Goya y Beethoven (y viceversa)
El compositor y el pintor representan el desgarro vanguardista, pero con alguna discrepancia
Proliferan, se amontonan las razones para establecer un paralelismo entre Goya y Beethoven. Vivieron la misma ¨¦poca, se iniciaron en la agon¨ªa del clasicismo, fueron devotos de Napole¨®n y se arrepintieron de la euforia cuando los desenga?¨® la tiran¨ªa del condotiero corso.
Tambi¨¦n emparenta a ambas personalidades la misantrop¨ªa y la sordera. Incluso los identifica el tormento necr¨®filo que los sobrevivi¨®, el misterio de sus cr¨¢neos. Que fueron sustra¨ªdos de sus tumbas, acaso porque se pensaba descubrir en ellos las razones cient¨ªficas de la genialidad y del dolor. O del ensimismamiento que cultivaron en sus respectivas quintas.
Tienen en com¨²n Beethoven y Goya haber ¡°inventado¡± el expresionismo. Fueron pioneros en hacerlo e incomprendidos por las mismas razones. Tanto envejec¨ªan, tanto se oscurec¨ªa su obra o se atisbaba simult¨¢neamente el lenguaje desgarrado de la vanguardia.
Las pinturas negras de Goya podr¨ªan encontrar una caja de resonancia en las ¨²ltimas sonatas de Beethoven. Del mismo modo, la disonancia con que arranca la Novena?de Beethoven podr¨ªa ¡°degenerar¡± en un brochazo sobre el ¨²ltimo autorretrato del pintor.
Beehoven y Goya (o al rev¨¦s) interpretaron una edad del hombre desde el apasionamiento, pero los diferencia la esperanza. O la desesperanza, puesto que el compositor alem¨¢n cree en el hombre hasta en el ¨²ltimo comp¨¢s y Goya lo ubica en el umbral del abismo.
Es una teor¨ªa que me explicaba Luis de Pablo hace unos a?os en Roma. De acuerdo con el compositor, en Beethoven subyace un visionario y hasta un mes¨ªas. Ser¨ªa el contexto en que se explica e desenlace euf¨®rico, filantr¨®pico, de la Novena y en el que Beethoven podr¨ªa adquirir una dimensi¨®n de ¡°iluminado¡± que cuesta trabajo atribuir al pesimismo de Goya.
Tambi¨¦n el poeta franc¨¦s Yves Bonnefoy relaciona a Goya y a Beethoven al abrigo del exilio interior, pero el pintor se revuelve en el vac¨ªo, en el nihilismo, en el sinsentido, entretanto que el testamento de Beethoven sobrentiende un lugar digno para la luz y para la esperanza.
¡°Goya pintaba desde el borde del abismo. Y percib¨ªa que lo ¨²nico real es que todo es ilusorio. Todo es ilusorio menos el dolor?, puntualizaba Ives Bonnefoy en alusi¨®n a Goya. Y en diferencia impl¨ªcita a la energ¨ªa humanista, human¨ªstica, del compositor coet¨¢neo.
Lo dec¨ªa con otras palabras Joaqu¨ªn Ach¨²carro: ¡°Bach habla al universo, Chopin habla a cada uno de nosotros y Beethoven habla a la humanidad¡±. Goya termina abjurando de ella. Y no s¨®lo cuando sue?a la raz¨®n, sino cuando est¨¢ presente y le asfixia.
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