Con el mundo a cuestas
La Virreina muestra la influyente obra de August Sander, representante de la Nueva Objetividad y, parad¨®jicamente, quien concedi¨® a la fotograf¨ªa la facultad de interpretar el mundo subjetivamente
La sombra de August Sander (Herdorf, 1867-Colonia, 1964) es tan alargada que atraviesa toda la fotograf¨ªa del siglo XX. Se le sit¨²a dentro de la Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad o Nueva Sobriedad), una corriente est¨¦tica que durante las primeras d¨¦cadas del siglo pasado se rigi¨® por el principio de lealtad a una realidad positivamente tangible. El estudioso de la fotograf¨ªa Beaumont Newhall lo incluy¨® en el grupo de documentalistas, junto a Evans, Hine, Abbott, Lange y Bourke-White, precisando que el t¨¦rmino documento no se refer¨ªa tanto a lo hist¨®rico como al ¡°respeto por los hechos¡±, lo que implica ¡°el deseo de analizar e interpretar subjetivamente el mundo en que vivimos¡±. Un tercer encaje infiltra su trabajo en las pr¨¢cticas art¨ªsticas de las ¨²ltimas d¨¦cadas, con el auge del conceptual, el minimalismo (la escuela de Bernd y Hilla Becher) y el archivo-Mnemosyne, omnipresente en documentas y bienales.
Hijo de un carpintero que trabajaba en una cuenca minera de la regi¨®n alemana Renania-Palatinado, August Sander aprendi¨® el oficio como ayudante de un fot¨®grafo de minas. El subsuelo fue su m¨¢s f¨¦rtil cuarto oscuro y alumbr¨® su conciencia social, que contagi¨® a su hijo Erich (detenido y condenado a prisi¨®n por los nazis), desde su peque?o estudio fotogr¨¢fico, primero en Linz y despu¨¦s en Colonia. En el empe?o de retratar a los ¡°hombres del siglo XX¡± (fueron m¨¢s bien antirretratos, al estilo de la cinematograf¨ªa sovi¨¦tica), cre¨® un atlas donde plasm¨® un trozo de mundo y de tiempo, un ejercicio fision¨®mico de individuos, hombres y mujeres de diversas profesiones, grupos sociales y tambi¨¦n seres marginales, entre los que se contaban tullidos, ancianos y veteranos de guerra. En 1929 public¨® el primero de una serie de 20 tomos titulado El rostro de nuestro tiempo, acompa?ado de una introducci¨®n de Alfred D?blin, representante de la novela expresionista. Toda una declaraci¨®n de principios.
No se publicaron m¨¢s tomos porque las inferencias pol¨ªticas de aquel material, que lleg¨® a alcanzar 40.000 negativos, disgustaron a los censores nazis, que confiscaron todas las fotograf¨ªas y destruyeron las placas. En adelante, August Sander vivir¨ªa un exilio interior, consagrado esencialmente a capturar con su c¨¢mara los paisajes de juventud y las viejas calles de Colonia.
Los retratos de Sander desentra?an las paradojas del sujeto aut¨®nomo burgu¨¦s: el individuo se desintegra y se desenvuelve a la vez. Tambi¨¦n muestran una sociedad extraordinariamente diferenciada, algo inaceptable para los reg¨ªmenes fascistas, que intentaron erradicar la memoria de la primera democracia liberal de Alemania. Sus fotograf¨ªas, aparentemente neutras, son una cascada de emociones. Hoy las vemos en las portadas de libros o los artistas contempor¨¢neos se las apropian. La imagen del cocinero que agarra con sus manos gordinflonas una cazuela de lat¨®n, ataviado con una bata blanca, como un santo, y unos zapatos rutilantes, como un ministro, adelanta la dignidad de las celebrities de la haute cuisine. La norteamericana Diane Arbus admir¨® los retratos de August Sander, transport¨¢ndolos hacia territorios que rozaban lo abyecto, intrigada y muchas veces perdida en las vidas de subalternos, marginales y enajenados. Sin Sander, un hist¨®rico como Walker Evans tampoco habr¨ªa retratado a la sociedad estadounidense durante la Gran Depresi¨®n. Quien posiblemente llev¨® la fotograf¨ªa al punto m¨¢s alejado de su comercializaci¨®n fue tambi¨¦n el que involuntariamente hizo m¨¢s para que fuera considerada arte.
Para el p¨²blico que haya visto s¨®lo fragmentariamente sus fotograf¨ªas, el Palau de La Virreina brinda una completa selecci¨®n de 200 im¨¢genes procedentes del archivo August Sander de Colonia. Son copias modernas realizadas a partir de los negativos de cristal, a las que se a?ade un apartado documental con cartas manuscritas, fotograf¨ªas personales y otros materiales biogr¨¢ficos. Para cada sala hay una ¡°familia¡± ¡ªcampesinos, artesanos, artistas, poetas, trabajadores cualificados (editores, eruditos, arquitectos) y ni?os¡ª. La mujer tiene su propio cap¨ªtulo, bien como ama de casa, madre o emancipada.
Cierra el recorrido una tem¨¢tica poco conocida, fotograf¨ªas de posturas y detalles de partes del cuerpo, en especial las manos, que se muestran con estatuto ontol¨®gico propio. August Sander ve¨ªa en el cuerpo que gesticula o el que trabaja el esp¨ªritu de una ¨¦poca, y la mano era para ¨¦l ps¨ªquica e intencional. No por otra raz¨®n la fotograf¨ªa se convirti¨® en la herramienta preferida del psicoan¨¢lisis.
Gente del siglo XX. August Sander. La Virreina Centro de la Imagen. Barcelona. Hasta el 23 de junio.
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