestro futuro pasa por incorporar a estos nuevos modelos de escritores, que conviven con los que a¨²n nos seguimos comunicando por fax¡±.
Babelia
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