El d¨ªa que dejamos de entender la econom¨ªa
'This Giant Beast That is the Global Economy' es nueva serie documental de Amazon que juega a entretener con los excesos del capitalismo
Entre el estreno del documental Enron, los tipos que estafaron a Am¨¦rica, en 2005, y este This Giant Beast That is Global Economy (Esta bestia gigante que es la econom¨ªa global), una serie de ocho episodios que tiene entre sus productores ejecutivos al actor Will Ferrell o Adam McKay (el oscarizado director de La gran apuesta o El vicio del poder) y que puede verse en la plataforma Amazon Prime Video, han pasado 14 a?os, una crisis financiera global, tres presidentes de EE UU, otros tantos del FMI ¨Cuno actualmente en la c¨¢rcel¨C y, sobre todo, un sinf¨ªn de productos audiovisuales que han tratado de explicarnos complejidades como la econom¨ªa financiera, la indiscriminada acumulaci¨®n de riqueza o qui¨¦n juega y qui¨¦n gana siempre en este supuestamente hiperconectado mundo global.
La diferencia entre ambos documentales es importante. Muestra c¨®mo ha evolucionado la conversaci¨®n sobre la macroeconom¨ªa desde entonces, cuando aquellos tipos de Enron resultaban terror¨ªficos, oscuros y maquiav¨¦licos; hasta ahora, cuando el actor Kal Penn (House, C¨®mo conoc¨ª a vuestra madre) se cruza medio mundo entrevistando a personas que lavan dinero, a explotadores, a falsos emprendedores, a caraduras sin escr¨²pulos. En cierto modo, This Giant Beast That is Global Economy, con su ritmo vertiginoso, sus chascarrillos, sus an¨¢lisis de primero de clase nocturna de econom¨ªa y sus excesos dice m¨¢s sobre c¨®mo el p¨²blico ha llegado a acostumbrarse a esta realidad hasta el punto de entretenerse con ella, que sobre la realidad en s¨ª misma.
Esto es un espect¨¢culo, a ratos bueno, a ratos ya visto o sabido, a ratos molesto, con gente que, sobre todo, no tiene respuestas a sus preguntas, pero se esfuerza por decir algo gracioso, ocurrente o escandaloso que no cuente absolutamente nada sobre el particular. No hay segunda pregunta cuando la primera ya ha dado un buen titular. En un momento de la serie, Penn le inquiere a un tipo con pinta enjuagarse la boca con Dom P¨¦rignon cu¨¢l es el mejor modo de esconder un diamante. ¡°En tu escroto¡±, le responde.
A veces, Penn s¨ª logra crear situaciones inc¨®modas. Lo hace gracias a su talento para poder pasar en dos planos de ser Michael Moore a Borat. Las otras, lo ¨²nico que sucede es que en aras del entretenimiento nos vemos expuestos a una serie de gente haciendo cosas excesivas con exceso de dinero y cont¨¢ndonos cosas que ya nos han contado antes, pero a un ritmo de videoclip y con tanto ¨¦nfasis en que parezcan nuevas que, en ocasiones, casi logran aparentarlo. Que las reglas no son iguales para todos. Vale. Que en Dubai los trabajadores de menor cualificaci¨®n viven en condiciones casi de esclavitud y que incluso les retienen el pasaporte. Vale. De vez en cuando, eso s¨ª, aparecen an¨¦cdotas iluminadoras. Que se utilizan los DNI de trabajadoras sexuales para abrir compa?¨ªas en para¨ªsos fiscales con el fin de blanquear dinero. Ay, Dios. Que todo esto, de alg¨²n modo, lo sostiene la industria del caucho. Ay, madre. Que si todo el entramado se colapsa de verdad ¨Cpero de verdad, no como en 2008¨C, en dos meses podemos estar comi¨¦ndonos los unos a los otros. Ay, Se?or.
This Giant Beast That is Global Economy tiene, pues, mucho m¨¢s que ver con el documental sobre el fallido Fyre Festival que estren¨® el mes pasado Netflix que con el de Enron, o incluso con filmes sobre la maldad de la econom¨ªa como Margin Call o La gran apuesta, que tal vez fue el ¨²ltimo producto de este tipo en el que hab¨ªa elementos del discurso que el p¨²blico medio no terminaba de entender.
El documental de Netflix exprime el fil¨®n de la econom¨ªa influencer, que es como la financiera pero con mujeres guapas en vez de abogados mal¨¦ficos, y posts de Instagram en vez de opacos productos hipotecarios. Este tiene mucho m¨¢s que ver con La casa de empe?os que con un ensayo de Paul Krugman.
En la ¨¦poca en que se acortan cada vez m¨¢s los l¨ªmites del humor es realmente curioso que las maldades del tardocapitalismo hayan logrado eludir todo cuestionamiento y ser tratadas como una sitcom en 20 idiomas y ocho husos horarios distintos. O igual no es tan curioso. Al final, casi todos los que aparecen en esta tan divertida como superflua serie son quienes dictan las normas. Incluso las de las bromas.
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