C¨¦ret, la feria taurina en la que suena ¡®Els Segadors¡¯
El toro ¨ªntegro y encastado y el tercio de varas reinan en esta peculiar plaza francesa
La silueta de un enorme toro bravo y una pancarta en la que se lee C¨¦ret de toros. Association des Aficionados C¨¦r¨¦tans, colocadas en lo alto de un gran puente construido sobre el r¨ªo Tec. Esto es lo primero que uno se encuentra cuando se acerca a C¨¦ret, una localidad de menos de 8.000 habitantes situada en el sureste franc¨¦s, a escasos kil¨®metros de la frontera con Espa?a.
Un pueblo pr¨¢cticamente desconocido que, sin embargo, se ha convertido en lugar de peregrinaje para cientos de aficionados a la tauromaquia. Cada a?o, a mediados de julio y coincidiendo siempre con el final de los sanfermines, C¨¦ret comparte atenci¨®n y protagonismo con una feria tan importante y popular como la de Pamplona.
Pero, ?cu¨¢l es su secreto? Solo hay uno: el toro. El toro ¨ªntegro y encastado, el exigente, el duro, aquel que no regala nada y que vende cara su vida. A diferencia de los aficionados de la inmensa mayor¨ªa de plazas y ferias espa?olas (y tambi¨¦n muchas francesas), los de C¨¦ret est¨¢n orgullosos de su sentimiento torista. ¡°Aqu¨ª venimos a ver toros, no toreros¡±, aclaran.
Y no les valen cualquiera. A?o tras a?o, durante el invierno, recorren el campo bravo en busca de las mejores corridas para su peque?a y r¨²stica plaza, que cuenta con capacidad para casi 4.000 espectadores. A las fincas van en busca de seriedad y trap¨ªo, pero tambi¨¦n de casta y variedad. Como buenos aficionados al toro, son unos enamorados de la variedad de encastes y se interesan por ganader¨ªas de sangres ¨²nicas ya casi extintas.
?Garcigrande?, ?N¨²?ez del Cuvillo?, ?Juan Pedro Domecq? Hablar de estas divisas en C¨¦ret es casi un sacrilegio. El toro c¨®modo no va con ellos. Tampoco la fiesta moderna, que ha reducido la lidia a la faena de muleta. Ajenos a las modas actuales, el primer tercio sigue siendo fundamental en C¨¦ret. Pese a ser una plaza de segunda categor¨ªa, all¨ª el toro toma, como m¨ªnimo, dos puyazos. Pero lo normal son tres o m¨¢s.
C¨¦ret, una localidad francesa de menos de 8.000? habitantes, cercana a la frontera con Espa?a
La suerte de varas, lejos de ser un mero simulacro, es todo un espect¨¢culo. Aunque muchas veces los picadores hacen caso omiso a la demanda popular, se exige que al toro se le coloque correctamente, cada vez desde una mayor distancia, que se mida el castigo y que se pique arriba. Y cuando se hace correctamente la suerte, el ¨¦xtasis se desborda en los tendidos.
Pero estas no son las ¨²nicas particularidades de una feria que este a?o program¨® tres festejos, concentrados los d¨ªas 13 y 14 de julio: dos corridas de toros con los hierros de Juan Luis Fraile y Saltillo y una novillada de Monteviejo. Javier Casta?o, Iv¨¢n Vicente, Joselillo, Fernando Roble?o, Javier Cort¨¦s, G¨®mez del Pilar, Juan Carlos Carballo, Aquilino Gir¨®n y Maxime Solera fueron los nueve valientes que las lidiaron. Ninguna ¡°figura¡±.
Otra de las cosas que llaman la atenci¨®n y que contrasta con el triunfalismo imperante en casi todas las plazas (incluida Madrid) es la severidad y exigencia de su p¨²blico. Respetuosos -el silencio que se hace durante los tres tercios impresiona-, los aficionados ceretanos no dudan en recriminar a los toreros todo aquello que no se haga con pulcritud, verdad y pureza.
Pero, sin duda, son las cuestiones no taurinas las m¨¢s sorprendentes. Pese a estar en territorio franc¨¦s, C¨¦ret es una extensi¨®n de la cercana Catalu?a. Y de la m¨¢s nacionalista. Ninguna bandera gala preside ni adorna su coso taurino. S¨ª lo hacen, en cambio, decenas de senyeras colocadas dentro y fuera del recinto.
Catalans i aficionados es el lema de la ADAC, la Asociaci¨®n de Aficionados Ceretanos, encargada de organizar la feria. Un grupo de apasionados vecinos que cuidan hasta el m¨¢s m¨ªnimo detalle. En los alrededores del coso, por ejemplo, junto a carpas y barras en las que se ofrece comida y bebida, destaca una caseta de merchandising de la propia asociaci¨®n, que ofrece desde carteles de la feria, hasta polos y camisetas con su logo bordado.
Toda la organizaci¨®n es ejemplar. Empezando por el registro que se realiza a todo aquel que accede a la plaza (algo que inexplicablemente no sucede en Espa?a) y siguiendo por el particular despliegue de acomodadores. Todos ellos, encargados tambi¨¦n de la limpieza tras la finalizaci¨®n de los festejos, son ni?os. Hijos de miembros de la ADAC y de otros aficionados locales que colaboran desinteresadamente y que ya empiezan a cultivar su amor al toro.
Y todo por no hablar del particular¨ªsimo acompa?amiento musical. La cobla Mil-Len¨¤ria, una agrupaci¨®n folcl¨®rica tradicional de la zona compuesta por 11 m¨²sicos, es la encargada de amenizar los espect¨¢culos. En el repertorio hay pasodobles, s¨ª, pero tambi¨¦n sardanas y marchas revolucionarias, como la Santa Espina, tocada siempre antes de la salida del ¨²ltimo toro. Al principio, antes del pase¨ªllo y con todo el p¨²blico en pie, suenan los acordes de Els Segadors, el himno oficial de Catalu?a.
C¨¦ret se erige as¨ª en un exilio doble. Por un lado, para los aficionados al toro-toro, hartos de la mon¨®tona tauromaquia moderna extendida en Espa?a; y, por otro, para los aficionados catalanes, privados desde hace a?os de su afici¨®n y de una parte de su libertad por simple inter¨¦s pol¨ªtico.
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