El fil¨®sofo Daniel Gamper gana el Anagrama de Ensayo con un SOS para salvar las palabras
El jurado premia una obra del autor barcelon¨¦s que indaga en el valor ¨¦tico y original del lenguaje
Mal transmitida y aprendida en casa y en las aulas, vaciada y expoliada de sus significados originales en la vida pol¨ªtica y p¨²blica donde puede decir uno y lo contrario gracias a la demagogia y maltratada y deformada en los medios de comunicaci¨®n y las redes sociales, no son sin duda buenos tiempos estos para la palabra. Quiz¨¢ nunca en la historia de la Humanidad hab¨ªa estado tan atropellada. Sobre todo ello y la necesidad de resituar el valor justo de la palabra, como si se tratara de un mensaje de socorro, un SOS, reflexiona el profesor de filosof¨ªa pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona Daniel Gamper en Las mejores palabras. De la libre expresi¨®n, trabajo con el que ha obtenido en Barcelona el 47? premio Anagrama de ensayo y sus 8.000 euros de dotaci¨®n.
La reflexi¨®n de Gamper (Barcelona, 1969), sedimentado en los conocimientos de la obra de pensadores como?Habermas, Butler y Croce a los que ha traducido, pasa por c¨®mo encontrar de nuevo el ¡°valor ¨¦tico, pol¨ªtico y civil de las palabras y por preguntarnos sobre el mejor de sus usos a trav¨¦s de un saludable y ameno recorrido por lugares, ocasiones y tesituras¡±, seg¨²n Daniel Rico, uno de los miembros de un jurado que, completado con Jordi Gracia, Chus Mart¨ªnez y la editora S¨ªlvia Ses¨¦, tuvo que enfrentarse este a?o a 77 originales de 15 pa¨ªses.
¡°En estos momentos de fake-news y de postverdad constato una devaluaci¨®n de la palabra, en el marco de unas tendencias iliberales constantes, una ausencia de la utilidad de la palabra, por ello reivindico la libertad de expresi¨®n¡±, dice Gamper, si bien prefiere referirse a ella con la expresi¨®n ¡°discurso libre¡±: ¡°Expresi¨®n significa sacar algo de dentro, no tanto una relaci¨®n de unos con los otros; la palabra significa nosotros, un discurso incluye la escucha, al otro¡±.
Para aquel recorrido, Gamper no duda en viajar primero al ¨¢mbito de la casa, donde, en principio, se aprenden los rudimentos del habla y uno se incluye en una comunidad ling¨¹¨ªstica y moral. A pesar de que en el estudio no entra excesivamente en ejemplos pol¨¦micos (¡°el pensamiento no debe ser pol¨¦mico: la pol¨¦mica supone lucha y gente que hace ruido¡±), con relaci¨®n al biling¨¹ismo en Catalu?a defiende ¡°la importancia de que haya siempre una lengua com¨²n, una koin¨¦, pero que no debe arrastrar una visi¨®n rom¨¢ntica; una lengua sin apoyo institucional fuerte no sirve para la democracia¡±, opina.
El segundo espacio que repasa es el de la escuela, donde esa palabra es disciplinada y encaminada a ser utilizada siempre como br¨²jula colectiva de la verdad. Y ah¨ª ya asoma, indirectamente, una correcci¨®n pol¨ªtica que ¡°topa con un radicalismo estudiantil o universitario que quiere renombrar el mundo¡±. En la trayectoria que es el ensayo, el autor no olvida dos de las esferas primordiales del espacio p¨²blico; una de ellas es el ¨¢mbito de la democracia pol¨ªtica, donde Gamper constata que las palabras deben circular sin obst¨¢culos y, al menos en lo te¨®rico, deben quedar excluidas las que amenazan con la disgregaci¨®n del orden social. En esa l¨ªnea, alerta de que ¡°en una sociedad liberal no hay, en teor¨ªa, una censura previa, pero s¨ª mecanismos indirectos que reducen la palabra libre, como la autocensura; el mercado tambi¨¦n juega su papel¡, pero si no hay fricci¨®n no hay ejercicio de libertad; ha de haber alg¨²n tipo de riesgo¡±.
Sobre la decisi¨®n de la Junta Electoral Provincial de Barcelona de prohibir el uso de ciertas palabras en las informaciones de Televisi¨®n de Catalu?a vinculadas al proc¨¦s, Gamper cuestiona un eslab¨®n superior, como es ¡°la tutela pol¨ªtica de los medios p¨²blicos aceptada como normal; no lo tengo claro porque bajo el mandato de la neutralidad deseada se abdica de seleccionar las mejores palabras: todas las opciones son iguales y no es as¨ª¡±. De ah¨ª, cuando aborda la otra gran esfera, la de los medios de comunicaci¨®n, le parece un ¡°grav¨ªsimo error¡± el formato de las tertulias: ¡°Creemos que presentando todo el abanico se aporta la objetividad; mi apuesta es la necesidad de dar la voz a una autoridad un¨¢nimemente reconocida; el problema es que en Espa?a no existen esas autoridades¡±.
Tanto en el ¨¢mbito pol¨ªtico como en el de los medios, el estudioso constata que las palabras asoman, hoy, sin control alguno y de forma bastante torticera. Por ello, habla de buenas palabras, ant¨®nimo, claro, de ¡°las peores: las palabras sirven para cuidarnos los unos a los otros, para discutir colectivamente sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto; cuando se ponen al servicio de alguien o del mercado, no cumplen esa funci¨®n¡±. Las nuevas tecnolog¨ªas tampoco ayudan: ¡°La ausencia de rostro, de presencia p¨²blica, implica que uno no deba rendir cuentas de las palabras que usa; la brevedad, adem¨¢s, resta todo matiz, la entonaci¨®n desaparece¡±.
En todos los casos, y coherente con su trayectoria intelectual, enmarcada por el estudio de los l¨ªmites del liberalismo y el concepto de tolerancia, Gamper, bisnieto del fundador del FC Barcelona, se muestra defensor de la libre palabra, como ha dejado reflejado todo ello ya en algunos de sus libros publicados anteriormente, como La fe en la ciudad secular. ¡°Es un ensayo m¨¢s orientado a la conversaci¨®n que a las conclusiones¡±, exponen desde la editorial la naturaleza de un texto que llegar¨¢ a las librer¨ªas el 5 de junio. Como hacen las mejores palabras.
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