En el bus que lleva libros a la Espa?a vac¨ªa
Las visitas del bibliob¨²s cambian la realidad de peque?os municipios de las zonas m¨¢s despobladas. Uno de estos equipos lleva casi tres d¨¦cadas repartiendo lecturas en sus jornadas de trabajo
El bibliob¨²s se detiene al lado de la iglesia, Bernardo abre la puerta y una ola de silencio penetra en esta biblioteca rodante que alberga m¨¢s de 3.000 libros, compactos, revistas y decenas de pel¨ªculas. Ni rastro de gente... Solo el ladrido de un perro que llega de lejos y el quiquiriqu¨ª de un gallo que, desde m¨¢s lejos a¨²n, le responde.
Son las 10 de la ma?ana. Juana, la bibliotecaria, y Bernardo, conductor y ayudante, se disponen a recibir ¡°las visitas¡±. Sonr¨ªen. Saben que ¡°sus lectores¡± nunca les fallan. Y mientras esperan hacen balance. En los 29 a?os que llevan acercando la cultura a esta comarca fronteriza con Portugal, en el suroeste salmantino, una de las m¨¢s despobladas de Espa?a, han recorrido el equivalente a 15 vueltas al mundo. Estamos en Serradilla del Arroyo, 270 habitantes, a 110 kil¨®metros de Salamanca. Luego iremos a Monsagro, 142; a Nava de Francia, 131; y a Navarredonda de la Rinconada, 177. Ninguno de estos municipios tiene ya escuela. Pero queda la gente mayor; los resistentes... ?Y algunos leen! Sobre todo las mujeres, que representan m¨¢s del 80% de los 9.723 suscriptores que atienden los tres bibliobuses con que cuenta la Diputaci¨®n para este programa que abarca 189 pueblos de los 362 municipios que hay en la provincia.
Renqueante y tirando de bast¨®n llega Aureliano. Aureliano Mart¨ªn tiene 84 a?os, ha sido labrador y "algo poeta". "Yo jam¨¢s falto a la cita, aunque sea para avisar de que no he acabado el libro. El bibliob¨²s nos da vida". Ahora est¨¢ leyendo El manuscrito de piedra, una novela de misterio de Luis Garc¨ªa Jambrina. Los libros que ¡°cuentan algo¡± resumen sus preferencias literarias. Luego se sienta en un banco y tira de los recuerdos de infancia ¡ªla lecci¨®n Agricultura y Ganader¨ªa la recita de corrido¡ª, habla de sus siete hijos, y de la emoci¨®n que le embarga cuando, solo en casa, irrumpe en su calle la m¨²sica de Petrushka, de ?gor Stravinski; esa sinton¨ªa con la que el bibliob¨²s entra cantando a los pueblos.
Aparece un grupo de mujeres: Carmen, Pilar... "Yo llevo libros de toros, ?ve? Son para mi marido que le gustan mucho", precisa esta ¨²ltima.
La carretera a Monsagro es una serpiente que se adentra en la sierra en un continuo sube y baja. De casualidad pasa un coche. El bibliob¨²s surca campos yermos con caser¨ªos despoblados. A las once en punto, con la melod¨ªa en el altavoz, entramos en este pueblo serrano escondido detr¨¢s de la Pe?a de Francia. Bajo el tejadillo que hay para protegerse de la lluvia esperan los hermanos Enrique e Isabel, 58 y 57 a?os respectivamente. ?l es agente forestal; ella, ¡°en el paro¡±. Ambos han venido con un paquete de libros bajo el brazo; son los que entregan... Y se llevar¨¢n otros tantos para pasar el verano. El bibliob¨²s repite visita cada mes y cada suscriptor tiene derecho a tres libros, tres revistas, tres pel¨ªculas, dos compactos y dos audiolibros.
Aunque estos hermanos "leen de todo", a Isabel le atraen las revistas cient¨ªficas. A Enrique, en cambio, le gusta la Historia, las biograf¨ªas y todo lo que tenga que ver con la Edad Media. Los dos huyen de los libros de moda o escritos por famosos as¨ª como de los best sellers, temas que, sin embargo, est¨¢n entre los m¨¢s demandados por los socios del bibliob¨²s. Las uvas de la ira, de John Steinbeck, es uno de los favoritos de Isabel. Para Enrique, La hora 25, de Constant V. Gheorghiu, es un libro que le dej¨® huella.
