El presente en femenino de los museos europeos
EL PA?S re¨²ne a las responsables del Museo Vaticano, el Kunsthistorisches de Viena y el Orsay de Par¨ªs para hablar de masificaci¨®n, financiaci¨®n y colonialismo
Las colecciones de los tres museos que dirigen engloban los cinco continentes y miles de a?os: representan el refinamiento y la historia del Viejo Continente, tambi¨¦n sus contradicciones. Barbara Jatta, directora del Museo Vaticano, el cuarto m¨¢s visitado del mundo; Laurence des Cars, presidenta del Museo de Orsay y L¡¯Orangerie en Paris; y Sabine Haag, directora general del Museo Kunsthistorisches de Viena han participado en Madrid en el curso organizado por la Fundaci¨®n Amigos del Prado Presente y Futuro de los museos mundiales. Reunidas ayer por EL PA?S, estas tres veteranas gestoras del mundo del arte reflexionan sobre los problemas y desaf¨ªos a los que los grandes museos europeos deben hacer frente.
Laurence des Cars: "Hay que convencer a las mujeres para que se postulen a dirigir"
Pregunta. ?Cu¨¢l es el principal reto hoy para los centros de arte que dirigen?
Barbara Jatta. Es la afluencia de p¨²blico. No es que el Museo Vaticano quiera menos visitantes, pero yo desear¨ªa proporcionarles una visita de alta calidad y, algunos d¨ªas a determinadas horas, no es as¨ª. Solo unos pocos edificios del complejo fueron concebidos como museos en el siglo XVIII, el resto son construcciones del medievo y del Renacimiento pensadas para albergar a la corte del Papa. Tenemos que funcionar con esto y hay puertas de apenas 80 cent¨ªmetros de ancho.
Laurence des Cars. De alguna manera compartimos el mismo problema. Aunque no ocupamos edificios tan antiguos, las visitas a L¡¯Orangerie batieron un r¨¦cord el a?o pasado y la suma de visitantes a este centro y al Museo de Orsay superaron los cuatro millones en 2018. La cuesti¨®n es la calidad de la visita. Y la gente no espera que los museos sean lo que eran: un lugar donde ver cuadros preciosos. Por supuesto que debe mantener ese esp¨ªritu, pero es m¨¢s que eso. Es un foro, un lugar donde llevar a tus hijos. Hay que inventar nuevos formatos y actividades que atraigan a la gente a descubrir la colecci¨®n: para que entren en la conversaci¨®n hay que tenderles la mano.
Sabine Haag. En el Kunsthistorisches de Viena el reto no es la sobreabundancia de visitantes, pero cuando montamos muestras temporales tenemos que hacer hueco y retirar cuadros. No tenemos la infraestructura moderna que los visitantes esperan de un museo. Adem¨¢s, nuestra colecci¨®n se detiene en 1800 y sentimos que debemos esforzarnos en conectar con el presente y con las generaciones de hoy, que no nos vean como algo remoto.
Barbara Jatta: "Yo soy el ejemplo de c¨®mo las cosas pueden cambiar"
P. La colecci¨®n en Viena y el Museo Vaticano plantean la pol¨¦mica que enfrenta al coleccionismo con el colonialismo. Hay obras que han sido tra¨ªdas y sustra¨ªdas de otros lugares.
B. J. Tenemos un museo etnogr¨¢fico que ha sido renovado y reabrir¨¢ en octubre. Fue fundado en 1926, despu¨¦s de la exposici¨®n universal misionera organizada por Pio XI un a?o antes. El Vaticano decidi¨® que deb¨ªa estar representado otro arte que no fuera el europeo. Se construyeron cuatro pabellones y recibieron 10.000 piezas de ?frica, Australia, Asia y Am¨¦rica. Dos millones de personas visitaron la exposici¨®n en 1925. Eran miles de piezas de arte mandadas al Papa como regalo y como testimonio de otras culturas por las di¨®cesis o los Gobiernos. ?l quiso convertirlo en algo permanente y pidi¨® a todos que dejaran las obras; 8.000 se quedaron. No hemos devuelto nada porque fueron regalos. Solo hemos repatriado restos humanos a Ecuador y a Per¨². P¨ªo XI quer¨ªa establecer puentes con otras culturas, tuvo una visi¨®n abierta.
