Annie Ernaux: ¡°Feminista era un insulto hace no tanto¡±
El Premio Formentor, que recibe la pr¨®xima semana, y varias reediciones de sus libros convierten a la escritora francesa en una de las grandes protagonistas del oto?o. En un tiempo en el que triunfan la autoficci¨®n y la narrativa basada en hechos reales, es una de las autoras m¨¢s influyentes de su pa¨ªs, una maestra de la escritura sin adornos
Contar la verdad, caiga quien caiga. Y evitar que la memoria individual, estrechamente ligada a la colectiva, termine arrastrada por el paso del tiempo. Si todas las im¨¢genes y todos los recuerdos est¨¢n condenados a desa?parecer, Annie Ernaux (Lillebonne, Francia, 1940) se encierra en su escritorio cada d¨ªa buscando un ant¨ªdoto a ese inexorable olvido. Sus libros son, en el fondo, una copia de seguridad. Es la conclusi¨®n a la que llega la autora tras casi dos horas de conversaci¨®n en la casita con jard¨ªn, aislada en medio de la nada, en la que reside desde hace cuatro d¨¦cadas. Ernaux encontr¨® su hogar en Cergy-Pontoise, a unos 40 kil¨®metros de Par¨ªs, una de esas villes nouvelles que Pompidou levant¨® de la nada para atenuar la concentraci¨®n urbana en la capital. La ciudad, dotada de un espectacular ejemplo del neocl¨¢sico posmoderno de Ricardo Bofill, es un lugar sin historia. Una curiosa elecci¨®n para una escritora obsesionada por el recuerdo. ¡°S¨¦ que parece una contradicci¨®n, pero esta urbe sin pasado era el ¨²nico lugar donde me sent¨ªa bien. Las ciudades hist¨®ricas me recuerdan a una larga tradici¨®n de exclusi¨®n social. Aqu¨ª pod¨ªa vivir sin sentirme sometida a ese determinismo¡±, explica Ernaux, siempre influida por las tesis del soci¨®logo Pierre Bourdieu.
Casi toda su literatura surge del sentimiento de haber traicionado a su clase social, al separarse de su familia de modestos tenderos en la Normand¨ªa profunda para convertirse en escritora e intelectual. Su madre vend¨ªa patatas todo el d¨ªa para que ella ¡°pudiera sentarse en un anfiteatro universitario para escuchar hablar de Plat¨®n¡±, como escribi¨® en Una mujer. Durante mucho tiempo, se crey¨® que su obra, que ya suma 20 vol¨²menes, resultaba demasiado francesa para interesar al lector extranjero, como sucedi¨® con otro hijo de la guerra y ebrio de memoria, Patrick Modiano, antes de la concesi¨®n del Nobel de Literatura en 2014. Como le sucedi¨® a su compatriota, a Ernaux el reconocimiento internacional le llega tarde, pero con fuerza. El pr¨®ximo viernes recibir¨¢ el Premio Internacional Formentor. ¡°Lo primero que hice fue mirar la lista de premiados anteriores. Y tuve un reflejo habitual: ?d¨®nde est¨¢n las mujeres¡±, recuerda Ernaux, que descubri¨® que solo hab¨ªa tres: Nathalie Sarraute, Dacia Maraini y Gisela Elsner. Despu¨¦s se hizo otra pregunta recurrente: ¡°?Por qu¨¦ yo? La verdad es que no creo merec¨¦rmelo. Mi discurso hablar¨¢ del sentimiento de indignidad que siento al recibir un premio. No doy saltos de alegr¨ªa. Siento m¨¢s estupefacci¨®n que regocijo¡±.
Puede parecerlo, pero no es falsa modestia. Ernaux es consciente de poseer ¡°una singularidad¡± como escritora, una obcecaci¨®n por reflejar la experiencia femenina centr¨¢ndose en todo aquello que, por estar vinculado a ese g¨¦nero, no ten¨ªa reflejo literario. Eso la llev¨® a relatar vivencias como el aborto (El acontecimiento), la muerte de su padre (El lugar), la enfermedad de su madre (No he salido de mi noche), el c¨¢ncer (El uso de la foto), las miserias del matrimonio (La mujer helada) o la lujuria reencontrada (Pura pasi¨®n). Esa diferencia le permiti¨® sobresalir entre los ¨¦mulos tard¨ªos de un nouveau roman que daba sus ¨²ltimos coletazos. Pero tambi¨¦n hizo que se la arrinconara como una escritora menor, denostada por su miserabilismo y sensacionalismo. ¡°No tuvo incidencia en mi trabajo. He tenido enemigos de los que me siento orgullosa. Ven¨ªan de la derecha, pero tambi¨¦n de la izquierda caviar. Ahora ya no se atreven, pero durante mucho tiempo me masacraron¡±, responde.
