Un ¡®thriller¡¯ en el coraz¨®n del ISIS
Tom¨¢s B¨¢rbulo mezcla en 'V¨ªrgenes y verdugos' el retrato de la vida bajo el fanatismo y el miedo con lo mejor de las novelas de esp¨ªas
Hay cosas que Tom¨¢s B¨¢rbulo (A Coru?a, 1958) tiene claras. La primera: la atenci¨®n del lector est¨¢ al frente de su lista de obsesiones literarias. La segunda: ha tardado en llegar a la ficci¨®n pero lo suyo ha sido siempre contar historias y eligi¨® el periodismo para ello. La tercera: est¨¢ muy c¨®modo con ese antih¨¦roe de la novela contempor¨¢nea llamado Haibala Ahmed Yadali, el Saharaui, el esp¨ªa, el buscavidas, el hombre que protagoniza V¨ªrgenes y verdugos (Salamandra), segunda entrega de una serie inaugurada con La asamblea de los muertos. ¡°He intentado escribir esta novela con un estilo que tiene que ver con c¨®mo vemos y c¨®mo consumimos informaci¨®n de forma m¨¢s r¨¢pida. Para que el lector no se? despiste sacrifico lo que haga falta¡±, cuenta en la sede de EL PA?S, donde trabaja como periodista.
Con un inquietante poder premonitorio, V¨ªrgenes y verdugos cuenta la historia de varias mujeres espa?olas atrapadas en la ciudad de Raqa bajo dominio del ISIS. Una, la joven Alia, acude fanatizada a casarse con un militante del Estado Isl¨¢mico. La otra, Malika, tiene intereses ocultos. Las dos sirven para que B¨¢rbulo nos lleve con una precisi¨®n sobrecogedora por las calles polvorientas de esta ciudad, por el horror de la vida bajo el fascismo y el miedo, en un relato en el que el Saharaui y la trama para acabar con el Jordano, l¨ªder del ISIS, aportan el lado espectacular. ¡°Intent¨¦ un thriller en el coraz¨®n del ISIS. Esto no es periodismo, as¨ª que trataba sobre todo de ser veros¨ªmil¡±, cuenta B¨¢rbulo, admirador confeso de la forma de narrar de sus contempor¨¢neos en EE UU ¨C "en thriller dan sopas con onda a los europeos", asegura¨C al que la actualidad ha sobrepasado, seg¨²n reconoce, en varias ocasiones. ¡°Yo surfeo la realidad. En el primer libro el tema de fondo era la crisis econ¨®mica. Con V¨ªrgenes y verdugos ocurrieron cosas mientras escrib¨ªa que me obligaban a volver atr¨¢s y cambiar algunos detalles¡±. En uno de estos casos en los que la realidad casi supera a la ficci¨®n, con la novela ya en la calle EL PA?S localiz¨® a varias espa?olas que hab¨ªan vivido como Alia y Malika en Siria.
B¨¢rbulo usa un riguroso proceso de documentaci¨®n (fotos de sat¨¦lite, v¨ªdeos, testimonios de v¨ªctimas, entrevistas, cientos de documentos) para terminar de afinar los detalles, para buscar el fuera de foco, para apropiarse de un personaje an¨®nimo que sale en un segundo plano en un canal de noticias y hacer que forme parte de su ficci¨®n. Conocedor del mundo musulm¨¢n (vivi¨® gran parte de sus primeros a?os en Sidi Ifni y el S¨¢hara Occidental y ha viajado continuamente a la zona por trabajo) y del comportamiento de los hombres en esa cultura, B¨¢rbulo ten¨ªa dos retos en esta novela: c¨®mo hacerse con voces femeninas y c¨®mo captar sus gestos si su cuerpo estaba cubierto siempre a excepci¨®n de los ojos. ¡°He tenido que hacer malabares¡±, reconoce, ¡°por eso decid¨ª meterlas en casas, porque bajo techo se pod¨ªan descubrir y no me ten¨ªa que limitar a juegos con la voz y los ojos. Pero lo que m¨¢s trabajo me ha costado ha sido no caer en los estereotipos en los que caemos los t¨ªos cuando miramos desde el lado femenino¡±.
Cuando B¨¢rbulo est¨¢ escribiendo una novela se mantiene implicado leyendo sobre la realidad que luego describe, mirando en el m¨®vil el clima de los escenarios reales, pero no progresa hasta que no ha juntado suficientes d¨ªas libres en el peri¨®dico y se puede sentar, estar una semana viendo lo que ya ten¨ªa escrito y entonces, solo entonces, avanzar.??
Al igual que ocurr¨ªa en La asamblea de los muertos, el autor abre de nuevo el foco m¨¢s all¨¢ del espionaje internacional para llevar al lector al mundo barriobajero de los peque?os criminales, un territorio que conoce, que sabe conectar con la trama general, y que da otra dimensi¨®n a la novela. ¡°Algunos de los personajes que aparecen, esta gente de Ceuta, Marruecos o Mauritania, est¨¢n sacados directamente de mi experiencia como periodista¡±, afirma. Pero es el Saharaui el verdadero rey de esta narraci¨®n. Si Michael Connnelly asegura que se ha arrepentido siempre de dar tanta informaci¨®n sobre Harry Bosch en la primera entrega de la serie sobre este polic¨ªa, B¨¢rbulo no tiene ese problema. H¨¢bil suministrador de la informaci¨®n, el autor juega con el lector para que vaya deduciendo qui¨¦n es este hombre, c¨®mo ha llegado hasta Siria, para qui¨¦n trabaja. ¡°Es como un espejo. En ¨¦l se reflejan los dem¨¢s. Es un personaje ambivalente, cruel y tierno, con un c¨®digo moral. A veces puede parecer un palo sin sentimientos, pero lo necesito as¨ª porque no quiero un narrador omnisciente que lo explique todo. En la tercera entrega contar¨¦ m¨¢s de su vida¡±, anticipa antes de mostrar ciertas dudas sobre el final. ¡°Es duro, pero es que es as¨ª¡±, afirma, poco despu¨¦s, ya con la confianza recobrada.
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