La Ciudad de M¨¦xico, a trav¨¦s de los ojos de una trabajadora sexual
Abusos policiales, violencia machista, doble moral. El libro 'Putas, activistas y periodistas' ofrece una mirada cruda de la compra y venta de sexo en la capital mexicana
Nancy lo ha visto todo. A los 13 a?os dej¨® su casa en Monterrey como un ni?o afeminado. A los 18 regres¨® como mujer despu¨¦s de vivir en las calles y ganarse la vida como trabajadora sexual en una de las esquinas de Ciudad de M¨¦xico. "Pens¨¦ que ya estabas muerto", le dijo su madre: "Habr¨ªa sido mejor, prefiero eso a verte as¨ª vestido". A los pocos meses supo que ten¨ªa que irse otra vez. Sin haber terminado la primaria, no tuvo otra opci¨®n que regresar a buscarse el pan con el sudor de su cuerpo.
A los 24 contrajo VIH. A los 27 estuvo presa por primera vez por golpear a un polic¨ªa. Unos a?os m¨¢s tarde perdi¨® un ojo despu¨¦s de que dos tipos la molieran a golpes con un bate. Estuvo 15 d¨ªas en coma. Ella no pudo defenderse. Estaba hundida en el alcohol y en el crack. M¨¢s tarde fue sentenciada a dos a?os y cuatro meses por otra pelea con un polic¨ªa, pero sali¨® por un programa de libertad anticipada. A los 45 a?os se contagi¨® de tuberculosis. A los 48 a?os, lo que gana en el tal¨®n ya no le alcanza para nada.
"Todo lo que me ha pasado me ha fortalecido", afirma Nancy, que ha pedido no aparecer con su nombre real. "Es triste para m¨ª contar esto", dice despu¨¦s de clavar la mirada en el vac¨ªo. "Pero es mi vida, es lo que una vive, es la vida real", repite. Est¨¢ tambi¨¦n la historia de Amanda, que fue raptada y vendida a los 14 a?os. La historia de Libertad, hija y hermana de padrotes. La historia de X¨®chitl, una ind¨ªgena mazateca que fue obligada a casarse antes de su primera menstruaci¨®n. La historia de Viridiana, que no sabe c¨®mo decirle a su hijo a qu¨¦ se dedica. La historia de Rub¨ª, que sue?a con construir su casa y terminar sus estudios.
Putas, activistas y periodistas es un libro de trabajadoras sexuales escrito por trabajadoras sexuales. "La gente cree que somos las sucias, las in¨²tiles, las apestadas¡ las putas", comenta M¨¦rida Ortiz, una de las cinco autoras. Para ellas, publicar es tomar la palabra, alzar la voz, decir "basta". "Escribir una nota es una oportunidad de defendernos", explica en entrevista Sandra Montiel, otra de las participantes.
Los relatos giran alrededor de las preguntas que casi nunca les hacen: su ni?ez, el machismo que han enfrentado desde casa, el riesgo de las enfermedades sexuales, la violencia de algunos clientes y, sobre todo, las razones por las que decidieron ponerse en una esquina. No hay morbo en la lucha de una madre que tiene que llegar a fin de mes ni en la falta de oportunidades de un transexual confinado a empleos precarios o a vender su cuerpo. Pero s¨ª en las prostitutas que se embolsan "miles de pesos" por noche o en los "mujercitos" que aparecen esposados a una patrulla. La publicaci¨®n es un grito de hartazgo contra las razias, las humillaciones y las extorsiones policiales, el amarillismo de la prensa y una sociedad que las ha condenado a la clandestinidad, pero que sigue demandando sus servicios. "Nos sentimos muy orgullosas porque nos dimos cuenta de que podemos crear, de que sabemos escribir", se?ala Ortiz.
El libro es gratuito, se present¨® a finales de 2018 y fue la culminaci¨®n de un esfuerzo que dur¨® siete a?os. El proyecto empez¨® por un taller dirigido por la periodista Gloria Mu?oz Ram¨ªrez, del colectivo Desinform¨¦monos. Fue coordinado por la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer Elisa Mart¨ªnez, una organizaci¨®n que ha luchado durante 29 a?os por el reconocimiento formal del trabajo sexual no asalariado. El tema a¨²n divide opiniones entre quienes lo consideran una forma de opresi¨®n a la mujer y las minor¨ªas sexuales, y quienes ven en la regulaci¨®n la ¨²nica forma para acabar con los abusos. En M¨¦xico no existen cifras consolidadas de v¨ªctimas de trata, aunque organizaciones no gubernamentales calculan que alrededor de 340.000 personas son explotadas laboral o sexualmente. Sin mediciones sobre el problema, tampoco existen par¨¢metros sobre el impacto de las acciones gubernamentales. Y el debate sigue abierto.
La Brigada Callejera, que defiende el antiabolicionismo, trabaja en 27 Estados de M¨¦xico y apoy¨® el a?o pasado con pruebas de VIH, condones, atenci¨®n psicol¨®gica, asesor¨ªa legal y despensas a unas 75.000 trabajadoras. Tambi¨¦n tiene Noticalle, un portal de noticias para sacar a la luz lo que ven y lo que viven a diario. "El Gobierno nunca ha tenido la capacidad y el inter¨¦s, hablan de rescates, pero no est¨¢n salvando a nadie", denuncia Elvira Madrid, una de las fundadoras, criticando lo que califica de enfoque punitivo de las autoridades. "La verdadera prostituci¨®n est¨¢ en la corrupci¨®n de los pol¨ªticos", apunta Montiel. "En la doble moral, en la gente que no tiene principios y despu¨¦s nos critica", agrega Ortiz.
La organizaci¨®n ha conseguido un amparo que ha contenido la persecuci¨®n de la polic¨ªa y que abre las puertas a 750 trabajadoras credencializadas en la capital a la seguridad social y otras prestaciones laborales. El siguiente paso es organizarse en un sindicato. Aunque las cosas han mejorado, las historias de abusos y discriminaci¨®n siguen vigentes. "Est¨¢ de la chingada, pero lo hacemos por amor a la vida", dice Madrid, sin tapujos. "Se castiga casi siempre a las m¨¢s jodidas, en lugar de eso se deber¨ªa pensar c¨®mo mejorar las condiciones de quienes se dedican a esto porque no tienen otra opci¨®n y cambiar la hipocres¨ªa de la sociedad", remata.
Meses despu¨¦s de ser entrevistada, un cliente intent¨® asesinar a Nancy de un navajazo en el cuello. Esta vez llevaba cuatro a?os sobria y pudo defenderse. "Cre¨ª que me iba a morir, pero me salv¨¦", dice mientras muestra la cicatriz: "Aqu¨ª estoy otra vez, aqu¨ª estoy contando lo que me pas¨®". En el fondo de las cinco biograf¨ªas de las autoras y los 16 testimonios compilados en el libro est¨¢n ind¨ªgenas, migrantes, transexuales, adultas mayores, personas comunes. "Las mujeres no van a necesitar pararse en una esquina para sentirse identificadas con lo que contamos, con la lucha de cada una para salir adelante", asegura Montiel: "Todos somos seres humanos, todos tenemos una historia".
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