Grave cornada a Gonzalo Caballero

Gonzalo Caballero es carne de ca?¨®n, un torero que huele a hule. Rara es la tarde que no acaba en la enfermer¨ªa. Y en su ¨²nica comparecencia en San Isidro ha sido fiel a su tradici¨®n. Parec¨ªa que se salvaba en su primero, pero result¨® dram¨¢ticamente cogido a la hora de matar. Se tir¨® encima del toro, y, antes de salir volteado, el pit¨®n entr¨® en el muslo izquierdo del torero, que qued¨® inerme en la arena, inm¨®vil, hasta que fue socorrido por las asistencias.

Ciertamente, su labor con la muleta hab¨ªa captado la atenci¨®n del p¨²blico con estatuarios iniciales y tres tandas de derechazos de buen tono. Tras un intento por naturales, dos circulares por la espalda y unas bernardinas algo alocadas lleg¨® la cornada y ah¨ª acab¨® la feria de San Isidro para este valiente torero que no acaba de encontrar el camino para zafarse de los pitones.

Juan del ?lamo, por su parte, lleg¨® a la plaza medio adormilado y el primer toro le propin¨® una voltereta tan escalofriante que lo dejar¨¢ despierto durante varios d¨ªas. Afortunadamente, no hubo sangre, pero el golpe fue morrocotudo.

Andaba el salmantino haciendo lo que pod¨ªa, -bien poco, por cierto-, muleta en la mano izquierda, con un toro encastado y fiero al que nunca entendi¨®, cuando el animal lo enganch¨® por la espalda, y lo lanz¨® por los aires con tal fuerza que el torero dio una vuelta completa sobre s¨ª mismo antes del tremendo costalazo en la arena; all¨ª, el toro lo busc¨® con sa?a y, por suerte, no hizo diana. Pero Del ?lamo qued¨® hecho un gui?apo, lo llevaron a rastras hasta las tablas, lo abanicaron, le echaron agua por el cuello y volvi¨® renqueante y molido a la cara de su ¡®amigo¡¯. A¨²n tuvo agallas para trazar una tanda de derechazos de mejor factura que los pases insulsos y destemplados en los que hab¨ªa basado su labor. Se perfil¨® para matar, cobr¨® una estocada, pero el animal se sinti¨® algo molesto y lo persigui¨® con furia y evidente ¨¢nimo que acabar lo que no hab¨ªa conseguido en la voltereta. Del ?lamo, que no estaba para carreras, no tuvo m¨¢s remedio que hacer acopio de fuerzas y poner pies en polvorosa. Felizmente, el asunto no pas¨® a mayores.

Tampoco destac¨® ante el cuarto, el m¨¢s noble del encierro, al que dio muchos pases entre la indiferencia popular. Y lidi¨® sin brillantez el sexto por cogida de Caballero: las seis ver¨®nicas iniciales fueron extraordinarias y as¨ª finaliz¨® su tarde maratoniana.?

Tambi¨¦n compareci¨® Jos¨¦ Garrido, pero con pocas ideas, y superado por las dificultades de su lote. En el sexto ¡®pidi¨® perd¨®n¡¯ con un templado quite a la ver¨®nica.

?Y los toros? Encastados, algunos bravos en el caballo, fieros y dificultosos, como debe ser el toro de lidia. Pero la terna no estuvo a la altura requerida.

La tarde hab¨ªa comenzado calentita: tres pancartas en el tendido 7 ped¨ªan el cese del presidente, el mismo que err¨®neamente permiti¨® la salida a hombros de Perera. Tras los gritos de ¡®fuera del palco¡¯, se present¨® una pareja de la polic¨ªa pidiendo las telas, lo que aument¨® la algarab¨ªa. Ante la protesta mayoritaria, los representantes de la ley optaron por la retirada.

La corrida de hoy. Toros de Parlad¨¦, para El Cid, L¨®pez Sim¨®n y Roca Rey.