De pronto, la biblioteca rodante se llena. Acaban de llegar regalando sonrisas Pepi y Pilar. Ambas est¨¢n jubiladas. Las dos traen la bolsa roja que les da el bibliob¨²s rebosando de t¨ªtulos para devolver. "Leemos seis libros al mes, los nuestros y los de los maridos", se?alan. "?Que qu¨¦ nos gusta? Intriga, misterio... Y todo lo que sea novedoso", a?ade Pepi.
Se improvisa una tertulia. Se habla del tiempo, del abandono secular que sufre la comarca, de las personas que tienen 100 a?os y de las que se mueren. ¡°Cada d¨ªa somos menos. Esto no tiene arreglo¡±. Se recomiendan libros. Se habla de los hijos... que ya nadie tiene. ¡°Estamos como queremos¡±, suelta, de pronto, con sorna, Enrique. "Tenemos dos autobuses por la ma?ana y otros dos por la tarde, con un intervalo de media hora. ?Nunca se hab¨ªa visto algo as¨ª por aqu¨ª! El primero trae y lleva a tres ni?os a la escuela a Ciudad Rodrigo ¡ªa 34 km¡ª y el segundo transporta al instituto a tres adolescentes".
Los 50 minutos que el bibliob¨²s dedica a cada pueblo se agotan. Ahora hay que ir hasta Nava de Francia (a 24 kil¨®metros), a¨²n m¨¢s peque?o. En todo el trayecto no encontramos ni un coche. Las calles desiertas, la plaza vac¨ªa, la iglesia cerrada a cal y canto, el silencio... ?No se ve un alma! As¨ª es siempre la entrada a estos min¨²sculos n¨²cleos urbanos sembrados por el mapa de la Espa?a vac¨ªa.
Mas, como si se tratase de un p¨¢jaro, all¨¢ en un rinc¨®n de una balconada se muestra una sombra con los ojos pegados a un m¨®vil. La sombra se acerca... ?Tambi¨¦n lee! "Hola, Sebasti¨¢n", le saluda, amistosa, la bibliotecaria. Es como si hubiese entrado aire fresco... Sebasti¨¢n tiene 17 a?os y trabaja de ayudante de cocina en el restaurante Abad¨ªa de los Templarios, en La Alberca. ¡°?Qu¨¦, te gustan los libros?". "?Pues claro! ?Leyendo siempre aprendo algo!¡±, responde huidizo, sin separarse del m¨®vil. Lo suyo son la aventura, los c¨®mics... o la novela gr¨¢fica, pasi¨®n que comparte con la agente forestal Chusa, empleada en el Parque Natural de Las Batuecas Sierra de Francia.
En esto llega Foro embutida en su ch¨¢ndal azul impoluto arrastrando el carro de la compra a medias de libros. Sinforosa, llamada Foro por los vecinos, tiene 77 a?os y pasa seis meses en Nava de Francia y otros seis en Avil¨¦s, a donde tuvo que emigrar para ganarse la vida; all¨ª trabaj¨® de administrativa. "Yo no hago asco a nada si es un libro". Lee, asegura, entre 100 y 150 p¨¢ginas diarias, camina dos horas y cuida su huerto. ¡°Aqu¨ª tiene una tiempo para todo¡±.
El bibliob¨²s puede ser a la vez muchas cosas, adem¨¢s de un espacio cultural. Es centro de reuni¨®n y tambi¨¦n lugar sanador y terap¨¦utico. Eulalia (nombre supuesto) ha superado, acudiendo a por libros, vencer la tristeza de una inesperada viudedad. Y Chusa, de origen leon¨¦s, asegura que algunas personas siguen en los pueblos ¡ªeste es su caso¡ª gracias a ¨¦l. El bibliob¨²s es ese reducto vital en el que se intercambian consejos, informaci¨®n, pareceres... ¡°Aunque a la gente no le tiran mucho las letras, la verdad¡±, puntualiza Foro.
