As¨ª habl¨® su boca ensangrentada
Claude Louis-Combet recrea con crudeza en la novela 'Hiere, negra espina' el amor incestuoso entre el malogrado poeta Georg Trakl y su hermana
La primera vez que o¨ª hablar de Georg Trakl fue hace 30 a?os. La poeta Clara Jan¨¦s vino a darnos una conferencia a la Escuela de Letras de Madrid. La escritora suscit¨® nuestra fascinaci¨®n por su manera de expresarse y de transmitir sus pasiones y visiones po¨¦ticas: una mezcla entre algo muy carnal y muy espiritual, como si nos dejase ver a la vez vulvas y alas. Adem¨¢s, Jan¨¦s nos descubri¨® a Georg Trakl. La complicad¨ªsima vida del poeta austroh¨²ngaro, nacido en Salzburgo en 1887, estuvo marcada por palabras que bien podr¨ªan configurar una cartograf¨ªa del tab¨² ¡ª incesto, alcoholismo, locura, guerra, sobredosis¡¡ª, y ese territorio devastado se desvela, se purga, se descodifica, se enturbia a trav¨¦s de uno de los proyectos po¨¦ticos m¨¢s impresionantes y arriesgados del siglo XX.
El morbo que despiertan los episodios biogr¨¢ficos del escritor, que imagino pintados por Munch o Egon Schiele, no canibaliza el asombro que producen sus versos decadentes, nihilistas, alucinados, feroces, expresionistas¡ Veo a Trakl y a su hermana Gretl en fotograf¨ªas de la ¨¦poca, casi id¨¦nticos el uno al otro, enamorados, violent¨¢ndose, necesit¨¢ndose, hiri¨¦ndose con la negra espina que ¨¦l pone en boca de la hermana en uno de sus poemas m¨¢s famosos. Sus maneras de mirar desazonan. Parecen p¨¢jaros. Ella lleva suelta sobre los hombros la negra cabellera y nos desaf¨ªa. Puede que lo que en cada momento se considera una actitud depravada conduzca al gesto desafiante de Gretl Trakl, una personalidad de mujer, sexual, contradictoria y extrema, que tiene un enorme peso espec¨ªfico y voz propia en estas p¨¢ginas.
No me ahorro el adjetivo ¡°depravado¡± porque creo que transgresi¨®n y subversi¨®n solo adquieren sentido desde una profunda conciencia moral, incluso del pecado, que alimenta un campo sem¨¢ntico y un imaginario en el que se suman aventura, fatalidad y culpa. El negro latido de la vida.
El negro latido de la vida que Claude Louis-Combet decanta en este singular¨ªsimo libro en el que se funden relato biogr¨¢fico, ex¨¦gesis, admiraci¨®n, compasi¨®n, poes¨ªa propia y ajena para expresar un sentimiento vital de la palabra literaria: lo que leemos impregna nuestro modo de decir, las palabras arrastran nuestras propias palabras para delinear una emoci¨®n ¡ªterritorio, grieta¡ª diferente. Louis-Combet, a trav¨¦s de la recreaci¨®n de los amores entre Trakl y su hermana, de sus destinos terribles y sus muertes sucesivas, confiesa desde la tercera persona de la literatura su irrenunciable condici¨®n de letraherido, en un momento en que obsesiones, grandes ideas, incluso las grandes utop¨ªas de destrucci¨®n, erotismo y muerte se ven desplazadas por el discurso de la prisa, las coberturas dulces y la resiliencia sentimental.
La voz que Louis-Combet modula para escribir este texto, bello y arrebatador, en un campo literario de calificativos parcos y pacatos, es la voz del incesto: la c¨®pula fusiona la mirada de hermano y hermana, simult¨¢nea y alternativamente. La voz resulta de la asimilaci¨®n, de la profunda vivencia, de la poes¨ªa de Trakl, fallecido en noviembre de 1914 despu¨¦s de haber presenciado la devastaci¨®n tangible de la muerte, el dolor real que no puede ser aliviado y se alarga y se extiende por las fibras de cuerpos, ajenos a toda esperanza de supervivencia. En Hiere, negra espina se dibujan los cad¨¢veres del amor y de la guerra, no esos otros cad¨¢veres ali?ados para la buena digesti¨®n social de la muerte.
No hay taxidermia. Wittgenstein y Trakl fueron amigos. El lenguaje tambi¨¦n duele. No adecenta ni los estigmas de un amor prohibido, ni el deseo ni a los muertos. Aunque la literatura sea civilizaci¨®n, posibilidad del orden, la representaci¨®n que Louis-Combet lleva a cabo de la vida-poes¨ªa de Trakl parte de la hip¨®tesis de que lo po¨¦tico nace del instinto y la brutalidad: una aproximaci¨®n a lo primigenio entendido siempre como lugar en sombra.
La voz de Louis-Combet parece v¨ªctima del vampiro, criatura abducida, y constituye a la vez una lecci¨®n de c¨®mo, en algunos casos, no se puede adoptar distancia ¡ªni ir¨®nica ni de ninguna otra clase¡ª respecto a lo que no solo estamos mirando, sino que nos empapa dolorosamente. Hiere, negra espina. La voz ejemplifica la pasi¨®n por la ex¨¦gesis y la lectura, que se concreta en una escritura tan borracha y visionaria como los seres que retrata.
En la tripa de Louis-Combet est¨¢ Trakl, los balbuceos de Trakl, las lecturas que Louis-Combet haya hecho de Trakl en distintos periodos de su existencia. La literatura de Louis-Combet se toma en serio a s¨ª misma multiplicando la autenticidad de sus mol¨¦culas culturales. El culturalismo encarna en m¨²sculo y, con ello, se engrandece el papel de la literatura en la realidad. El tab¨² y el dolor de una de las poes¨ªas centroeuropeas m¨¢s tot¨¦micas nos hablan de que lo real, tambi¨¦n lo real alucinado, excede a sus representaciones, incluso a las m¨¢s sacralizadas. El poeta, que vivi¨® con arrebato su idea de la poes¨ªa, la posibilidad de su realidad paralela, concluye que el poema no le salva de nada y, ante la lejan¨ªa de Gretl y los gemidos de las trincheras, inhala una sobredosis de coca¨ªna. Trakl hab¨ªa estudiado farmacia y era cocain¨®mano. Es muy posible que se suicidase.
Hiere, negra espina. Claude Louis-Combet. Traducci¨®n de David. M. Cop¨¦. Perif¨¦rica, 2019. 144 p¨¢ginas. 15,50 euros.
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