Viviendo con Ahab
Cuando Pou se despierta, est¨¦ en la ciudad que est¨¦, lo primero que hace es decir texto de Ahab, ¡°como si apareciera tan pronto se da cuenta de que abro los ojos¡±
?C¨®mo se vive durante m¨¢s de un a?o con un personaje tan obsesivo y atormentado como el capit¨¢n Ahab? ¡°T¨² lo has dicho¡±, me dice Jos¨¦ Mar¨ªa Pou: ¡°Se vive de manera obsesiva¡±. Estren¨® Moby Dick en enero, en el Goya barcelon¨¦s, a las ¨®rdenes de Andr¨¦s Lima. Solo hubo un descanso en agosto. Desde entonces, gira, y ahora Madrid, donde est¨¢ llenando La Latina. ¡°Este a?o no he podido pensar en otra cosa, al levantarme, a primera hora, hasta que me acuesto, tenga o no tenga funci¨®n. Puede parecer que exagero, pero el capit¨¢n reclama estar ah¨ª siempre¡±. Cuando Pou se despierta, est¨¦ en la ciudad que est¨¦, lo primero que hace es decir texto de Ahab, ¡°como si apareciera tan pronto se da cuenta de que abro los ojos¡±. Le hab¨ªa pasado con otros personajes, pero con ninguno como este. ¡°Yo siempre dec¨ªa que cuando se acababa la funci¨®n dejaba al personaje colgado en el camerino. Ahora me veo a m¨ª mismo paseando por Toledo, por Segovia, por Burgos, y recitando las palabras de Melville¡±.
Le digo que quiz¨¢s sea su funci¨®n m¨¢s solitaria. Lear ten¨ªa a Cordelia, al buf¨®n, a Kent, a Gloucester. La soledad de Bartleby no era tan atroz. Ahab est¨¢ radicalmente solo con su obsesi¨®n.¡°Y adem¨¢s¡±, se?ala, ¡°Ahab es mucho m¨¢s agotador que Lear, porque no para nunca, no abandona el escenario. Arranca con un grito desgarrador, y de ah¨ª ya no puede bajarse. Mi ¨¢nimo y mi garganta han de prepararse. El personaje est¨¢ al borde del precipicio y se lanza hacia abajo, sin saber d¨®nde va a llegar ni c¨®mo. En este espect¨¢culo pierdo muchas veces la sensaci¨®n del espacio y el tiempo. El p¨²blico es una inmensidad negra: es el mar nocturno. Pero yo s¨¦ que Ahab no me dejar¨¢ despe?arme. Ni Ahab¡±, sonr¨ªe, ¡°ni el se?or Welles¡±.
Para Pou, este Ahab tiene un v¨ªnculo directo con Su seguro servidor, Orson Welles, de Richard France, que estren¨® y gir¨® en 2008. ¡°Welles estaba obsesionado con Ahab. Lo estren¨® en Londres y le machacaron. Lo hizo en Broadway, y fue otro desastre: apenas estuvo dos semanas en cartel. Hay noches en las que en los saludos le brindo el toro y la faena a Orson Welles: ¡®Va por usted, maestro¡¯. Porque es un maestro y una inspiraci¨®n. Vivo la funci¨®n como un puente de tres ojos: Ahab, Welles, y Lear. El espect¨¢culo naci¨® hace 14 a?os, tras el estreno de Lear que me dirigi¨® Calixto Bieito. Moby Dick era un viejo sue?o del productor Daniel Mart¨ªnez. Nuevo v¨ªnculo: Melville escribi¨® la novela, la dej¨® reposar, reley¨® El rey Lear y se dio cuenta de que ten¨ªa que reescribir Ahab¡±.
Para Pou, el Ahab definitivo es muy shakesperiano. M¨¢s oscuro que Lear, porque el rey es m¨¢s quijotesco, y Ahab no busca la redenci¨®n sino el abismo. ¡°Y del mismo modo que le dedico la sesi¨®n a Welles, me entran unas ganas enormes de volver a hacer Lear. El ¨²nico proyecto al que dir¨ªa que s¨ª como un loco ser¨ªa ese¡±.
Babelia
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