El libro, ese artefacto m¨¢s all¨¢ de la tecnolog¨ªa punta
Internet se ha llevado por delante la industria del disco, el cine y otros sectores, salvo el libro: el invento de Gutenberg resiste el ataque y crece
Pasear un fin de semana por la Feria del Libro de Madrid puede ser un ejercicio de riesgo. Y un verdadero agobio. Pero puede tambi¨¦n proporcionar un chute de esperanza sobre el sector en una era de cambio de paradigmas. El pasado s¨¢bado, las vallas amarillas ordenaban frente a las casetas las colas. Generalmente no se formaban para firmas de lo que estrictamente conocemos como escritores. La literatura en cualquiera de sus g¨¦neros ha pasado a ser un apartado casi residual en el negocio del libro. Por las casetas, los m¨¢s solicitados eran magos de las redes, youtubers, estrellas de la televisi¨®n, ganadores de concursos, miembros de la far¨¢ndula, chamanes, encantadores de la autoayuda¡
?Deprimente? Todo lo contrario.
Internet ha arrasado cientos de negocios en lo que llevamos de siglo. Cuando la m¨²sica comenz¨® a ser bajada masivamente de la red en un atraco perpetuo y una sangr¨ªa sin fin, apenas nadie, salvo una minor¨ªa de nost¨¢lgicos para los que fueron fabricadas unas cuantas copias de vinilos, sinti¨® la necesidad de seguir grabando en formatos anal¨®gicos. Por otro lado, agoniza el negocio del DVD para el cine y las series de televisi¨®n. Las ficciones se vuelcan online en diversas plataformas y las secciones de pel¨ªculas son eliminadas en los grandes almacenes para dar cabida a otros productos. Los discos han quedado como meras tarjetas de presentaci¨®n, las pel¨ªculas encuadernadas, en bultos polvorientos que estorban en las estanter¨ªas de las casas. Los libros, no.
Todo el mundo quiere estampar su nombre en uno. A nadie le ofende que una editorial se presente en su casa para ofrecerle transformar sus experiencias en un objeto que resiste con salud el embate de una aniquilaci¨®n tecnol¨®gica. El invento de Gutenberg se ha revelado, por ahora, indestructible. M¨¢s all¨¢ de la tecnolog¨ªa punta. Unas p¨¢ginas de papel envueltas en sus tapas con una portada atractiva y unas solapas que resuman la biograf¨ªa del autor son el colmo del prestigio, la mejor medicina para el ego y en muchos casos, a¨²n, hasta un buen negocio.
Por las casetas, los m¨¢s solicitados eran magos de las redes, youtubers, estrellas de la televisi¨®n, ganadores de concursos, miembros de la far¨¢ndula, chamanes, encantadores de la autoayuda¡ ?Deprimente? Todo lo contrario
Resisti¨® el arranque de la radio, del cine, de la televisi¨®n y ahora, cuando algunos agoreros fallidos en sus profec¨ªas a los que a estas alturas habr¨ªa que pedir cuentas por sus prospecciones apocal¨ªpticas no cumplidas, de internet. Los gur¨²s de quinta regional pero con t¨ªtulo universitario predijeron 2018 como el comienzo de un declive. Que para entonces, los productos editoriales digitales superar¨ªan en variedad y facturaci¨®n a la imprenta. Ya hemos superado la fecha y no ha ocurrido.
?Por qu¨¦? M¨¢s all¨¢ de que el lector siga manteniendo una relaci¨®n ¨ªntima e insustituible con un sencillo y bello libro, donde en cada p¨¢gina mantiene una relaci¨®n de t¨² a t¨² con quien le cuenta una historia y le lleva de la mano hacia un mundo compartido, existen otras poderosas razones. Darse una vuelta por la feria y comprobar que cualquiera dar¨ªa lo que fuera por ver su nombre en uno de esos artefactos puede proporcionarnos una respuesta.
Babelia
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