¡°El coraz¨®n tiene forma de patata¡±, una conversaci¨®n in¨¦dita entre Agn¨¨s Varda e Isabel Coixet
La directora de 'Mi vida sin m¨ª' entrevist¨® en 2003 a la cineasta francesa precursora de la Nouvelle Vague fallecida este viernes a los 90 a?os

En mi adolescencia, cuando la ¨²nica directora de lo que yo ten¨ªa noticia era Agn¨¨s Varda, su nombre adquir¨ªa para m¨ª tonalidades ¨¦picas, po¨¦ticas, inalcanzables. Me embargaba una especie de extra?a ebriedad cada vez que ve¨ªa su nombre en el programa de la Filmoteca, beb¨ªa literalmente los t¨ªtulos de sus pel¨ªculas: Cleo de 5 a 7,La felicidad, Sin techo ni ley... Ella y Jacques Demy ocupaban en mi imaginario cinematogr¨¢fico el equivalente a Sartre y la Beauvoir, pero con alma, calidez, paraguas multicolores y sin turbantes... Como sucede en otros casos de parejas famosas, su figura ha quedado siempre algo marginada al lado de la de Demy, pero ciertamente es algo que a ella le trae completamente al fresco.
A?os despu¨¦s vi Kung-Fu Master, su conmovedor retrato de Jacques Demy en Jacquot de Nantes y Los espigadores y la espigadora, una de las pel¨ªculas mas ins¨®litas, vivas y fundamentales de los ¨²ltimos 10 a?os. Conoc¨ª personalmente a Agn¨¨s, hace a?os cuando se le hizo un homenaje a Demy en el Festival de Sitges. Recuerdo que, en aquel momento, acababa de terminar Los espigadores... y, con su modestia habitual, me hablaba de un peque?o documental que hab¨ªa hecho sobre el glanage, el viejo derecho a recoger lo sobrante de los campos de cultivo, una vez terminada la cosecha. Mi asombro fue enorme cuando, meses despu¨¦s, vi la pel¨ªcula y me di cuenta que ese ¡°peque?o documental ¡° del que me hab¨ªa hablado era una obra fundamental.
El pasado mayo [de 2003], en la muestra Cinefrancia de Zaragoza se le rindi¨® homenaje por toda su obra, al tiempo que se exhibi¨® Dos a?os despu¨¦s, la segunda parte de Los espigadores...?Y para all¨¢ me fui en tren y con mil preguntas bullendo en la cabeza.
Para cualquiera que haya visto Los espigadores...?el rostro, las manos y el flequillo de Agn¨¨s Varda son muy familiares, esas manos que encuadran con precisi¨®n infantil los camiones en la carretera, esas manos que evidencian con serenidad el paso del tiempo, esas manos que empu?an una c¨¢mara digital y nos dan a todos una lecci¨®n de cine, vida y bot¨¢nica.
Agn¨¨s Varda es [en 2003]?una chica de 73 a?os, con una mirada traviesa, curiosa, limpia, inteligente, libre. Nada mas verme, me regala un paquete de pastas de almendra de Provenza (que paso a devorar) y me pregunta si me corto yo misma el flequillo ( ¡°....ejem, s¨ª¡±) y acto seguido se empe?a en hablar de Mi vida sin m¨ª que vio ayer en los Renoir de Zaragoza y del asombroso parecido entre Sarah Polley y Sandrine Bonnaire.
Agn¨¨s Varda. Tu protagonista tiene la misma belleza de Sandrine. ?La belleza de un rostro ordinario y luminoso! ?Qu¨¦ dos formidables actrices!
Isabel Coixet. Ayer, en el coloquio posterior a Dos a?os despu¨¦s, alguien confundi¨® repetidamente a los protagonistas de sus dos ¨²ltimas pel¨ªculas con personajes y sin embargo de Sin techo ni ley todo el mundo dec¨ªa...
