La compa?¨ªa titular cubana vuelve a Madrid con su versi¨®n de ¡®El lago de los cisnes¡¯
La obra tiene en s¨ª misma valores enciclop¨¦dicos de gran importancia para la historiograf¨ªa actual y futura del ballet acad¨¦mico y de la subsistencia
Vuelve el Ballet Nacional de Cuba (BNC) a los madrile?os Teatros del Canal dentro de su inveterada gira veraniega, algo que se produce casi de manera fija cada dos a?os y desde hace aproximadamente 30. Esta vez con El lago de los cisnes. Y exhibe nueva figura en la direcci¨®n art¨ªstica, la primera bailarina Viengsay Vald¨¦s (La Habana, 1976), recientemente nombrada para el cargo. Alicia Alonso (La Habana, 1920), como no pod¨ªa ser de otro modo, a menos de 24 meses de la centuria, se mantiene en un honorable puesto simb¨®lico de directora general; su fr¨¢gil estado de salud la ha impedido viajar con el conjunto. Vald¨¦s entra as¨ª en una especie de movimiento global que viene afectando a casi todos los grandes ballets del orbe.
Se trata de un comprometido y dr¨¢stico cambio generacional en las direcciones. A saber, por citar algunos: Paloma Herrena (Buenos Aires, 1975) en el Teatro Col¨®n de Buenos Aires; Igor Yebra (Bilbao, 1974) en el Ballet Nacional de Uruguay; Eleonora Abbagnato (Palermo, 1978) en la ?pera de Roma; Benjamin Millepied (Burdeos, 1977) y Aurelie Dupond (Par¨ªs, 1973) en la ?pera de Par¨ªs; Tamara Rojo (Montreal, 1974) en el English National Ballet; ?ngel Corella (Madrid, 1975) en el Pennsylvania Ballet; Joaqu¨ªn de Luz (Madrid 1976) en la Compa?¨ªa Nacional de Danza, Jos¨¦ Manuel Carre?o (La Habana, 1968) en el Ballet de Monterrey y Carlos Acosta (La Habana, 1973) en el Birmingham Royal Ballet. Hay que dar tiempo a Vald¨¦s para que materialice los cambios que el arte de la danza y la sociedad ped¨ªa a voces, y es evidente que har¨¢ lo que las grandes estructuras del poder estatal le permitan.
El ¡°Lago¡± cubano tiene en s¨ª mismo valores enciclop¨¦dicos de gran importancia para la historiograf¨ªa actual y futura del ballet acad¨¦mico y de la subsistencia, tan en entredicho hoy, del repertorio can¨®nico del siglo XIX, piedra angular de la propia existencia y trascendencia del ballet en su gran formato de tradici¨®n. Ese ¡°Lago¡± cubano que tan empecinadamente (hoy reconocemos que bendita obsesi¨®n) la bailarina y directora Alicia Alonso (La Habana, 1920) se empe?¨® en que no se cambiara b¨¢sicamente nada de su estructura, estilo y lectura en d¨¦cadas, actitud parecida a la que mantuvo con otros t¨ªtulos can¨®nicos como Giselle, La Fille mal Gard¨¦e?o Copp¨¦lia. Mientras en el resto del mundo, menos en Rusia, el m¨¢s famoso de los ballets de Chacovski se somet¨ªa a tratamientos quir¨²rgicos de varios ¨®rdenes, en Cuba todo sigui¨® ordenadamente igual, congelado en el tiempo, que no en la transmisi¨®n.
Eso ha tenido sus cosas buenas y sus cosas muy malas. Es probablemente el ¡°Lago¡± de Alonso sea el ¨²nico vadem¨¦cum de f¨®rmulas que quede de lo que ha pasado fuera de la Rusia natal con esa obra. All¨ª hay saberes, modos y retazos cor¨¦uticos de gran belleza e importancia, una obra donde su poso atesora la mano dispersa de P¨¢vlova, Mordkin, Ob¨²jov, Fokin, Legat, Sergueev, Bronislava Nijinska, Skeaping, Dolin y la propia Alonso. Materia jugosa para estudiosos, por ejemplo, el destino y variantes (musicales y cor¨¦ticas) del pas de deux ¡°El cisne negro¡±; frases m¨ªticas que todo el mundo comenta, pero que nadie sabe a ciencia cierta qui¨¦n las puso all¨ª. Un ramillete de dificultades virtuos¨ªsticas que necesitan no solo de una t¨¦cnica afilada sino de un sentido sumario y potente del bailar.
