Memoria del Holocausto en el nombre del padre
El hijo de ?ngel Sanz Briz, que salv¨® a m¨¢s de 5.000 jud¨ªos en 1944, inaugura en Jerusal¨¦n una exposici¨®n que rinde homenaje al valor de un pu?ado de diplom¨¢ticos
¡°Me confes¨® que aquello fue lo m¨¢s importante que hab¨ªa hecho en toda su vida, en el plano personal y profesional¡±. Juan Carlos Sanz Briz parece conmovido durante la visita a Yad Vashem, el Museo del Holocausto en Jerusal¨¦n que guarda la memoria de los seis millones de jud¨ªos exterminados por el nazismo. A los 63 a?os, ha viajado por primera vez al centro israel¨ª que declar¨® a su padre, el diplom¨¢tico ?ngel Sanz Briz, como el primer espa?ol merecedor del t¨ªtulo de Justo entre las Naciones por haber salvado la vida de m¨¢s de 5.000 jud¨ªos en Budapest en 1944. En la c¨¦lebre lista del empresario alem¨¢n Oskar Schindler, llevada al cine por Steven Spielberg, no figuraban m¨¢s de 1.200 personas.
Le sobrecoge el encuentro con el muro en el que figura inscrito, entre un grupo de nueve espa?oles, el nombre y apellidos del entonces joven encargado de negocios de la Embajada en Hungr¨ªa. ¡°Siento tristeza por la maldad que ha causado el ser humano, por la tragedia del Holocausto¡±, reconoce camino del Jard¨ªn de los Justos tras los pasos de su padre. Apenas puede contener las l¨¢grimas que han intentado aflorar bajo la c¨²pula de la Sala de los Nombres. ¡°?l nunca quiso presumir de su labor humanitaria; era un hombre recto y legalista, pero act¨²o por iniciativa propia al recibir la callada por respuesta de sus superiores a la propuesta de ayudar a los perseguidos¡±, recuerda el hijo del funcionario espa?ol que observ¨® de cerca al final de la Segunda Guerra Mundial el terror de las deportaciones hacia los campos de exterminio.
En su visita del lunes a Yad Vashem estaba acompa?ado por Miguel de Lucas, director del Centro Sefarad-Israel, ¨®rgano de la diplomacia p¨²blica espa?ola para el mundo jud¨ªo, y por el escritor Fernando Aramburu, que interviene en el congreso que celebra la Asociaci¨®n Internacional de Hispanistas en Jerusal¨¦n. En el marco del c¨®nclave al que asisten 600 profesores, investigadores y autores, Juan Carlos Sanz Briz hab¨ªa participado la v¨ªspera en la inauguraci¨®n de la exposici¨®n M¨¢s all¨¢ del deber: la respuesta humanitaria del servicio exterior al Holocausto, que rinde homenaje a 18 miembros de los servicios diplom¨¢ticos que arriesgaron sus carreras, e incluso la vida, por auxiliar a la comunidad jud¨ªa en Europa. ¡°Fueron actos heroicos que, como pas¨® con mi padre, obedec¨ªan a un firme convencimiento moral¡±.
¡°Las intervenciones individuales estuvieron m¨¢s all¨¢ del simple cumplimiento del deber, en el plano ¨¦tico y profesional, e incluso en contra de las directrices del Gobierno de Franco¡±, destaca el historiador Jos¨¦ Antonio Lisbona, comisario de una muestra que ha arribado a Jerusal¨¦n tras un peregrinaje por ciudades que fueron escenario de las acciones humanitarias de los diplom¨¢ticos espa?oles. ¡°La protecci¨®n de los connacionales, las creencias cristianas o los principios humanistas, as¨ª como la simpat¨ªa hacia el mundo sefardita movieron sus pasos¡±, sostiene el investigador.
