El rapto del calamar gigante por los secuaces de un culto lovecraftiano
China Mi¨¦ville envuelve al lector en una trama de desbordante fantas¨ªa oscura con su novela ¡®Kraken¡¯
Los d¨ªas en que la vida se me hace muy cuesta arriba releo a Lovecraft (nunca te puede ir peor que a sus personajes); o me voy dando un paseo a la librer¨ªa Gigamesh ¨Cla biblioteca de la Universidad de Miskatonik me pilla lejos- en busca de fantas¨ªa, terror y ciencia-ficci¨®n como un yonqui acude a un narcopiso. La otra tarde me compr¨¦ por fin Kraken (La Factoria de Ideas), del brit¨¢nicoestadounidense China Mi¨¦ville, una novela a la que llevaba meses rondando, sabiendo que me esperaba con los brazos (para ser m¨¢s precisos los tent¨¢culos) abiertos . Nada como meterte en una historia as¨ª para olvidarte del mundo y hacerle un buen corte de mangas a la realidad, que est¨¢ como est¨¢ y que hace que incluso Arkham parezca un lugar cuerdo.
Kraken junta algunas de las cosas que m¨¢s me gustan en este mundo como son el viejo so?ador de Providence, los calamares gigantes y los museos de zoolog¨ªa. En realidad, H. P. Lovecraft no aparece mencionado m¨¢s que muy de pasada en las 450 p¨¢ginas del libro, pero la trama es lovecraftiana que te mueres, y valga la expresi¨®n para hablar de los efectos del maestro del terror c¨®smico. En la novela -?toma arranque!- unos desconocidos secuestran el calamar gigante (un ejemplar del misterioso g¨¦nero Architeuthis, del griego ¡°jefe de los calamares¡±) que se exhibe en el Museo de Historia Natural de Londres, y todo indica que han sido los creyentes de una oscura secta que lo veneran como a un dios y quieren liberarlo. La b¨²squeda del bicho robado sacar¨¢ a la luz un espeluznante universo de sombras y la amenaza del fin del mundo, nada menos.
El calamar gigante, el mayor invertebrado de la Tierra y un animal en verdad impresionante al que se considera la inspiraci¨®n del legendario Kraken, secular terror de los mares, es un cefal¨®podo de ojos como balones de f¨²tbol y ocho tent¨¢culos m¨¢s otros dos muy largos acabados en forma de maza y armados con ventosas con dientes que le sirven especialmente para cazar. Seg¨²n algunos cient¨ªficos (y el capit¨¢n Nemo) puede llegar a medir m¨¢s de veinte metros. A diferencia de calamares m¨¢s manejables, como los a la romana, los gigantes no son comestibles, excepto por los cachalotes, sus depredadores, pues saben a amon¨ªaco, sustancia que juega un papel fundamental en su flotabilidad -v¨¦ase la valerosa prueba culinaria que hace el investigador Clyde Roper en el revelador ensayo Kraken de Wendy Williams (New York, 2010): afirma que el sabor es similar al de un producto para limpiar los suelos-. Los Architeuthis son seres maravillosos pero desde luego si te encuentras uno de frente, lo que afortunadamente no es muy habitual pues viven a enorme profundidad haciendo sus cosas de calamares gigantes, que no est¨¢n muy claras a¨²n (lo film¨® por primera vez nadando el japon¨¦s Tsunemi Kubodera en 2004) , no es raro que te creas que te has pasado con la bebida o que est¨¢s ante una de las entidades monstruosas de Lovecraft: el mismo Cthulhu o su hija Cthylla, conocida tambi¨¦n significativamente como el Kraken. El sistematizador en 1856 de los Architeuthis fue un cient¨ªfico dan¨¦s llamado Japetus Steenstrup, nombre digno de los sabios enloquecidos de La llamada de Cthulhu.
A diferencia de los pulpos que usan la mano (un tent¨¢culo adaptado), los calamares gigantes (lo cuentan ?ngel Guerra y ?ngel Gonz¨¢lez en su monograf¨ªa publicada por el CSIC y Los Libros de la catarata, 2009), poseen un verdadero pene pero no est¨¢ claro, al menos para nosotros, c¨®mo lo usan. Parece que son capaces de inyectar a presi¨®n el esperma con gran fuerza en cualquier lugar del manto de la hembra perforando el tejido. Los autores recuerdan que el calamar gigante ha aparecido en numerosas historias de ciencia-ficci¨®n, incluidas obras de Arthur C. Clarke, John Wyndham, Michael Crichton, Dan Simmons y William Gibson (y ahora Mi¨¦ville).