S. H. En el Kunsthistorisches tambi¨¦n devolvimos restos humanos a Papua Nueva Guniea, pero recientemente renovamos el museo etnogr¨¢fico y reflexionamos sobre c¨®mo presentar esas piezas para destacar su procedencia. Colaboramos con las comunidades de esos lugares para incluir sus voces, tambi¨¦n hicimos proyectos de comisariado conjunto ¡ªde una parte nosotros y de otra, un comisario de ese lugar¡ª para entablar una nueva conversaci¨®n y ofrecer una nueva perspectiva.
L. C. En Orsay tenemos algunas reclamaciones de expolio nazi, como muchos otros museos, aunque no tenemos piezas de arte no occidental. Pero yo estuve al cargo del proyecto del Louvre Abu Dhabi durante seis a?os y defiendo la idea del museo enciclop¨¦dico. Si todo el arte franc¨¦s tuviera que quedarse en Francia ser¨ªa un desastre. Las piezas deben viajar y ser compartidas; esto es importante. El proyecto de Abu Dhabi era muy pol¨ªtico y la idea de tener representadas todas la civilizaciones y culturas en el primer museo universal encilop¨¦dico construido en el mundo ¨¢rabe era fundamental. Presentar arte africano all¨ª es un manifiesto. Los museos son lugares para el disfrute y el placer, espacios educativos para aprender y espacios de respeto para acercarse a distintas culturas.
P. ?Son tambi¨¦n lugares de poder?
L.C. Son una expresi¨®n de poder las colecciones reales, pero en el siglo XIX y principios del XX las colecciones son de la burgues¨ªa, que decide contribuir, devolver a la sociedad.
S. H. En nuestro museo tenemos una colecci¨®n enciclop¨¦dica con una larga historia que se remonta al siglo XVI. Es una colecci¨®n imperial y tiene que ver con el poder pol¨ªtico que tratamos de contextualizar.
P. Los donantes y mecenas de los museos empiezan a ser objeto de escrutinio y se ha encendido la pol¨¦mica sobre la procedencia de sus fortunas y sobre si es ¨¦tico recibir sus fondos.
Sabine Haag: "Debemos esforzarnos en conectar con le presente"?
L. C. La cuesti¨®n de la financiaci¨®n es muy delicada. No es lo mismo donar arte que dinero. En el XIX hubo coleccionistas que compraron lo que los dem¨¢s no quer¨ªan y que reflejaron el gusto moderno. Gracias a ellos el Orsay tiene sus fondos.
S. H. Nosotros ya no recibimos obras por las caracter¨ªsticas de nuestra colecci¨®n. Pero el tema de los donantes es algo que hemos tenido que tratar, sobre todo, los de la primera mitad del siglo XX. Tenemos algunos casos problem¨¢ticos, pero es algo que no podemos esquivar. Hay que ser cuidadoso y sensible con la historia y las colecciones, las familias que donaron y contribuyeron. No se puede meter a todo el mundo en el mismo saco. Hay que ir con cuidado. Cuando se aprob¨® el acuerdo de Washington [principios suscritos por 44 pa¨ªses para restituir el arte robado por los nazis], devolvimos objetos que pertenecieron a familias jud¨ªas y quisimos hacerlo. Tratar con los donantes es algo que forma parte de nuestro trabajo.