¡°La literatura sigue dominada por los hombres y su ideolog¨ªa. Ellos son los escritores de verdad¡±
Ese persistente desd¨¦n termin¨®, seg¨²n confiesa, hace solo 10 a?os, con la publicaci¨®n de Los a?os, cr¨®nica de los cambios en la sociedad francesa de posguerra que se convirti¨® en un fen¨®meno en su pa¨ªs, y que ahora recupera Cabaret Voltaire coincidiendo con la concesi¨®n del Formentor. ¡°Fue un libro que me acerc¨® a un nuevo p¨²blico. De hecho, es un volumen que no gusta demasiado a mis lectores m¨¢s fieles. Sintieron que perd¨ªan un v¨ªnculo de exclusividad conmigo¡±, sonr¨ªe. Pese a todo, hasta no hace mucho, segu¨ªa defini¨¦ndose como una paria de las letras francesas. ¡°Ahora ya no puedo decir eso. Ser¨ªa solo una pose, una postura de escritora maldita¡±, admite. Eso no impide que a?ore los tiempos en los que era ignorada.
¡°Viv¨ªa mejor cuando era menos conocida¡±, reconoce Ernaux. ¡°Sent¨ªa una tranquilidad y una libertad que he perdido. Ahora cargo con una responsabilidad enorme¡±. Las invitaciones a grandes citas literarias se han multiplicado ¡ªel d¨ªa siguiente a la entrevista, realizada a finales de agosto, deb¨ªa marcharse a rega?adientes al Festival de Edimburgo, obligada por su editor brit¨¢nico¡ª, igual que las peticiones de entrevistas. ¡°La gente no se da cuenta de que tengo 79 a?os. Ya no soy una mujer joven. No hay d¨ªa que no me levante con dolores en alg¨²n lugar del cuerpo¡±, protesta. ¡°Cuando lo cuento, me tratan de desagradecida. ?Este es el precio del ¨¦xito! ?C¨®mo me atrevo a quejarme? Nunca har¨ªa esta reflexi¨®n en la prensa francesa. Pero siendo un diario espa?ol¡¡±.
En sus libros siempre se distingue una silueta solitaria, sentada en un escritorio oscuro o errando en un jard¨ªn frondoso, pero desierto. Ernaux trabaj¨® durante d¨¦cadas como profesora de franc¨¦s a distancia, lo que subraya esa existencia erem¨ªtica. ¡°Aclaro que fue por motivos de salud. Nac¨ª con una luxaci¨®n cong¨¦nita de la cadera y tuve artrosis desde los 35 a?os. Me aconsejaron moverme lo menos posible. Ahora bien, ya me vino bien esa soledad¡¡±, se carcajea. ¡°Es un rasgo de car¨¢cter, s¨ª. No sufr¨ª por ello, aunque el aislamiento todav¨ªa sea un motivo de verg¨¹enza. ?Una profesora sin alumnos! ?Un individuo al margen de la masa! Son cosas que, culturalmente, todav¨ªa no se aceptan¡±. El germen de su literatura se encuentra en Flaubert, otro normando como ella, cuya quimera obsesiva por encontrar le mot juste puede recordar al estilo cl¨ªnico y punzante de su heredera, que cree que la escritura debe funcionar ¡°como un cuchillo¡±. ¡°Flaubert fue mi primer modelo. Mi primer libro, que firm¨¦ a los 22 a?os y del que nunca he hablado en p¨²blico, mezclaba la exigencia flaubertiana con la herencia del nouveau roman. Era un ensayo, m¨¢s que una novela, que nunca publiqu¨¦. Un objeto literario no identificado¡±. Ser¨ªa la matriz de una obra que abre una tercera v¨ªa entre esas dos categor¨ªas, adem¨¢s de renunciar a la noci¨®n de subjetividad. Para Ernaux, la primera persona es un recept¨¢culo vac¨ªo que le sirve para recoger una experiencia universalmente compartida. ¡°El yo es solo un lugar y no la expresi¨®n de una persona¡±, confirma.
Lecturas
Los a?os Annie Ernaux Traducci¨®n de Lydia V¨¢zquez. Cabaret Voltaire, 2019. 336 p¨¢ginas 20,95 euros.
El acontecimiento Annie Ernaux Traducci¨®n de Berta Corral y Mercedes Corral. Tusquets, 2019. 128 p¨¢ginas 17 euros.
Pura pasi¨®n Annie Ernaux Traducci¨®n de Thomas Kauf Tusquets, 2019. 80 p¨¢ginas 17 euros.
Escenas de la vida de Annie Ernaux Mois¨¦s Mori KRK, 2011. 832 p¨¢ginas 49,95 euros.
