¡®Juego de tronos¡¯ 8x05: La reina de las cenizas
A falta de un cap¨ªtulo para finiquitar la serie, el argumento se precipita hacia un nuevo trono maldito
La batalla final de Juego de tronos, emitida esta madrugada, empez¨® en el tiempo de la fantas¨ªa (los castillos, barcos, dragones, caballos y caballeros de siempre sobre el tablero) para acabar de forma abrupta en el nuestro, con esos hombres, mujeres y ni?os cubiertos de sangre y ceniza que por desgracia no nos son tan ajenos. Un inquietante t¨²nel del tiempo para el que el realizador de este episodio (otra vez el oscuro Miguel Sapochnik) desliz¨® un simple detalle: en toda la recta final del episodio, ni la Khaleesi ni su ¨²nico drag¨®n vivo, Drogon, salieron en primer plano en la pantalla. Quedaron reducidos as¨ª a un ente deshumanizado y abstracto que solo escup¨ªa terror y fuego. Todas las guerras son iguales y a una serie que le ha gustado jugar con el espect¨¢culo de las estrategias militares al menos le faltaba reconocerlo.
Daenerys hab¨ªa prometido en la s¨¦ptima temporada que ella no ser¨ªa, como su padre, la Reina de las Cenizas, pero el hambre de poder lo corrompe todo, tambi¨¦n a ella, la Rompedora de Cadenas. Reducida a un monstruo como sus enemigos, Juego de tronos liquida as¨ª a su principal hero¨ªna. Tan solo queda el ep¨ªlogo de casi una d¨¦cada de viaje y solo cabe esperar que los otros personajes vivos, Tyrion, Jon Nieve, Arya, Sansa y Bran Stark huyan de su lado. En el caso de los hermanos Stark el destino parece claro, el norte. En el de Jon Nieve, ojal¨¢ fuese volver al ¡°verdadero norte¡± junto a su lobo Fantasma (si me preguntan a m¨ª, el verdadero amor de su vida), pero ahora mismo ¨¦l es la ¨²nica amenaza al trono de su t¨ªa; y a Tyrion, cumplidas sus peores pesadillas y ¨²ltimo de los Lannister, solo le queda vivir para contarlo.
Desde la s¨¦ptima temporada la amenaza de un final as¨ª, amargo para todos, estaba sobre la mesa. La ejecuci¨®n de Lord Varys, ¡°la voz del pueblo¡±, en los primeros minutos de esta madrugada confirmaba los peores presagios. Sapochnik, que ha firmado algunos de los mejores cap¨ªtulos de la serie, entre ellos La batalla de los bastardos o La larga noche, volvi¨® a demostrar su capacidad para desenvolverse entre el caos. Otra vez un guion de pocas palabras, de duelos entre hermanos, de multitudes acorraladas, donde los escombros de una ciudad lo entierran todo. El sue?o de un mundo mejor, aniquilado. En el ¨²nico encuentro cara a cara entre los dos personajes principales, Jon Nieve y Daenerys, el peso de la tragedia volvi¨® a caer sobre los hombros del bastardo de Invernalia. La reina de las cenizas y su particular cenizo, un incapaz para la farsa y la felicidad. Sin amor, su reina pronunci¨® sus ¨²ltimos designios: ¡°Entonces miedo¡±.
Quiz¨¢ lo sorprendente a estas alturas es que la Khaleesi se haya convertido en un icono feminista pese a muchos de sus irritantes defectos; el principal, su obsesi¨®n con alcanzar a toda costa el trono, y que por el contrario no lo sea un personaje femenino que le dobla en inteligencia y astucia: Sansa Stark. Como su madre, Catelyn Stark, y a diferencia de su hermana Arya o de la propia Khaleesi, Sansa representa la fuerza del sentido com¨²n, aunque sea m¨¢s sexi cabalgar sobre dragones, salir desnuda e indemne de una pira de fuego y creerte la due?a y se?ora de todo. La deriva autoritaria de la Madre de Dragones viene de varias temporadas atr¨¢s, no es algo metido con calzador a ¨²ltima hora. En la s¨¦ptima temporada es el propio Tyrion quien le dice a Cersei que la diferencia entre la Khaleesi y ella es que la primera se teme a s¨ª misma. Poco m¨¢s.
La batalla final fue letal para los Lannister. Una Cersei entre l¨¢grimas contemplaba incr¨¦dula la brutalidad del ataque a¨¦reo, consciente de que sus inocentes escudos humanos no supon¨ªan un freno para la ira del enemigo. Sola, con su guardia aniquilada y las torres de su Fortaleza Roja desplom¨¢ndose a sus pies, encontr¨® el consuelo final (generosos los guionistas con ella) de su hermano y amante, Jaime, liberado por Tyrion en una de las secuencias m¨¢s tristes del episodio. El enorme enano, abrazado a su hermano mayor, se desped¨ªa entre l¨¢grimas del ¨²nico que siempre lo quiso: ¡°De no ser por ti jam¨¢s hubiese sobrevivido mi infancia. T¨² eras el ¨²nico que jam¨¢s me trat¨® como un monstruo¡±. Nada le ha salido bien a Tyrion. ?l, Jon Nieve y Arya son los supervivientes de una catarsis de la que son horrorizados testigos.
Lo peor del final de Juego de Tronos es precisamente eso, la necesidad de cerrar una historia que ni su propio autor ha cerrado y cuya expectaci¨®n sobrepasa todas las fronteras y l¨ªmites. No habr¨ªa sido mala idea que los creadores de la serie hubieran optado por una rid¨ªcula soluci¨®n interactiva como en el Bandersnatch de Black Mirror. Y que cada uno se empache con los suyos.
A falta de un cap¨ªtulo para finiquitar la serie, el argumento se precipita hacia un nuevo trono maldito. Ya sea si reina la Khaleesi o si lo hace el verdadero heredero, Jon, condenando as¨ª al personaje a la desdicha de un poder y una vida de la que reniega. A estas alturas, buscar un giro sorpresa que contente a los espectadores (si es que eso tiene alg¨²n sentido) ser¨ªa atropellado. Salvando las distancias y sin querer caer en odiosas ¡ªy en este caso absurdas¡ª comparaciones, Juego de Tronos padece el s¨ªndrome de Apocalypse Now, la obra maestra de Coppola sobre el infierno de Vietnam cuyo final suele plantear un interesante debate sobre si est¨¢ o no a la gigantesca altura del resto del filme y al que el propio Coppola, que lo cambi¨® e improvis¨® en el ¨²ltimo minuto, no era ajeno. Coppola, eso s¨ª, ten¨ªa un as en la manga, Marlon Brando, al que solo le preocupaba cobrar e irse y que se present¨® tan gordo que oblig¨® al director a rodarlo entre sombras. Sea como sea, consciente de sus limitaciones para esa catarsis final, Coppola supo sacarle partido al mito. Pero aqu¨ª no hay un Brando para sentar en el trono, cualquier trono, y mantener al p¨²blico quieto y callado. Como mucho Drogon, ya saben, las fauces del horror, el horror¡
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