A. V. ... que su protagonista parec¨ªa una persona, un ser humano, al que la c¨¢mara hab¨ªa encontrado en la calle.
I. C. Hay mucho de esos personajes en los protagonistas de estas pel¨ªculas, el hombre que se alimenta de basura y, a la vez, da clases a emigrantes.
A. V.?Es un hombre admirable en su generosidad, en su falta total de egoismo. Alguien que da, que da siempre, que de lunes a viernes ense?a a otros a¨²n menos favorecidos que ¨¦l a leer y escribir, transmite sus conocimientos, lo mas valioso que posee. Y sabe que al final del a?o cinco o seis africanos a los que da clases habr¨¢n aprendido a leer y escribir franc¨¦s. Alguien, cuya vida, realmente marca una diferencia en la vida de los otros.
I. C.?Es muy gracioso su comentario sobre Los espigadores..., ha demostrado mucho sentido del humor no cort¨¢ndolo.
A. V.?Ah, s¨ª, cuando dice que yo deber¨ªa no salir en la pel¨ªcula, que todo eso de mi pelo, las manchas de mis manos y la humedad de mi casa no deber¨ªa salir... bueno est¨¢ claro que esa parte no le gust¨®, pero me parece coherente que desde su punto de vista que es estrictamente humanitario, ecol¨®gico, antisociedad de consumo, le parezca que esa parte sobra, pero me parece muy divertida la manera en que dice : Quiz¨¢s eso a otros les interese, a m¨ª no.
I. C.?Y entonces aparece una se?ora que no est¨¢ de acuerdo con ¨¦l...
A. V.?Eso fue totalmente espont¨¢neo, la se?ora pas¨® y le dijo cu¨¢nto le admiraba y cu¨¢nto le hab¨ªa gustado la pel¨ªcula, pero que en eso no estaba de acuerdo, recuerdo que cuando les dej¨¦ en el caf¨¦, todav¨ªa segu¨ªan discutiendo amigablemente sobre ese punto.
I. C.?La se?ora hace un comentario muy bonito de la pel¨ªcula, algo que he o¨ªdo comentar a mucha gente, dice: Los espigadores... te da ganas de ser mejor persona.
A. V.?Eso me han dicho, yo no s¨¦ si es verdad, lo cierto es que todos los que han visto la pel¨ªcula no pueden mirar de la misma manera a los que ven recogiendo los restos en los mercados o a los que viven en caravanas. As¨ª fue el germen de la pel¨ªcula, una vez al acabar el mercado me di cuenta de toda la gente que aparec¨ªa con sacos y bolsas de pl¨¢stico recogiendo lo que sobraba. Ese gesto de recogida, me record¨® gestos que hab¨ªa visto en cuadros, en grabados.
I. C.?Sin embargo, su presencia f¨ªsica en el filme, sus manos, la tapa del objetivo que se balancea son tambi¨¦n los que hacen la pel¨ªcula tan ¨²nica, tan libre.
A. V.?Tengo la impresi¨®n de que es una libertad que viene envejeciendo, no quiero hacer comparaciones, pero me siento un poco como los viejos pintores, como Matisse cuando empez¨® en su vejez a hacer recortables de mu?ecas. Cuando uno es joven necesita hacer un boceto, un apunte, empezar con alguna base y, sin embargo, al envejecer puedes hacer acopio de una especie de almac¨¦n general de emociones y seguir tu instinto. Trabajar en el montaje ha sido muy importante en estas dos pel¨ªculas, el montaje es donde puedo organizar mis impresiones y conseguir un equilibrio entre las cosas que hacen da?o, que dan pena y las cosas ligeras. Porque yo pienso que en un mundo donde casi todo va mal, casi todo es injusto, uno no puede pasarse el d¨ªa culpabiliz¨¢ndose, eso no cambia nada. Por ejemplo, en esta guerra, en esta horrible guerra de Iraq, yo me he sorprendido sinti¨¦ndome vagamente culpable.
