Simon Rattle, maestro de los afectos
El director ingl¨¦s confirma su idilio con la Sinf¨®nica de Londres con dos conciertos en el Festival de Santander
Dentro de la fallida segunda temporada de la serie True Detective (HBO), una de las secuencias m¨¢s impactantes acontece en el sexto episodio titulado Iglesia en ruinas. Una s¨®rdida org¨ªa sexual con viagra y ¨¦xtasis en la mansi¨®n Chessani cuya tensi¨®n psicol¨®gica se consigue, en parte, a trav¨¦s de dos fragmentos de la obra sinf¨®nica titulada Harmonielehre (1985), de John Adams. No era la primera vez que se utilizaba esta extensa partitura de unos 40 minutos como banda sonora, pues Peter Sellars la incluy¨® completa en su pel¨ªcula muda titulada El gabinete del Dr. Ram¨ªrez (1991), pero s¨ª es una muestra de la popularidad de esta composici¨®n que en Estados Unidos se programa constantemente. Adams ha sido galardonado en Espa?a con el ¨²ltimo premio de m¨²sica de la Fundaci¨®n BBVA Fronteras del Conocimiento y esta composici¨®n se ha escuchado varias veces en los ¨²ltimos a?os; incluso con el propio compositor sobre el podio, en febrero de 2014, y dentro de la Carta Blanca que le dedic¨® la Orquesta Nacional de Espa?a. Pero este lunes obtuvo quiz¨¢ una de sus m¨¢s soberbias interpretaciones imaginables con Simon Rattle al frente de la Orquesta Sinf¨®nica de Londres (LSO) como primera parte del segundo concierto de su nueva visita al Festival Internacional de Santander.
¡°El t¨ªtulo de la obra es un homenaje malicioso a Sch?nberg y a su tratado de armon¨ªa, pero tambi¨¦n un reto para su compositor¡±, reconoc¨ªa Rattle el lunes en una conferencia de prensa. Si Sch?nberg hab¨ªa teorizado sobre la armon¨ªa al mismo tiempo que la desment¨ªa en sus composiciones, Adams hizo aqu¨ª lo propio con las estructuras repetitivas del minimalismo: las super¨® al fusionarlas con la armon¨ªa fin de si¨¨cle de Wagner, Mahler y Sibelius. ¡°Pero tambi¨¦n del primer Sch?nberg¡±, a?ade Rattle, que grab¨® la obra, en 1993, con la Orquesta de la Ciudad de Birmingham en el inicio de una estrecha amistad con el propio Adams, que se convirti¨®, en 2016, en el primer compositor residente durante su etapa al frente de la Filarm¨®nica de Berl¨ªn.
Su versi¨®n mostr¨® una sorprendente capacidad org¨¢nica, este lunes en Santander. Rattle inserta peque?as dosis de flexibilidad en el discurso repetitivo minimalista que le confieren una sorprendente fluidez. Lo comprobamos en el primer movimiento: esos poderosos acordes en fortississimo, en mi menor, que arrancan la obra, y que evocan un sue?o del compositor donde vio a un petrolero despegar como un cohete en la Bah¨ªa de San Francisco. La flexibilidad aporta naturalidad a la transici¨®n hacia el ambiente posrom¨¢ntico de la secci¨®n central que utiliza Nic Pizzolatto en el comienzo de la referida secuencia de True Detective. Pero la versi¨®n mejor¨® en el segundo movimiento, La herida de Amfortas, donde evoca el bloqueo creativo que padeci¨® antes de componer esta obra. Rattle no solo dio perfecta coherencia a la cita inicial de la Cuarta sinfon¨ªa de Sibelius, sino que construy¨® admirablemente el cl¨ªmax donde escuchamos una reelaboraci¨®n del famoso acorde cuasi-dodecaf¨®nico de la D¨¦cima de Mahler, y que tambi¨¦n se utiliza en True Detective para el momento clim¨¢tico de la referida secuencia. Y, para terminar, el director reserv¨®, en Meister Eckhardt y Quackie, una prodigiosa arquitectura sonora para esa lucha arm¨®nica inspirada en la Heroica de Beethoven que culmina en una liberaci¨®n cat¨¢rtica. Esa ¡°manada de b¨²falos en mi bemol mayor¡± que es para el compositor el final de la obra, seg¨²n coment¨® ayer Rattle.