Pas¨¦ largo rato asomado sobre la extravagante bestia, esa masa de viscosa carne abisal, mir¨¢ndola a los ojos y sinti¨¦ndome transportado a las monta?as de la locura.
La ¨²nica vez que he visto cara a cara (?) un calamar gigante fue precisamente en un museo de historia natural, el Smithsonian de Washington, donde lo exhib¨ªan en el vest¨ªbulo en un gran tanque alargado relleno de l¨ªquido conservante (soluci¨®n salina y formol), igualito que en la novela. Pas¨¦ largo rato asomado sobre la extravagante bestia, esa masa de viscosa carne abisal, mir¨¢ndola a los ojos y sinti¨¦ndome transportado a las monta?as de la locura. No era dif¨ªcil imaginar que el calamar no estaba muerto, sino solo dormido, acunado en extra?os y terribles sue?os.
La estupenda idea de que a un esp¨¦cimen durmiente as¨ª, ¡°blasfemia de las profundidades¡±, dir¨ªa Howard Phillips, lo pudieran robar sectarios devotos teuthistas y llevarlo a su iglesia para adorarlo como Su Calamaridad fue lo que me atrajo de Kraken, pese a todas mis prevenciones ante China Mi¨¦ville, cuyas obras maestras, ep¨ªtome del New Weird, me han tirado para atr¨¢s y mira que habla bien de ellas todo el mundo, empezando por el prescriptor Jordi Costa. Yo creo que soy ya muy mayor y la imaginaci¨®n no me da para m¨¢s. Me he quedado en Tim Powers. El caso es que Kraken, que empieza con ese tour de force sensacional, se abre luego a un desconcertante torbellino de fantas¨ªa del que a¨²n me estoy recuperando. Aparece un grupo especial de polic¨ªa secreta con ecos de Men in Black, la brigada anticultos, dedicada a investigar sectas (neothugistas, siddaharthianos, nazis del caos); suceden varios asesinatos, se describen ins¨®litas mancias, arcanos y grimorios; combaten en un Londres surrealista de londromantes distintos seres m¨¢gicos, incluidos retorcidos criminarcas, raros ¨¢ngeles, ar¨²spices urbanos, un tipo que habita en un tatuaje animado y otro que vive en estatuas, iconos y mu?ecos, hasta en Barbies; hay una huelga de asistentes de hechiceros; y se aproxima el fin del mundo mientras en los oc¨¦anos ascienden desde sus profundidades, en impactante imagen jungiana, otros Architeuthis. Una cosa que parece desquiciada, el uso m¨¢gico de la tinta del calamar, no est¨¢ alejada de la realidad: los cefal¨®podos crean pseudomorfos con su tinta que enga?an a los depredadores.
El protagonista de Kraken es un joven cient¨ªfico especialista en moluscos y responsable del calamar gigante en el museo londinense que se ve inmerso a partir del ¡°calamarrapto¡± en un mundo irracional enloquecedor y perseguido o ayudado por peligrosos grupos y entidades, incluyendo a los krakenistas. Mi¨¦ville se muestra como un gran apropiador de materiales diversos (incluso mandr¨¢goras y conductores de rickshaws fantasmas) mezcl¨¢ndolos con exuberante barroquismo y a?adiendo de su cosecha elementos nov¨ªsimos (la mixtura de magia e inform¨¢tica) y un lenguaje radicalmente moderno te?ido de cripticismo y voluntad de estilo. Apenas puede uno imaginar lo que habr¨¢ sido traducir semejante historia (lo ha hecho Beatriz Ruiz Jara).
Despu¨¦s de Kraken, si uno se vuelve a encontrar un calamar gigante envasado ser¨¢ imposible resistir la tentaci¨®n de acercarse a donde quiera que tenga el o¨ªdo y susurrarle quedamente la atroz letan¨ªa: ¡°En su templo de R¡¯lyeh el muerto Cthulhu aguarda so?ando, Ia! Ia! Cthulhu fhtagn!¡±. A ver qu¨¦ pasa...
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.