I. C.?Piense como se sentir¨ªa si su propio pa¨ªs, el Gobierno de su pa¨ªs, hubiera apoyado abiertamente la guerra.
A. V.?S¨ª, eso es mucho peor, pero el caso es que todos nos hemos manifestado y no hemos conseguido parar la guerra. Con la miseria pasa lo mismo, en fin, uno a veces se siente responsable de la miseria del de al lado, de la miseria del que vive en un pa¨ªs como Francia, en una caravana , con un grifo del que apenas sale un hilo de agua.
I. C.?Me impresion¨® mucho la relaci¨®n entre Sammy, el hombre que se parece a?Ho Chi Minh, y Salom¨®n.
A. V.?S¨ª, es una relaci¨®n conmovedora.?Ho Chi Minh le daba cobijo y en aquella casa hab¨ªa un l¨ªo tremendo de papeles, neveras, cocinas viejas, cartones, fardos de ropa y, sin embargo, esos dos hombres se quer¨ªan, hab¨ªa una ternura entre ellos tremenda.
I. C.?Y cuando Salom¨®n dice: ¡°Me gusta hacer re¨ªr a la gente, hacerles felices¡±.
A. V.?S¨ª, ?te imaginas? ese hombre que vive de la caridad, que duerme en una furgoneta aparcada en la calle, con un peque?o bid¨®n de agua y apenas lo puesto, es un hombre contento, contento con su destino, contento con hacer re¨ªr a los dem¨¢s, conforme con el dinero que le dan por acarrear cosas de ac¨¢ para all¨¢, nunca quej¨¢ndose.
I. C.?Eso es lo que impresiona.
A. V.??Es una cuesti¨®n de car¨¢cter, de fuerza de esp¨ªritu, uno nace as¨ª? no lo s¨¦, pero ese hombre me dio una lecci¨®n... a veces uno se siente un poco rid¨ªculo, como cuando llego a una ciudad a presentar mis pel¨ªculas, que en el fondo tratan de la miseria, y me dan la mejor suite del hotel, con una ba?era en la que puede caber una familia de cinco miembros y me pregunto: ?Qu¨¦ tiene que ver todo este lujo con lo que representa mi pel¨ªcula? las contradicciones en ese sentido son espectaculares.
I. C.?Como cuando vas en limousine al estreno de una pel¨ªcula que pasa en un tr¨¢iler.
A. V.?S¨ª, pero el caso es que, el hecho de que yo haya hecho una pel¨ªcula sobre los espigadores no quiere decir que me tengan que dar una caravana y un saco de dormir cuando voy a presentarla en un festival.
Las dos, entrevistada y entrevistadora, tenemos aqu¨ª un buen momento de reflexi¨®n sobre las espectaculares contradicciones del planeta en general, en las que solo el sentido del humor y la distancia introspectiva pueden ser aliadas.
I. C. Es muy reconfortante volver a ver a los personajes de Los espigadores...?Uno tiene la impresi¨®n en la segunda parte de que la pel¨ªcula les ha hecho mucho bien.
A. V. Yo ten¨ªa una deuda con ellos. Cuando la pel¨ªcula ha recibido premios en met¨¢lico, los he compartido con ellos, les he enviado dinero. Para m¨ª, la pel¨ªcula da voz y sirve de v¨ªnculo entre los que no tiene voz y los que nunca se han parado a escucharles. Y en ese sentirme intermediaria, a veces, me he preguntado si no era una manera de aprovecharme de ellos.
I. C. No es esa, en absoluto, la impresi¨®n que uno se lleva con las pel¨ªculas. Usted se acerca a esas personas de igual a igual, con curiosidad, sinceridad y mucha ternura.
