Muere el escritor Andrea Camilleri
El 'padre' del comisario Montalbano, el escritor m¨¢s le¨ªdo de Italia, fallece en Roma a los 93 a?os tras 25 d¨ªas ingresado por un paro cardiaco
Andrea Camilleri (Porto Empedocle, 1925-Roma, 2019) nunca tuvo la menor intenci¨®n de prepararse para este momento. Dispon¨ªa de planes, libros en marcha. La voz de contratenor dictaba a diario a Valentina, su asistente, para seguir edificando su prol¨ªfica obra. Hab¨ªa nuevas ideas, volv¨ªa a menudo a la reescritura de p¨¢rrafos enteros de viejas novelas que guardaba en el caj¨®n. En la mano, el cigarrillo que le acompa?¨® siempre (hasta que Philip Morris finiquit¨® la maldita producci¨®n y tuvo que cambiar de marca). Y sobre los ojos, que fueron apag¨¢ndose lentamente en los ¨²ltimos a?os, siempre unas gafas enormes con unos cristales que le permit¨ªan descifrar algo de luz y formas en su ceguera consumada ya por el glaucoma. ¡°La oscuridad no se puede combatir. No hay nada que hacer. Hay que agarrarse a la memoria, repasar¡±, lamentaba en su apartamento del barrio de Prati hace dos a?os en una entrevista con EL PA?S. A partir de ahora, ser¨¢ la memoria y sus personajes quienes se agarren a ¨¦l para siempre.
Camilleri muri¨® este mi¨¦rcoles en el hospital Santo Spirito de Roma, donde llevaba ingresado 25 d¨ªas a causa de un paro card¨ªaco. Dos semanas antes, una ca¨ªda en casa le parti¨® el f¨¦mur y liquid¨® la parte sustancial del humor que le permit¨ªa seguir adelante siempre sin mirar atr¨¢s. Padre del comisario Montalbano (lo llam¨® as¨ª por su amistad con Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y su obra sobre Pepe Carvalho), autor de un centenar de obras, guionista televisivo y dramaturgo (le ilusionaba ver el estreno de una de sus obras este julio en las Termas de Caracalla), devolvi¨® la ilusi¨®n a cientos de miles de lectores cada verano, cuando sol¨ªa publicar sus libros. El ¨²ltimo, este a?o, El cocinero de Alcyon [En Espa?a est¨¢n pendientes de publicaci¨®n cuatro libros de Montalbano, incluido el que cerrar¨¢ la serie].
Camilleri fue un escritor de vocaci¨®n tard¨ªa, casi por descarte. En 1954 intent¨® entrar como funcionario en la RAI (ahora viv¨ªa justo al lado de aquellos estudios), pero no fue seleccionado por sus inclinaciones comunistas. Lo logr¨® a?os m¨¢s tarde y en 1978 ¡ªcon 53¡ª debut¨® en el mundo editorial con su novela El curso de las cosas. En la d¨¦cada de los ochenta public¨® dos obras m¨¢s, sin demasiada repercusi¨®n, pero en 1994, cuando dio a luz la primera entrega de Montalbano, con La forma del agua (publicada en Italia por la siciliana Sellerio y, en Espa?a, por Salamandra, como la mayor parte de su obra), se convirti¨® en un h¨¦roe contempor¨¢neo de los lectores italianos. Ten¨ªa 64 a?os y muchas dudas. Hoy es el escritor m¨¢s le¨ªdo en el pa¨ªs y uno de los que cuenta con m¨¢s seguidores en toda Europa.
Las ideas pol¨ªticas y la literatura nunca transcurren en paralelo en hombres como Camilleri. Comunista hasta el tu¨¦tano, jam¨¢s ocult¨® lo que pensaba de la pol¨ªtica italiana y de sus representantes, cuya decadencia desde?aba cada vez m¨¢s abiertamente en las entrevistas. Hace solo unas semanas, y pese a su ate¨ªsmo galopante, solt¨® que el actual ministro del Interior, Matteo Salvini, le daba ganas de vomitar cuando empu?aba el rosario. En cambio, desde que Francisco fue nombrado Papa solo le dedic¨® elogios. ¡°En los ¨²ltimos dos o tres a?os, las cosas m¨¢s sensibles, de izquierda y sensatas, las ha dicho ¨¦l. Mucho m¨¢s que cualquier pol¨ªtico. Y contin¨²a haci¨¦ndolo sobre los refugiados, la pobreza, las desigualdades¡±. Su compromiso social y pol¨ªtico era extra?o en estos tiempos de c¨¢lculo oportunista, tambi¨¦n muy extendido entre los intelectuales italianos.
Siciliano como su gran maestro, Leonardo Sciascia (fue incapaz de imaginar el ¨¦xito que tendr¨ªa), paisano tambi¨¦n de su criatura m¨¢s famosa, naci¨® en la peque?a localidad de Porto Empedocle, en el sureste de la isla. Por sus novelas desfilaron personajes de ficci¨®n tan de carne y hueso como el dottor Pasquano, el fiel agente Catarella, el propio Montalbano o su ¨ªntimo amigo, el mujeriego Mim¨¬ Augello. Sin embargo, el Mediterr¨¢neo, la brisa del mar en su terraza o el olor a pescado fueron en el fondo el protagonista de sus obras. Desde la primera hasta la ¨²ltima, El cocinero de Alcyon (el n¨²mero 27 de la saga), que ampl¨ªa la galaxia formada por El sobrino del emperador (Destino) o La moneda de Akragas (Gatopardo). Todas junto al mar, una localidad imaginaria llamada Vig¨¤ta, con su propio lenguaje y un paisaje tan a?orado a medida que Camilleri se hizo mayor y solo pod¨ªa volver una vez al a?o.
No es del todo cierto, aunque ¨¦l lo sostuviese, que viviese ignorando la muerte. Cuando cumpli¨® 80, Andrea Camilleri concluy¨® que ya hab¨ªa recorrido mucho camino y que, quiz¨¢, el final pod¨ªa encontrarse ya al final de cualquier p¨¢rrafo. As¨ª que decidi¨® escribir de golpe la ¨²ltima entrega de la serie sobre el comisario Montalbano y se la envi¨® a su editor con la orden de que la metiera en un caj¨®n hasta que alg¨²n tipo de incapacidad o la propia muerte le impidiesen seguir escribiendo. Mientras tanto, se olvid¨® del d¨ªa en que todo iba a terminar, y a un ritmo infatigable de publicaci¨®n ¡ªpod¨ªa trabajar en varios libros a la vez¡ª sigui¨® explorando otras historias.
Nadie est¨¢ preparado para este viaje. Pero Andrea Camilleri, superado el horizonte de los 90 a?os, ten¨ªa pocos remordimientos y pr¨¢cticamente ning¨²n miedo. Peor hubiera sido tener que dejar de fumar, dec¨ªa a menudo. Lo anticip¨® en su casa un a?o y medio antes, completamente tranquilo. ¡°Si me voy ahora con 92 a?os no sentir¨¦ carencias, tampoco pienso en el pasado. En mis tiempos estaba la guerra y las bombas, siempre es mejor lo que pasa hoy. Echo de menos gente, alg¨²n amigo en Sicilia. Cuando vuelva este verano ya ser¨¦ el ¨²ltimo. De mis 15 amigos de infancia, solo quedo yo. ?Y qu¨¦ voy a hacer? Pues a respirar el aire de mi puerto¡±.
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