?Ese pit¨®n, por favor!
Deslucida corrida de Las Ramblas con la que destac¨® un valiente Tom¨¢s Campos
LAS RAMBLAS / MORENITO, DEL ?LAMO, CAMPOS
Toros de Las Ramblas, bien presentados, mansotes, descastados y deslucidos; bravo y encastado el segundo.
Morenito de Aranda: media estocada tendida y cuatro descabellos (silencio); dos pinchazos, media tendida y un descabello (silencio).
Juan del ?lamo: casi entera tendida y un descabello (ovaci¨®n); estocada ca¨ªda (ovaci¨®n).
Tom¨¢s Campos: pinchazo ¡ªaviso¡ª dos pinchazos y dos descabellos (silencio); media tendida y estocada (silencio).
Plaza de Las Ventas. 4 de junio. Vig¨¦sima segunda corrida de feria. Media entrada (12.434 espectadores, seg¨²n la empresa).
El tercer toro de la tarde luc¨ªa una arboladura de miedo, de esas que impactan desde la grada. ?Pero si no tiene m¨¢s que pitones¡!, comenta un entendido, como para darle ¨¢nimos a un joven Tom¨¢s Campos que viene a San Isidro a buscar la puerta de la gloria. Un regalo para quien torea poco y se lo juega todo a una carta.
Y el toro suelta un cabezazo de miedo al primer muletazo. El que avisa no es mal amigo. Y bueno debiera considerarse el animal, pues regal¨® derrotes y tornillazos a diestra y siniestra sin que el torero tuviera tiempo de hacer realidad alg¨²n sue?o de su particular duermevela. En vista de lo cual, solo ten¨ªa dos caminos: huir de la quema del modo m¨¢s digno posible o hacer frente a la situaci¨®n como un valiente. Campos, espa?ol de corta estatura y cuerpo enjuto, se plant¨® ante los astifinos pitones, trag¨® quina y explic¨® de tal modo que quiere ser torero; sorte¨® trallazos, aguant¨® parones y miradas, y todo ello con una aparente serenidad que sorprendi¨®. All¨ª andaba, entretenido entre los cuernos, cuando uno de ellos lo enganch¨® por la taleguilla derecha y, as¨ª, colgado, estuvo un instante que se hizo eterno.
Pero no fue ese el ¨²nico susto. Casi al final de su ardorosa labor, con la plaza acongojada ante el temor de otra voltereta, el toro le dej¨® el pit¨®n derecho en el mismo pecho, y el torero, fr¨ªo como un t¨¦mpano, lo apart¨® como si le estorbara, ese pit¨®n, por favor.Y a¨²n se atrevi¨® con un par de manoletinas, solo dos porque a la segunda volvi¨® a hilvanarlo el toro por el chaleco y, otra vez, se salv¨® de milagro. Qued¨® constancia, al menos, de que el valor sereno e inteligente no le falta, que no es poco.
El sexto fue un toraco, 610 kilos, tambi¨¦n sin atisbo de clase en sus entra?as, y Campos demostr¨® que le adornan condiciones, y esboz¨® retazos de un buen concepto. Volvi¨® a jugarse el tipo y, en esta ocasi¨®n, por fortuna, no sufri¨® m¨¢s rasgu?os en el traje.
Juan del ?lamo tuvo mejor suerte y se llev¨® el toro m¨¢s potable de la corrida, el segundo, bravo en el caballo y codicioso en el tercio final, pero el torero salmantino, ventajista y mal colocado, dio muchos pases insustanciales y alarg¨® la faena sin necesidad, sabedor de que su obra no hab¨ªa interesado a nadie. Le toc¨® despu¨¦s un zambombo deslucido y ello le sirvi¨® para ocultar defectos. En ambos fue ovacionado, pero bueno ser¨ªa que no se enga?ara a s¨ª mismo.
Morenito de Aranda contribuy¨® como pudo al tostonazo de la tarde. Descastado y sin vida se comport¨® su primero, y el hombre se empe?¨® en aburrir a la concurrencia con una insistencia sin sentido. Deslucido fue el cuarto y, afortunadamente, abrevi¨®.
La corrida del mi¨¦rcoles
Toros de Garcigrande para Sebasti¨¢n Castella, ?lvaro Lorenzo y Gin¨¦s Mar¨ªn.
Babelia
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