Simon Rattle: ¡°El gusto musical del p¨²blico ha mejorado mucho¡±
El director de orquesta brit¨¢nico llega al Festival de Santander con la London Symphony
A nadie de quienes asistieran el a?o pasado al primer concierto que dio Simon Rattle con la London Symphony en Santander se le va a olvidar la experiencia. Mientras bajaba los brazos para terminar la Novena Sinfon¨ªa de Mahler, la m¨²sica se diluy¨® en un silencio m¨ªstico. Vuelve el maestro al festival c¨¢ntabro con dos noches y un programa diverso en el que se escuchar¨¢n piezas de Haydn, Britten, Rachmaninov, Brahms o John Adams: "Variedad a cargo de una gran orquesta. Sin pretensiones. Tan sencillo como eso", comenta.
Y es que ahora, el director ingl¨¦s busca conscientemente la falta de complicaciones. Disfrutar en esta etapa despu¨¦s de haber sobrevivido a la gloria y al potro de tortura al tiempo que es el santo grial de las batutas: la Filarm¨®nica de Berl¨ªn. "Para m¨ª fue dur¨ªsimo. Gracias a que cont¨¦, entre otros, con apoyo de Claudio Abbado, mi predecesor. Y afortunado porque a m¨ª no me costara aquello una enfermedad, como a ¨¦l".
Tanto que casi acaba con el italiano. Sobrevivi¨® a ese trance pese a que los m¨¦dicos llegaron a desahuciarlo. Luego regres¨® como invitado y vivieron un idilio en tiempos de Rattle: ¡°De alguna forma, los m¨²sicos se dieron cuenta de que hab¨ªan influido en su estado. Supieron reencontrarse y disfrutar de la m¨²sica en ese nuevo periodo, ya con Claudio m¨¢s relajado¡±.
El sufrimiento cambi¨® su modo de sentir la m¨²sica. "Me lo confes¨®. No era un hombre digamos m¨ªstico, pero s¨ª me reconoci¨® alguna vez que tanto padecimiento no hab¨ªa sido en vano, que le trajo sus buenas recompensas como esa nueva manera de experimentar f¨ªsicamente lo que hac¨ªa desde el podio".
La salida de una instituci¨®n como la berlinesa conlleva su melancol¨ªa y su liberaci¨®n. M¨¢s cuando entras a hacerte cargo de formaciones con menos medios: ¡°En Berl¨ªn, cuando nos encontr¨¢bamos bajo m¨ªnimos era como si viaj¨¢ramos en primera clase. Nunca ha pasado eso en Londres. No es lo que yo llamar¨ªa The London way¡±. Eso implica un grado m¨¢s de capacidad de supervivencia y de adaptaci¨®n al medio. M¨¢s cuando Rattle recogi¨® hace dos a?os el testigo de alguien completamente opuesto a ¨¦l en su visi¨®n: Valeri Gergiev¡
"Una buena noche con Valeri es una de las mejores experiencias art¨ªsticas que alguien puede tener. Pero somos absolutamente distintos. Yo ensayo bastante m¨¢s con ellos, pero¡ qui¨¦n no". De todas maneras, ese vaiv¨¦n no les ha sentado mal: "Viv¨ªan en una sensaci¨®n de riesgo constante. No sab¨ªan casi de un d¨ªa para otro con qu¨¦ idea llegar¨ªa. Por eso hoy est¨¢n preparados para ir en una direcci¨®n u otra. Si pierdes el sentido de la improvisaci¨®n, malo".
Rattle s¨ª sabe hacia d¨®nde va con compositores como John Adams, de quien ha programado su pieza The armonic lira. Compositores como el estadounidense viven un momento dulce de reconocimiento mundial despu¨¦s de ¨¦pocas en que fue considerado demasiado blando. ¡°Somos amigos desde hace a?os. Esta pieza viene de un sue?o, me cont¨®: Algo le hizo notar cierta efervescencia de agua desbordada, de botella de champ¨¢n descorchada. Desde el principio notas esa sensaci¨®n desaforada a la que ¨¦l, de manera traviesa, llama Lira arm¨®nica, como los tratados de Schoenberg. Viene a ser lo contrario. Bebe de ¨¦l, pero esta pieza es muy accesible. La tocamos hace poco en M¨²nich y la gente qued¨® muy tocada cuando hace 20 a?os, en ese mismo sitio, la hubieran pateado¡±.
Y es que Rattle va notando desde hace a?os ya un cierto cambio en las preferencias del p¨²blico: ¡°El gusto ha mejorado mucho. Son m¨¢s abiertos y entienden con mejor criterio. A m¨ª me gusta programar a Adams con Eliot Carter, aunque s¨¦ que les cabrea. Son dos estilos contrarios que hoy pueden convivir. Actualmente todo es bienvenido s¨ª realmente resulta bueno¡±.
De esa aceptaci¨®n integradora del p¨²blico en las salas, podr¨ªa aprender la direcci¨®n opuesta que va tomando su pa¨ªs. Es muy duro para un europe¨ªsta de pro como ¨¦l sentir la deriva brit¨¢nica: ¡°Cualquiera sabe que lo nuestro es una locura. Nadie quiere que pase lo que pase ocurra un desastre, pero no sabemos d¨®nde nos dirigimos¡±.
Lo mismo que en Venezuela, el pa¨ªs con el que Rattle estuvo en contacto en tiempos de Jos¨¦ Antonio Abreu, con el Sistema de orquestas: "Esa feria de los horrores debe cambiar. No puede ir peor. Encontramos m¨²sicos venezolanos en el exilio all¨¢ donde vamos. Aun as¨ª, pensemos en Colombia hace 20 a?os, cuando no le ve¨ªamos salida. Y mira ahora. Las cosas cambian".
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