A. V. Bueno, no s¨¦. Yo estaba all¨ª con mi peque?a c¨¢mara y mi manera de hacer, con curiosidad afectuosa, hac¨ªa bromas con ellas... Para m¨ª no eran personas ajenas y, por eso, me ha gustado reencontrarles dos a?os despu¨¦s. Algunos se pasan por mi casa cuando vienen a Par¨ªs, les invito a un caf¨¦, a comer. Y los espectadores se han sentido conmovidos por la pel¨ªcula. Muchos de ellos tambi¨¦n se han alegrado. De hecho, jam¨¢s he tenido una respuesta tan emotiva, c¨¢lida y colorista, como con esta pel¨ªcula. Eso est¨¢ en Deux ans apr¨¦s, todas las cartas, libros, regalos, pedazos de madera encontrados en la playa, m¨¢scaras hechas de chapas de Coca-Cola, peque?as esculturas hechas de materiales encontrados en la calle.
I. C. Y patatas.
A. V. Y patatas en forma de coraz¨®n, de mu?eca, de ¨¢ngel, de todas las formas y colores. La semana pasada me regalaran una cesta de patatas negras; no sab¨ªa que exist¨ªan. En Francia ya me deben llamar ¡°madame patata¡±.
I. C. Son bell¨ªsimas las patatas que han florecido.
A. V. ?Verdad que s¨ª? Yo las encuentro muy bellas, fascinantes. Que algo tan primario, tan b¨¢sico, tan simple, tan barato, tan tonto como las patatas pueda al mismo tiempo esconder tanta belleza. A lo mejor por eso yo estoy en contra de los productos de belleza. Bueno, eso lo digo por decir. Lo que s¨ª creo es que la belleza solo existe si uno intenta buscarla. Para m¨ª la patata en forma de coraz¨®n respira.
I.C. Como la belleza de todas esas cosas tiradas.
A.V. S¨ª, esas cosas, que, como dice Macha en la pel¨ªcula, crean v¨ªnculos entre las personas, explican historias. Esas minucias, esas peque?as mu?ecas sin brazos, esos peque?os objetos que han entrado en nuestra memoria y que, de alguna manera, est¨¢n llenos de emoci¨®n, de la emoci¨®n que nosotros colocamos en ellos. Para ella, para esa mujer, como para el hombre que colecciona botones.
I. C. Ese es el ¨²nico que me ha parecido un poco fantasma?en la pel¨ªcula.
A. V. S¨ª. Quiz¨¢s, en el momento en que se intelectualiza un discurso as¨ª deviene pretencioso.
I. C.??til, sin embargo, porque usted hab¨ªa perdido un bot¨®n. D¨¦jeme preguntarle algo que me interesa de una manera muy personal , vi¨¦ndola en estas dos pel¨ªculas que me han conmovido profundamente , impresiona su agudeza, su sentido del humor...
A. V. Alguien dijo que el sentido del humor es la elegancia de la desesperaci¨®n.
I. C.?Su absoluta libertad e independencia y su inteligencia, [ante estas palabras, Varda pone una cara de incredulidad profunda] ?ha perdido alguna vez su fe en el cine?
A. V. No, nunca. Seguramente, porque yo nunca he triunfado. Bueno, quiz¨¢s una vez, con Sans toit ni loi (Sin techo ni ley), que fue una pel¨ªcula que funcion¨® muy bien en todo el mundo y en la que no tuve que sacrificar nada. Era un filme duro, feo, desagradable, con un personaje inadaptado en un mundo hostil y, extra?amente, mucha gente am¨® la pel¨ªcula. Y despu¨¦s, no s¨¦, a m¨ª nunca me ha interesado hacer carrera en el cine, no me ha interesado tener ¨¦xito en el sentido de los Oscar, el dinero o los homenajes. Me gustan, como a todo el mundo, pero no s¨¦... Para m¨ª fue muy revelador lo que me dijo el psicoanalista/viticultor, que uno recoge lo que la conciencia y la memoria han tirado, abandonado. Y yo trabajo como si de un lado del mundo estuviera la desesperaci¨®n y del otro lado, las patatas.
I. C. El coraz¨®n tiene forma de patata.
A. V. Es verdad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.