El respeto a otras
El discurso neoabolicionista sobre la prostituci¨®n pretende ¡°abolir¡± el comercio sexual sin escuchar la voz de las trabajadoras
El debate en torno al registro de la organizaci¨®n de trabajadoras sexuales Otras vuelve a poner en el centro de la discusi¨®n pol¨ªtica un tema que tiene dividido al movimiento feminista. Resulta complicado hablar en abstracto del comercio sexual, sin ubicarlo en el contexto concreto en que ocurren los intercambios sexomercantiles. Los argumentos de las feministas en contra de la prostituci¨®n califican todos los intercambios sexuales pagados como denigrantes para las mujeres, y sostienen que implican tanto una da?ina mercantilizaci¨®n como una enajenaci¨®n de su sexualidad. Son de la opini¨®n de que la transacci¨®n mercantil convierte a las mujeres en objetos que los hombres controlan y usan a su antojo y que son despojadas de su dignidad.
La fil¨®sofa Martha Nussbaum cuestiona estas ideas, y plantea que hay que hacer una revisi¨®n de nuestras creencias y pr¨¢cticas en relaci¨®n a tomar dinero por el uso del cuerpo. Ella se?ala que: ¡°Todas las personas, excepto las que son ricas de manera independiente y las desempleadas, recibimos dinero por el uso de nuestro cuerpo. Profesores, obreros, abogados, cantantes de ¨®pera, prostitutas, m¨¦dicos, legisladores, todos hacemos cosas con partes de nuestro cuerpo y recibimos a cambio un salario. Algunas personas reciben un buen salario, y otras no: algunas tienen cierto grado de control sobre sus condiciones laborales, otras muy poco control; algunas tienen muchas opciones de empleo, y otras tienen muy pocas. Y unas son socialmente estigmatizadas y otras no lo son¡±. Seg¨²n ella, no deber¨ªa preocuparnos el que una mujer con opciones laborales elija la prostituci¨®n; lo verdaderamente preocupante es que las mujeres pobres (o las sin papeles, dir¨ªa yo) no tengan m¨¢s opci¨®n que esa para conseguir un ingreso suficiente.
Por eso para Nussbaum el punto candente es el de las oportunidades laborales de las mujeres de escasos recursos y el control que pueden tener sobre sus condiciones de empleo. Comparto con ella su convicci¨®n de que la lucha de las feministas deber¨ªa promover la expansi¨®n de las opciones laborales, a trav¨¦s de la educaci¨®n, la capacitaci¨®n en habilidades y la creaci¨®n de empleos, en lugar de intentar prohibir su pr¨¢ctica. Es central el c¨®mo expandir las opciones y oportunidades que tienen las trabajadoras sexuales y c¨®mo garantizar que todas tengan derechos laborales y sean tratadas con respeto. Ese es un objetivo del sindicato Otras.
Vale la pena explorar hasta qu¨¦ punto la concepci¨®n puritana sobre los servicios sexuales deriva de
la hegemon¨ªa judeocristiana sobre la sexualidad
Gran parte del rechazo surgido en torno al comercio sexual se debe a que confunde la situaci¨®n de las mujeres obligadas a tener sexo a trav¨¦s de enga?os, amenazas y violencia, con la de mujeres que realizan trabajo sexual por la misma raz¨®n por la que todas las personas trabajamos: por razones econ¨®micas. El discurso neoabolicionista imperante, que pretende ¡°abolir¡± el comercio sexual por medio de medidas punitivas sin escuchar la voz de las propias trabajadoras, mezcla discursivamente comercio sexual y trata. Indudablemente que existe una urgencia ¨¦tico-pol¨ªtica para erradicar la trata de personas, pero junto a ella tambi¨¦n existe la imperiosa necesidad de respetar a las prostitutas que se asumen como trabajadoras.
Me sorprende la forma en que las feministas neoabolicionistas caen en una postura como la que Richard Hare, un fil¨®sofo ingl¨¦s que trabaj¨® sobre las valoraciones morales desde la racionalidad, identific¨® como fan¨¢tica. Hare describe al fanatismo como la actitud de quienes persiguen la afirmaci¨®n de los propios principios morales dejando que ¨¦stos prevalezcan sobre los intereses reales de las personas de carne y hueso, indiferentes al da?o que sus creencias moralistas ocasionan. Valdr¨ªa la pena que las neoabolicionistas exploraran hasta d¨®nde esa concepci¨®n puritana sobre la venta de servicios sexuales se deriva de la creencia hegem¨®nica judeocristiana sobre la sexualidad.
Reflexionar sobre el efecto que tendr¨ªa ¡°abolir¡± el comercio sexual trae a cuento la distinci¨®n que Weber estableci¨® entre la persona que act¨²a en pol¨ªtica solo desde sus convicciones o la que lo hace con la responsabilidad de analizar las consecuencias. El neoabolicionismo tiene un impacto negativo en la justicia social, en especial, en c¨®mo estructura las opciones vitales de las personas que se dedican al trabajo sexual.
Sin duda hay muchos tipos de trabajadoras sexuales, y tambi¨¦n hay distintas personas y organizaciones que est¨¢n implicadas en el negocio del comercio sexual. Pero precisamente lo que una organizaci¨®n sindical pretende es fortalecer a las mujeres para que no caigan en manos de las mafias. El trabajo sexual es la ocupaci¨®n mejor remunerada que consiguen much¨ªsimas personas frente a los brutales cambios econ¨®micos que provoca la reestructuraci¨®n globalizada del capitalismo, que genera precarizaci¨®n laboral, desempleo prolongado y salarios m¨ªseros. M¨¢s que abolir el comercio sexual, hay que cambiar el sistema socioecon¨®mico.
Marta Lamas es feminista socialista y doctora en Antropolog¨ªa.
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