En las ¨²ltimas giras de la compa?¨ªa titular cubana a Norteam¨¦rica y al Reino Unido ha recibido cr¨ªticas feroces de anquilosamiento, maneras periclitadas y pobreza material en las presentaciones. Lo que salvaba la compa?¨ªa siempre era la calidad indiscutible de su plantilla. Pero eso hoy tambi¨¦n se pone en una balanza donde de alguna manera, hay que entrar a poner y quitar medidas. La di¨¢spora, que siempre ha sido pol¨ªtica (aunque una renovada y furiosa hagiograf¨ªa posrevolucionaria lo niegue y pretenda reducir a los bailarines cubanos a meros emigrantes econ¨®micos), es una sangr¨ªa de buenos elementos que a d¨ªa de hoy contin¨²a. Es verdad que si todos esos bailarines que emigraron en estas casi seis d¨¦cadas (se cumplen ahora 53 a?os de la deserci¨®n en Par¨ªs de aquellos 10 bailarines que marcaron una ¨¦poca) no se hubieran visto obligados a saltar vallas, cruzar peligrosas fronteras y desertar de las m¨¢s variadas e imaginativas formas, el BNC s¨ª estar¨ªa hoy todav¨ªa a la cabeza de los grandes ballets del mundo.
No solamente se fueron a Occidente (paradoja donde las hubiera, porque ?d¨®nde est¨¢ la dichosa islita caribe?a en forma de caim¨¢n sino en el centro del mundo occidental?) bailarines, sino tambi¨¦n maestros, ensayadores y hasta tramoyistas. Como tambi¨¦n es verdad que la estructura del ballet cubano (creada a fines de los a?os cuarenta del siglo XX) se benefici¨® a partir de 1959 del entusiasmo propagand¨ªstico comunista al estilo de como lo hab¨ªan hecho, entre otros, Mao-Zedong en China y Josif Stalin en la Uni¨®n Sovi¨¦tica: el ballet como un arma simb¨®lica cargada de futuribles. Y en medio, ese s¨ªmbolo que es el ¡°Lago¡± con un poderoso cisne-bandera batiendo alas.
El BNE, no hay m¨¢s que verlo, ha renovado tropa, hay muchos j¨®venes y eso da cierta biso?ez al grupo, como si faltara rodaje. Esto llega hasta algunos solistas; otros est¨¢n perfectos. No puede decirse que Grettel Morej¨®n como Odette/Odille y Ra¨²l Abreu como el Pr¨ªncipe Sigfrido tuvieran su mejor noche. Aun as¨ª, ella acumula alg¨²n m¨¦rito m¨¢s que ¨¦l. Ya sabemos lo que es bailar con m¨²sica enlatada un cl¨¢sico, una circunstancia que compromete m¨¢s, si cabe, los muchos ajustes para una impecable ejecuci¨®n. En estos ballets la comunicaci¨®n de la pareja, entre ellos y con el p¨²blico, es fundamental. El m¨¢s importante factor para que estos personajes fe¨¦ricos o espectrales nos convenzan de su autenticidad y del sentido ¨²ltimo de mantenerlos vivos sobre las tablas, est¨¢ en que transmitan una convicci¨®n rotunda, clara, una solidez en la exposici¨®n dram¨¢tica m¨¢s all¨¢ incluso de los asumidos rigores coreogr¨¢ficos. Y eso falt¨® en muchos momentos.
Daba la sensaci¨®n de que Sigfrido no hab¨ªa visto nunca a Odette, que se la encontr¨® por primera vez en el escenario del Canal. La compa?¨ªa mantendr¨¢ en cartel ¡°Lago de los cisnes¡± hasta el pr¨®ximo d¨ªa 23.
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