El ¨²ltimo pueblo en la ruta del d¨ªa es Navarredonda de la Rinconada ¡ªa 32 kil¨®metros, volviendo hacia Salamanca¡ª. El ritual es el mismo: la entrada por las calles desiertas con la sinton¨ªa quebrando el silencio, la parada en la plaza, algunas mujeres que se acercan, solas o en grupo, con bolsas de libros... A Yolanda solo le interesan las revistas de manualidades y a ?ngela, las de cocina. A Manuela y a otras como ella... ¡°?Todo!¡±. La dama azul, de Javier Sierra; El color de los ¨¢ngeles, de Eva D¨ªaz, Alg¨²n amor que no mate, de Dulce Chac¨®n; Yo, Julia, de Santiago Posteguillo. Patria, de Fernando Aramburu; Todo esto te dar¨¦, de Dolores Redondo. O La buena suerte, de ?lex Rovira y Fernando Tr¨ªas de Bes, ya un cl¨¢sico del bibliob¨²s. Y as¨ª hasta el infinito.
El cielo se cubre y el bochorno presagia tormenta. Es la hora de volver a Salamanca. Juana y Bernardo hacen balance: hoy han atendido a 40 lectores. Tambi¨¦n han sumado otros 260 kil¨®metros reales a su 16 vuelta al mundo imaginaria. Realidad e imaginaci¨®n; dos argumentos que, cada d¨ªa, cuando el bibliob¨²s se pone en marcha, les alienta a seguir llev¨¢ndole libros a los que raramente salen en ellos.
Cultura y salud sobre ruedas
¡°Cuando una escuela se cierra, es como si el pueblo se hubiera quedado sin p¨¢jaros. A partir de ese momento comienza su desaparici¨®n¡±, afirma Roberto Soto Arranz, jefe de Bibliotecas de la Diputaci¨®n de Le¨®n y presidente de la Asociaci¨®n de Profesionales de Bibliotecas M¨®viles (Aclebim), que aglutina a un colectivo de algo m¨¢s de 200 personas, todas vinculadas a los 77 autobuses que recorren la geograf¨ªa espa?ola llevando la cultura hasta los m¨¢s apartados rincones. ¡°Somos la gran familia de las bibliotecas¡±, resume.
Los ¨²ltimos datos del Ministerio de Cultura, referidos a 2017, indican que la poblaci¨®n atendida por estas bibliotecas rodantes representa un 24% del total de espa?oles, exactamente 11.345.154 personas, si bien esta cifra incluye zonas urbanas con bibliobuses municipales, por ejemplo, en Sevilla o en algunos pueblos de la Comunidad de Madrid y la provincia de Barcelona.
El bibliob¨²s es la biblioteca m¨¢s rentable que pueda existir, seg¨²n Soto Arranz. Cuando llega a esos pueblos peque?os, casi perdidos, no solo es el centro de encuentro e intercambio de informaci¨®n, tambi¨¦n les lleva, adem¨¢s de cultura, bienestar y salud porque ¡°les hace sentir m¨¢s a gusto¡±. En opini¨®n de este bibliotecario, las ayudas econ¨®micas del Gobierno o las que vengan de Europa no tendr¨¢n nunca ¨¦xito en la Espa?a vac¨ªa si se limitan, ¨²nicamente, a la mejora de infraestructuras o a subvencionar planes de desarrollo ganadero o agr¨ªcola. Se necesitan planes integrales en los que la cultura sea el motor principal. Pone un ejemplo: ¡°En Colombia, despu¨¦s de 50 a?os de guerra y una devastaci¨®n rural, la primera iniciativa para recuperar el tejido social ha sido crear una biblioteca en cada pueblo¡±.
Excepto Baleares, Cantabria, Navarra y el Pa¨ªs Vasco, el resto de las comunidades aut¨®nomas cuentan con bibliobuses. En Madrid son 13, mientras que la provincia de Barcelona suma 10. En Castilla y Le¨®n son 40. Entre los miles de lectores que acuden a estas bibliotecas rodantes, el presidente de Aclebim distingue tres perfiles. El primero corresponder¨ªa a los ni?os de primaria (de seis a 12 a?os). El segundo perfil es el de los jubilados a los que les atraen, sobre todo, los temas locales y los libros que hablan de salud. Finalmente, el tercer perfil, el m¨¢s numeroso, es el de las mujeres, que leen de todo.
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