Sus actuaciones excepcionales ¡ªmediante medidas de protecci¨®n diplom¨¢tica y decididos gestos humanitarios¡ª les valieron tambi¨¦n a algunos la designaci¨®n honor¨ªfica de Justos entre las Naciones. Ese es el caso de Sebasti¨¢n Romero Radigales, c¨®nsul general en Atenas entre 1943 y 1945, que ayud¨® a huir de la Grecia ocupada a centenares de sefard¨ªes. O del agregado de Agricultura en Berl¨ªn de 1942 a 1944, Jos¨¦ Ruiz Santaella, quien junto con su esposa de origen alem¨¢n, Carmen Schrader, escondi¨® a jud¨ªos en su casa.
Ya en 1966, ?ngel Sanz Briz fue uno de los primeros en obtener el reconocimiento de Yad Vashem, pero no pudo recoger en vida el t¨ªtulo honor¨ªfico, que necesariamente debe entregarse en Israel o en una de sus legaciones. El Ministerio de Asuntos Exteriores se lo impidi¨® en varias ocasiones para ¡°no perjudicar las relaciones con el mundo ¨¢rabe¡±, precisa Lisbona, polit¨®logo especializado en los v¨ªnculos de Espa?a con Israel y la di¨¢spora jud¨ªa.
Falleci¨® en Roma en 1980 como embajador ante la Santa Sede, cuando culminaba una carrera diplom¨¢tica que le hab¨ªa llevado a Washington o Pek¨ªn. En las notas necrol¨®gicas que public¨® la prensa espa?ola no se mencionaron las acciones humanitarias que emprendi¨® en favor de la poblaci¨®n jud¨ªa de Budapest, que segu¨ªan siendo casi un secreto de familia. Ocho a?os despu¨¦s y tras el establecimiento de relaciones entre Espa?a y el Estado hebreo, el entonces embajador israel¨ª en Madrid, Shlomo Ben Ami, entreg¨® finalmente a su viuda y a sus hijos la distinci¨®n concedida a los gentiles que salvaron del exterminio a jud¨ªos a pesar de ponerse ellos mismos en peligro.
El reencuentro con la memoria de su padre como Justo entre las Naciones ¡ªera uno de los pocos miembros de la familia Sanz Briz que no hab¨ªa podido acudir a¨²n al Museo del Holocausto en Jerusal¨¦n¡ª cierra en cierta medida el ciclo de olvido que sufri¨® la singular misi¨®n de un joven diplom¨¢tico espa?ol en Budapest hace m¨¢s de 70 a?os. ¡°Volver¨¦ pronto con mis hijos¡±, se despide Juan Carlos Sanz Briz de Yad Vashem, donde poco antes hab¨ªa impartido una charla ante un grupo de profesores espa?oles que asisten a un curso de formaci¨®n sobre la ense?anza de la Sho¨¢.
Por el camino que recorre el Jard¨ªn de los Justos hacia la salida del recinto todav¨ªa tiene tiempo para elogiar el trabajo del diplom¨¢tico que recibi¨® desde Madrid la orden de abandonar Budapest a finales de 1944 ante la inminente entrada de las tropas sovi¨¦ticas. ¡°El Gobierno h¨²ngaro solo le permiti¨® proteger a 200 jud¨ªos sefard¨ªes, pero se las arregl¨® ¨Cmediante series de letras y n¨²meros y sin superar el n¨²mero autorizado¨C, para otorgar pasaportes colectivos, salvoconductos y cartas de protecci¨®n a familias enteras que sumaron 5.200 personas, y las acogi¨® en 11 casas donde ondeaba la bandera de Espa?a como si fueran anexos de la Embajada¡±, resalta Juan Carlos Sanz Briz con un brillo de inteligente complicidad y orgullo familiar en la mirada.
Retirado de los negocios financieros, el hijo del diplom¨¢tico espa?ol ensalzado en el Estado jud¨ªo parece haber encontrado tambi¨¦n en la tarea de mantener viva la memoria de la actuaci¨®n de su padre, que permaneci¨® silenciada durante m¨¢s de cuarenta a?os, una de las misiones m¨¢s importantes de su vida.
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