Una fiesta de sonidos afrolatinos
Medio mill¨®n de asistentes celebran en Cali el festival Petronio ?lvarez, un canto a la diversidad que rescata las tradiciones musicales negras del Pac¨ªfico colombiano
La muchacha de ojazos azabaches y pelo ensortijad¨ªsimo a la que docenas de mujeres saludan efusivamente por las calles de Cali, como si la conocieran desde siempre, se llama Carolina Contreras, pero todas la distinguen como Miss Rizos. Con ese apelativo elocuente y afortunado abri¨® hace seis a?os un sal¨®n de belleza en su Santo Domingo natal, inaugurar¨¢ este octubre otro en el Washington Heights neoyorquino y ha logrado popularidad con sus perfiles de Facebook e Instagram, donde el 92% de sus seguidores son femeninos. Pero a Contreras no le gustar¨ªa que la confundieran con una influencer. Ella se siente activista del feminismo y la diversidad. A los siete a?os, su mam¨¢ empez¨® a aplicarle una costosa loci¨®n qu¨ªmica para corregir las ondulaciones de su cabello. Quer¨ªa lo mejor para ella, que no la estigmatizaran los genes de la negritud. Hasta que Carolina se sublev¨®, tir¨® el ung¨¹ento a la basura y decidi¨® reivindicar con orgullo su ADN. "He inspirado a la mujer negra a llegar m¨¢s lejos de lo que la sociedad nos consent¨ªa", proclama.
Nos encontramos en Cali, al suroeste de Colombia y la segunda ciudad iberoamericana con mayor ¨ªndice de poblaci¨®n afro, despu¨¦s de Salvador de Bah¨ªa (Brasil). Las estad¨ªsticas son el¨¢sticas, pero tras consultar a concejales, comunicadores y profesionales varios deducimos que residen unos 900.000 negros en una poblaci¨®n de 2,5 millones. Y el dato, en un pa¨ªs donde el racismo a¨²n se deja sentir en algunos c¨ªrculos, tiene su importancia. Por eso Miss Rizos es acogida aqu¨ª como una hero¨ªna emergente, protagonista incluso de un peque?o c¨®mic, Las S¨²per Rizadas, que las ni?as leen en las escuelas. Y por eso un festival de m¨²sica y cultura negra como el Petronio ?lvarez, que naci¨® en 1997 en un teatrito al aire libre, es hoy una colosal cita multitudinaria que colapsa el centro de la urbe. Con entrada libre, camarader¨ªa pasmosa y dos tercios de asistentes afros. Y sin patrocinadores, seg¨²n presumen desde la municipalidad.
¡°Celebramos la m¨²sica de nuestros ancestros sin necesidad de comerciar con ella¡±, subraya Ang¨¦lica Mayolo, uno de los cuatro concejales negros de la ciudad. A sus 29 a?os, y con experiencia en la defensa de las minor¨ªas desde el Gobierno del expresidente Santos, Mayolo calcula que una rumba (celebraci¨®n) de este calibre genera 15 millones de euros de impacto econ¨®mico. ¡°Estamos abriendo el primer puente entre el mercado africano y el latinoamericano, una conexi¨®n hasta ahora inexistente¡±, apunta.
Un total de 11.886 turistas espa?oles visitaron Cali a lo largo de 2018, pero solo un n¨²mero irrelevante utiliz¨® como excusa el Petronio, a mediados de agosto, para poner rumbo a la tercera ciudad m¨¢s populosa de Colombia. Y eso que el encuentro sonoro, artesanal y gastron¨®mico m¨¢s importante en torno a las culturas afrodescendientes del Pac¨ªfico sur colombiano culmin¨® este domingo su 23? edici¨®n con cerca de medio mill¨®n de asistentes a lo largo de sus seis jornadas. Se reivindica as¨ª la regi¨®n m¨¢s inaccesible y depauperada del pa¨ªs, pero tambi¨¦n una de las m¨¢s r¨ªtmicas y vitalistas.
Quien visite de noche El Arrullo, el callej¨®n de la fiesta en el barrio de Ciudad C¨®rdoba, comprender¨¢ mejor todo. Estos guetos negros al este del municipio, vetados hasta hace poco a los blancos y a las c¨¢maras, acogieron el s¨¢bado un abigarrado fest¨ªn multicultural de m¨²sica, licor y compadreo. Los admiradores visitaban en su casa a la cantante y activista Nidia G¨®ngora como en una procesi¨®n mariana, mientras sus m¨²sicos improvisaban tamboradas en portales o solares y los polic¨ªas se incorporaban a algunas conversaciones. ¡°Esta es nuestra vida y nos enorgullece mostrarla tal y como es¡±, resum¨ªa un sonriente vecino a las cuatro de la madrugada.