P. Otro asunto sobre el que se debate hoy es el canon y el lugar que en ¨¦l ocupan las mujeres.
B. J. Nuestra pol¨ªtica es que no exponemos a artistas vivos dentro del museo. Tenemos algunas obras de mujeres en la colecci¨®n, como Lavinia Fontana, y no hacemos ninguna diferencia. Tambi¨¦n estamos armando una colecci¨®n contempor¨¢nea de fotograf¨ªa y hemos encargado un trabajo a una fot¨®grafa japonesa.
L. C. Este asunto del arte de las mujeres est¨¢ estrechamente relacionado con la modernidad y est¨¢ claramente en nuestro programa. Ahora tenemos una exposici¨®n de Berthe Morisot, y es la primera vez en 30 a?os que se le dedica una muestra solo a ella, porque su trabajo siempre hab¨ªa sido mostrado con Manet o Degas. En el Orsay hemos abierto el foco y tratamos adem¨¢s a las mujeres no solo como artistas, sino tambi¨¦n como coleccionistas y como cr¨ªticas de arte para ver lo que escribieron sobre los hombres artistas. Queremos enriquecer el contexto, porque obviamente ser una mujer artista a finales del siglo XIX no era una opci¨®n obvia. Hemos explorado en otras muestras a las fot¨®grafas y por qu¨¦ el acceso a las c¨¢maras era m¨¢s f¨¢cil que al lienzo. Adem¨¢s, yo presido el museo y mi mano derecha es una mujer, y en el Louvre tambi¨¦n ocupa mi anterior puesto una mujer. Y no es que sean mujeres, es que son buenas.
S. H. Nuestra colecci¨®n no tiene tanta obra hecha por mujeres, aunque hace m¨¢s de una d¨¦cada montamos una serie de exposiciones dedicadas a artistas mujeres.
P. ?Hay una manera particular de las mujeres de dirigir instituciones culturales?
B. J. Es dif¨ªcil contestar. Cuando llegu¨¦ a la Biblioteca del Vaticano hace 25 a?os, solo hab¨ªa tres mujeres y una era monja. Me parec¨ªa curioso trabajar en un ambiente tan dominado por hombres, pero hab¨ªa maravillosos cardenales y prefectos en la biblioteca que empujaban a favor del cambio. Cuando me fui, la mitad de los empleados ya eran mujeres. Soy el ejemplo de c¨®mo las cosas pueden cambiar.
L. C. Hay muchas mujeres comisarias en Francia, pero muy pocas en las posiciones m¨¢s altas. Hace 30 a?os no era as¨ª, hab¨ªa mujeres muy potentes al frente de museos, como la primera que dirigi¨® el Orsay. Las cosas est¨¢n cambiando. Hay llamamientos a la paridad y se va en esa direcci¨®n, pero tienes que convencer a las mujeres de que se postulen y se sientan seguras. En Francia, el presidente del Louvre o el Pompidou los elige el Gobierno, pero se discute p¨²blicamente a los candidatos.
B. J. ?Tan distinto al Vaticano! Yo no sab¨ªa ni que era candidata al puesto.
L. C. ?Claro, el famoso secretismo del Vaticano...! Y en cierta manera es bueno, porque si no te conviertes en la comidilla. En Francia sabemos qui¨¦n se presenta, todo el mundo lo discute en las cenas y puede ser tremendo.
S. H. En Austria hay varias mujeres dirigiendo museos, pero cuando son nombradas sufren un tremendo escrutinio. Y luego est¨¢ todo el aspecto social; est¨¢s bajo los focos y se percibe como algo inusual si no van con su marido.
P. Volviendo al problema de la afluencia de p¨²blico. No falta quien propone que hay que limitar el numero de visitas y hacer los museos m¨¢s exclusivos. ?Qu¨¦ opinan?
B. J. No hay que hacer eso en absoluto. Creo que la manera de hacerlo es ampliar los horarios. Trabajamos en muchos frentes, pero no en reducir las visitas.
L. C. Creo que es una cuesti¨®n de organizaci¨®n. Depende de nosotros el mejorar la experiencia de la visita y convertir los museos en algo excitante.
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