Las semanas de Mill¨¢s
En ¡®La vida a ratos¡¯, su nueva novela, el escritor toma el riesgo de ponerse a caminar y contar lo que le producen los d¨ªas a los que se enfrenta
Franz Kafka dej¨® dicho que ¡°despertarse es el momento m¨¢s arriesgado del d¨ªa¡±. Y Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, nacido en Valencia en 1946, autor de La soledad era esto o El desorden de tu nombre y columnista de EL PA?S, ha tomado el riesgo de, nada m¨¢s despertar, ponerse a caminar y contar lo que le producen los d¨ªas a los que se enfrenta. El resultado es La vida a ratos (Alfaguara), ¡°una novela disfrazada de diario¡± que tiene el temblor de ese riesgo kafkiano.
Caminar lo pone a escribir, como si huyera. Huye, dice, ¡°hacia adelante, hacia lo que le da miedo, para abrazarlo¡±. ¡°No s¨¦ qu¨¦ relaci¨®n hay entre zonas del cuerpo tan alejadas entre s¨ª como los pies y la cabeza¡±, afirma. ¡°Pero lo cierto es que cuando muevo los pies, cuando camino, se me pone la cabeza a cien. No te dir¨ªa que pienso con los pies, pero s¨ª gracias a ellos¡±.
La vida a ratos es la escritura de un solitario, que va hablando solo. Recuerda al corredor de fondo de Alan Sillitoe, correr por correr. ¡°Ese personaje piensa mientras corre por el circuito f¨ªsico en el que entrena. El m¨ªo piensa mientras corre por el circuito mental que representan los d¨ªas de la semana¡±. Y de eso precisamente trata esta charla por correo electr¨®nico, de la que sale un dietario en el que Mill¨¢s cuenta su relaci¨®n con el discurrir de las jornadas.
Lunes. ¡°Me imagino los d¨ªas de la semana como las estaciones de una l¨ªnea de metro. Me subo en la parada llamada Lunes, que es cabecera, y me voy bajando sucesivamente en Martes, Mi¨¦rcoles... En La vida a ratos no siempre me detengo en todas. A veces se abre la puerta en Jueves y veo bajar y subir a la gente mientras yo sigo sentado. En cierta ocasi¨®n, en el and¨¦n de Domingo, vi a mis padres muertos, cogidos de la mano, como esperando un tren, pero al verme dentro no se subieron. Tampoco, al verlos fuera, yo me baj¨¦¡±.
Martes. ¡°En la estaci¨®n del metro Martes, una vez, al abandonar el vag¨®n, me cruc¨¦ con una mujer de unos 40 a?os que entraba en ¨¦l y que me dijo por lo bajo: ¡®Lleva cuidado¡¯. Llev¨¦ cuidado y no me pas¨® nada malo en todo el d¨ªa¡±.
Mi¨¦rcoles. ¡°Suele ser una jornada estupenda. El lunes y el martes nos han acostumbrado ya al discurrir de los d¨ªas, de manera que no nos extra?a que pasen. El mi¨¦rcoles es el d¨ªa de la semana en el que m¨¢s se viaja en avi¨®n porque ese d¨ªa no se caen. La gente est¨¢ convencida de que ese d¨ªa goza de una protecci¨®n especial: puedes fumar sin que te d¨¦ c¨¢ncer, beber sin que te d¨¦ ardor de est¨®mago y salir sin paraguas, aunque amenace lluvia. Si hubiera de verdad una estaci¨®n de metro que se llamara Mi¨¦rcoles, todos nos bajar¨ªamos en ella¡±.
Jueves. ?Qu¨¦ significa el jueves en la Espa?a que usted retrata en el libro, en la que la ri?a no parece tener tregua? ¡°Si hubiera justicia en este mundo, los d¨ªas, como los tomos de las enciclopedias, estar¨ªan ordenados por orden alfab¨¦tico y el jueves no tendr¨ªa esos problemas¡±.
Viernes.? ¡°Lo mejor de las fiestas, como todo el mundo sabe, son sus v¨ªsperas. Lo mejor por lo tanto del s¨¢bado es el viernes. Hasta Robinson Crusoe, viviendo en una isla, encontr¨® ese d¨ªa un hombre que vino a aliviar su soledad. Todo el mundo encuentra pareja en viernes. Frente a mi casa hay un instituto de ense?anza media a cuyas puertas me coloco los viernes a la hora de la salida. Si ves los rostros de los adolescentes y las adolescentes cuando por fin pisan la calle, crees en Dios. De ah¨ª que el Viernes de Dolores no acabe de cuajar. Los cristianos lo aprovechan para irse de puente¡±.
S¨¢bado. ¡°El s¨¢bado, en un grado u otro, siempre decepciona las expectativas del viernes. Incluso cuando las colma, sentimos una ligera depresi¨®n, como si lo conquistado no fuera lo que realmente anhel¨¢bamos. ¡®No era esto, no era esto¡¯, nos decimos imitando a Ortega. No era esto, nos decimos el s¨¢bado con la tristeza del adolescente que se acaba de masturbar. No era esto, sino lo que esto representaba, pero estamos hartos de representaciones, ya va tocando un poco de realidad¡±.
Domingo. ¡°Entre nosotros es el ¨²ltimo d¨ªa de la semana, pero en algunos pa¨ªses es el primero. Significa que no sabemos qu¨¦ hacer con ¨¦l, sobre todo a la ca¨ªda de la tarde, cuando miramos por la ventana y nos viene a la memoria aquel verso de Gil de Biedma: ¡®Quiz¨¢ tienen raz¨®n los d¨ªas laborables¡¯¡±.
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