La unidad deportiva Alberto Galindo, inmensa explanada de 35.000 metros cuadrados en el coraz¨®n de una ciudad ca¨®tica y cruda, pero tambi¨¦n trepidante, es un hervidero de artesanos de la ca?a, cocineras tradicionales de pescados y mariscos, puestos de chontaduro (la arenosa fruta local) y, sobre todo, fabricantes artesanales del licor ind¨ªgena por excelencia, el viche, un aguardiente con ca?a de az¨²car que las autoridades sanitarias prohibieron hasta mediados del siglo pasado y a¨²n hoy apenas se distribuye por Cali, y solo en fechas se?aladas. Al bebedizo, pele¨®n y estimulante, le atribuyen los afrocolombianos toda clase de propiedades ben¨¦ficas, sobre todo afrodisiacas. Y esa conexi¨®n sical¨ªptica est¨¢ presente en muchos nombres de sus variedades casi infinitas, desde arrech¨®n (arrecho es excitado sexualmente) a tumbacatre o pipilongo.
Luc¨ªa Sol¨ªs, una viejita de edad indescifrable proveniente de Buenaventura, el principal puerto a este lado del Pac¨ªfico, representa la sexta generaci¨®n de licoreros de su familia. ¡°Hay que tener un don. Mi t¨ªa me escogi¨® a m¨ª por mis ojos azulados y porque era muy curiosa. Al final somos casi hechiceras, pero esta medicina funciona¡±, relata mientras nos atragantamos con su muy arom¨¢tica tomaseca. Sol¨ªs aprendi¨® a distinguir los olores de las plantas selv¨¢ticas, con los ojos cerrados, desde los siete a?os. Hoy maneja m¨¢s de 60 tipos de plantas para sus brebajes, envasados en rudimentarias botellitas de pl¨¢stico con el nombre de Semillas de Vida. Incluso fabrica un extra?o vino que ¡°sube las defensas del cuerpo y limpia la sangre¡±. Y sentencia: ¡°Ojal¨¢ el ser humano aprendiera la humildad, perseverancia y d¨¢diva de la naturaleza¡±.
En el otro extremo del complejo, la m¨²sica afrolatina monopoliza el escenario principal en sesiones de hasta seis horas. Muchos de los artistas representan la vertiente m¨¢s fiel a la tradici¨®n de los cuatro departamentos o regiones del litoral: Choc¨®, Valle, Cauca y Nari?o. Pero el inconfundible sonido de la marimba ¡ªsiempre con madera de chonta cortada en Luna llena¡ª, el guas¨¢ y los tambores tambi¨¦n est¨¢n dando lugar a formulaciones m¨¢s innovadoras y atrevidas. El tr¨ªo chocoano ChocQuibTown se ha acabado erigiendo como una de las formaciones m¨¢s populares en el pa¨ªs gracias a su encuentro entre los ritmos del Pac¨ªfico, el reggae y el hip hop, pero la expansi¨®n se prev¨¦ mayor tras su reciente alianza con Nicky Jam. Y el s¨¢bado se vivieron escenas de delirio colectivo en el Petronio con la puesta de largo de La Pacifican Power, una superbanda de la comarca con la voz de Nidia G¨®ngora al frente. Cualquiera que escuche Ven¨ª o su versi¨®n de La memoria de Justino, original del Grupo Socav¨®n, comprender¨¢ los motivos de tanto entusiasmo.
Cuentan que Petronio ?lvarez, maquinista en la hoy extinta l¨ªnea f¨¦rrea entre Buenaventura y Cali, embelesaba al pasaje cuando canturreaba piezas de la comarca, a las que fue incorporando composiciones propias. Hoy su nieto Esteban Copete, al frente del Kinteto Pac¨ªfico, es uno de los muchos conjurados para que no se extinga la llama. Poblaciones como Guapi o Timbiqu¨ª solo son accesibles por avioneta o tras ocho horas de navegaci¨®n desde Buenaventura, y carecen de los suministros m¨¢s b¨¢sicos. Pero los negros siguen alzando la voz para entonar ¡°los cantos desde la cuna a la tumba¡±: arrullos para los beb¨¦s, alabaos a los fallecidos y hasta los chigualos que honran a los ni?os que mueren de manera prematura. A falta de respaldo administrativo, m¨¢s te¨®rico que real, emisoras libres como Ping¨¹ino Est¨¦reo o el guionista cinematogr¨¢fico Steven Grisales (Somos Calentura) se afanan en preservar estos tesoros etnomusicales. "Cali y el Pac¨ªfico estamos recuperando la autoestima desde la firma del proceso de paz¡±, recapitula la secretaria municipal de Turismo, Martha Luc¨ªa Villegas. No somos solo esa ciudad que aparece en la segunda temporada de Narcos. Somos gente aguerrida, que trata de sacar un pa¨ªs adelante tras 50 a?os de conflicto y ha desarrollado una c¨¢lida cultura de acogida".
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