Digna confirmaci¨®n
Buena impresi¨®n de la terna de toreros ante una decepcionante corrida de Jandilla
Digna confirmaci¨®n de ?ngel T¨¦llez. Para empezar, no mereci¨® el silencio que escuch¨® a la muerte de su primer toro. La gran estocada que cobr¨® tras un pinchazo fue de premio. El animal cay¨® rodado y sin puntilla. Pero no fue lo ¨²nico bueno de su estreno en Las Ventas. Soso, incierto, muy deslucido y reticente fue el toro de su confirmaci¨®n, adem¨¢s de nada fiable por sus extraviadas miradas y un comportamiento que no admit¨ªa confianza alguna.
Pero all¨ª estuvo el joven torero, firme y entregado, dispuesto en todo momento, aguantando parones peligrosos. Se justific¨® sobradamente, se jug¨® el tipo y dec¨ªan en el tendido que a cambio de nada; no, hombre, a cambio de demostrar que quiere ser torero.
JANDILLA/CASTELLA, DE JUSTO, T?LLEZ
Toros de Jandilla, bien presentados, mansos, -solo el quinto cumpli¨® en varas-, descastados y deslucidos.
Sebasti¨¢n Castella: media estocada baja _aviso_ (palmas); media tendida trasera _aviso_ (silencio).
Emilio de Justo: dos pinchazos y estocada (silencio); estocada (estocada).
?ngel T¨¦llez, que confirm¨® la alternativa: pinchazo y gran estocada (silencio); estocada (ovaci¨®n).
Plaza de Las Ventas. 23 de mayo. D¨¦cima corrida de feria. Casi lleno (22.035 espectadores, seg¨²n la empresa).
X
Con un quite por ce?id¨ªsimas saltilleras ante el sexto volvi¨® a poner las cartas sobre la mesa. Muleta en mano, lo esper¨® de rodillas en el centro del anillo y a punto estuvo de perder la crisma si no echa cuerpo a tierra. A continuaci¨®n, el toro se par¨® y solo pudo verse el arrojo y el pundonor de un chaval que ha dejado un buen sabor de boca por su valor y oficio bien aprendido.
Cuando nadie daba un duro por el cuarto toro, tan soso y manso como los dem¨¢s, Sebasti¨¢n Castella se dirigi¨® al centro del ruedo y brind¨® al tendido. All¨ª, en el centro del ruedo, se qued¨®, derecho como una vela, y llam¨® a su oponente que andaba casi resguardado en el tercio. El animal fij¨® la mirada en la figura del torero franc¨¦s y galop¨® con alegr¨ªa hacia su jurisdicci¨®n. Aguant¨® Castella, estoicismo puro, hasta que no faltaban m¨¢s all¨¢ de un par de metros ¡ªo eso pareci¨® desde las alturas¡ª para hacer casi un imperceptible toque con la muleta, suficiente para desviar la trayectoria del tren de 543 kilos que se le ven¨ªa encima. El toro obedeci¨® al enga?o y pas¨® por la espalda del matador, roz¨¢ndole la chaquetilla. Fue uno de esos momentos que desprenden emoci¨®n de verdad, sin hondura, sin ligaz¨®n, sin empaque; solo una demostraci¨®n espartana de valor sin cuento. Y eso tambi¨¦n es toreo.
Hubo un segundo pase cambiado por la espalda que perdi¨® intensidad y un tercero, en el que el toro le rob¨® la muleta, pero la plaza, como debe ser, reaccion¨® con una ovaci¨®n de gala al gesto valeroso de Castella.
La faena fue breve porque escasa era la vida del toro, pero hubo tiempo para paladear un par de muy largos pases de pecho con la mano izquierda y poco m¨¢s. El asunto acab¨® en silencio porque la buena disposici¨®n de Castella no encontr¨® el eco debido en la casta del toro, que fue solidario con todos sus hermanos para protagonizar una tarde negra de la divisa jerezana.
Dos tandas por el lado derecho permiti¨® el primero de su lote y se pudieron ver algunos muletazos templados, largos y limpios a un toro que acud¨ªa con buen son. Pero pronto se le acab¨® el carb¨®n, a pesar de que el torero insisti¨® una y otra vez en un intento de alcanzar la cima entre los diestros pesados, que son tantos, en este San Isidro.
El m¨¢s esperado de la terna, Emilio de Justo, no tuvo opci¨®n con su lote. Serio y maduro, solo destac¨® en la buena estocada al quinto.
La corrida del viernes
Toros de Juan Pedro Domecq para El Juli, Paco Ure?a y David de Miranda, que confirmar¨¢ alternativa.
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