La transici¨®n a la Segunda sinfon¨ªa de Brahms, en la segunda parte, no fue tarea f¨¢cil. Ya lo reconoci¨® el director ingl¨¦s en su comparecencia:¡°Brahms es mucho m¨¢s dif¨ªcil que John Adams¡±. Le cost¨® recomponer al conjunto que no se libr¨® de alguna entrada en falso en la madera en el alegro non troppo inicial. Pero Rattle ejerci¨® lo que predic¨® durante la rueda de prensa a partir del desarrollo: ¡°Mi trabajo consiste a veces en enredar a los m¨²sicos y hacer cosas m¨¢s peligrosas para encontrar otros colores¡±. Y la LSO, ahora colocada a la alemana, con los violines a ambos lados del podio, respondi¨® admirablemente con una cuerda sedosa, comandada por el violinista venezolano Giovanni Guzzo, y una madera brillante, donde destacaron la obo¨ªsta Juliana Koch y el flautista Gareth Davies. Lo mejor de la obra fue el tercer movimiento, allegretto grazioso (quasi andantino), que Rattle revel¨® imbuido de ese naturalismo estival brahmsiano que la inspir¨® a orillas del lago de W?rth; un lugar donde, seg¨²n Brahms, las melod¨ªas eran tan abundantes que hab¨ªa que tener cuidado de no pisarlas.
Rattle se despidi¨® con una danza eslava de Dvorak como propina, la N¨²m. 7 del opus 46, una skocn¨¢ que revel¨® m¨¢s detalles de su particular idilio con la LSO. Pero el d¨ªa anterior mostr¨® el poso que est¨¢ dejando en la orquesta brit¨¢nica, tras a?o y medio como titular. ¡°Creo que su sonido est¨¢ cambiando como resultado de ensayar a tumba abierta¡±, confes¨® durante la rueda de prensa. Rattle oficia sin temor a las composiciones m¨¢s vinculadas con la tradici¨®n de la LSO. Puede comprobarse en su reciente grabaci¨®n de La condenaci¨®n de Fausto, de Berlioz, en el sello de la orquesta. Pero tambi¨¦n en el programa que dirigi¨® el domingo, en su primer concierto en Santander, con tres composiciones fundamentales para la historia de la LSO: la Sinfon¨ªa n¨²m. 86, de Haydn, cuya primera grabaci¨®n dirigi¨® Bruno Walter a esta orquesta, en 1938; la Gu¨ªa de orquesta para j¨®venes, de Britten, que el compositor escribi¨® y grab¨® con la LSO; y la Segunda sinfon¨ªa, de Rajm¨¢ninov, cuya grabaci¨®n, de 1973, con Andr¨¦ Previn (EMI/Warner Classics) sigue siendo una cumbre interpretativa de la obra.
Estas tres composiciones tienen, adem¨¢s, una relaci¨®n muy especial con el propio Rattle desde sus inicios. Las dirigi¨® en su etapa como asistente en Bournemouth y las grab¨®, en los ochenta y noventa, tanto en Los ?ngeles como en Birmingham. ¡°Realmente no puedo dirigir nada que no ame¡±, responde cuando le colocan la etiqueta de director vers¨¢til. Haydn es, por ejemplo, su compositor favorito y lo defiende con particular entrega. A pesar de que hoy sabemos que su Sinfon¨ªa n¨²m. 86 fue pensada para una orquesta francesa de 65 m¨²sicos, Rattle adopta la plantilla reducida historicista. Pero tambi¨¦n la ret¨®rica. ¡°Es una m¨²sica que no puedes tocarla simplemente pues no funcionar¨ªa y siempre es necesario jugar con ella¡±, afirm¨®. En Santander, prescindi¨® del podio y dirigi¨® deambulando de un lado a otro dando indicaciones como un chef al frente de una cocina. Elev¨® especialmente el segundo movimiento, capriccio, hasta convertirlo en un prodigio de fantas¨ªa y gravedad, al igual que el irresistible l?ndler que funciona como tr¨ªo del minueto.
La popular Gu¨ªa de orquesta para j¨®venes, de Britten, sirvi¨® para repasar el engranaje de la LSO tras las vacaciones veraniegas, pues la cita de Santander es, en realidad, la primera de la nueva temporada. Rattle, ahora ya subido al podio, exhibi¨® un derroche de fantas¨ªa musical, pero tambi¨¦n formal, pues la clave de esta partitura no reside tanto en su argumento como en su estructura de variaciones que desembocan en una brillante fuga, que fue lo mejor de la obra. Y, en la segunda parte, lleg¨® otro de los afectos de Rattle: la Segunda Sinfon¨ªa, de Rajm¨¢ninov, que ha dirigido varias veces en sus ¨²ltimas apariciones en Espa?a. Fue una versi¨®n intensa y fluida, llena de tensiones y distensiones, pero que no se activ¨® hasta el desarrollo del allegro moderato. Lo mejor fue el adagio, con esa introducci¨®n de los violines, que incluye la melod¨ªa m¨¢s popular de la obra, aunque el tema no sea expuesto hasta poco despu¨¦s por el clarinete. Un bello solo que toc¨® con aire raps¨®dico? Chris Richards, digno sucesor del recientemente jubilado Andrew Marriner. El concierto termin¨® con una exquisita y relajada propina: la Gnossienne n¨²m. 3, de Satie, en orquestaci¨®n de Debussy. Rattle y la LSO regresar¨¢n a los ciclos de Iberm¨²sica, en mayo de 2020, y tambi¨¦n a la pr¨®xima edici¨®n del Festival Internacional de Santander.
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