El segundo referente citado, Zola, le hace fruncir el ce?o. ¡°Sigo influida por la condescendencia respecto a Zola que exist¨ªa en la Universidad francesa¡±, concede. Ah¨ª est¨¢n, pese a todo, su voluntad de dejar un testimonio de una ¨¦poca y de su inigualable violencia y su denuncia impl¨ªcita a una desigualdad sist¨¦mica. Ernaux acaba recordando que le gusta uno de sus libros, La taberna, donde Zola usa el estilo indirecto libre para solapar el pensamiento de un individuo y el de todo el pueblo. Ernaux escribe, igual que Zola, como si la escritura fuera una especie de obligaci¨®n social. ¡°En eso s¨ª estoy de acuerdo. Cada vez que comienzo un libro tengo que sentir ese mandato. Si no, me parece gratuito¡±, admite. En 2014, el historiador franc¨¦s Pierre Rosanvallon le propuso participar en el proyecto Raconter la vie (Contar la vida), que llev¨® a varios escritores a describir la existencia del franc¨¦s medio. A Ernaux le pidi¨® que se infiltrase en un hipermercado y contase lo que ve¨ªa. El resultado fue un volumen titulado Regarde les lumi¨¨res mon amour. ¡°No me apetec¨ªa demasiado escribirlo. Y, a la vez, no pude quitarme de la cabeza que ten¨ªa la obligaci¨®n de hacerlo, porque la gente odia esos lugares y a la gente que los frecuenta¡±, recuerda.
¡°A veces pienso que no saldremos de esta sin un poco de violencia¡±, dice de los chalecos amarillos
Ese mandato simb¨®lico pasa por la responsabilidad de ser la portavoz de la clase social de la que procede. Durante mucho tiempo, Ernaux quiso darle una representaci¨®n fidedigna, alejada de los discursos biempensantes pero tambi¨¦n de las caricaturas cruentas. ¡°El sentimiento de ser una tr¨¢nsfuga de clase me ha marcado mucho¡±, admite. A?ade otra dimensi¨®n a ese mandato: la que implica el hecho de ser mujer y escritora. ¡°El campo literario sigue dominado por los hombres y su ideolog¨ªa. Un escritor de verdad sigue siendo un hombre. Una mujer que escribe es, como mucho, una novelista¡±, ironiza. A Ernaux no le interesa sentar c¨¢tedra ni dar conferencias. Lo que no impide que confiera una enorme importancia a su trabajo. ¡°He tenido hijos y nietos, y eso me ha hecho muy feliz. Pero haber sido escritora puede que sea todav¨ªa m¨¢s importante. Me da el sentimiento de no haber venido al mundo para nada¡±, reconoce. La eclosi¨®n del MeToo ha despertado en Ernaux un ¨¢pice de esperanza. ¡°Aunque, para que la literatura cambie, primero tendr¨¢ que cambiar la sociedad entera. Y todav¨ªa estamos empezando¡¡±, matiza. Observa un avance positivo en las nuevas generaciones, formadas por ¡°mujeres que saben cu¨¢les son sus derechos y no se amedrantan frente a la hegemon¨ªa masculina¡±. Y que terminan con el ¡°terrible vac¨ªo¡± que imper¨® hasta hace solo una d¨¦cada. ¡°Hace no tanto, la palabra feminista era un insulto. Hacia 2010 empec¨¦ a ver un nuevo despertar, aunque en Francia tampoco sea muy vigoroso¡±, lamenta.
Al final de Los a?os, Ernaux se preguntaba de d¨®nde surgir¨ªa ¡°la pr¨®xima revoluci¨®n¡±. No la ve¨ªa surgir entre los estudiantes, ni tampoco guiada por sindicatos muy debilitados. Hoy cree que su antec¨¢mara podr¨ªa ser la revuelta de los chalecos amarillos. La escritora fue una de las pocas personalidades de la cultura francesa que les brindaron un apoyo incondicional. ¡°Han entendido en qu¨¦ consisten la arrogancia y el desprecio de clase del Gobierno de Macron. No es el primer presidente que se caracteriza por esos atributos, pero s¨ª el primero que los exhibe sin complejos¡±, asegura Ernaux, apoyo del l¨ªder antiliberal Jean-Luc M¨¦lenchon y su Francia Insumisa. Ernaux no conden¨® la violencia de ese movimiento, ante la incomprensi¨®n de muchos de sus compatriotas. ¡°Es una violencia real que responde a una violencia simb¨®lica. Quien no la entienda es porque nunca ha sentido la necesidad de destrozarlo todo, porque nunca ha experimentado ese sentimiento de injusticia¡±, asegura. Para Ernaux, la soluci¨®n a este presente turbio no ser¨¢ necesariamente sosegada. ¡°A veces, pienso que no saldremos de esta sin un poco de violencia¡±.
La tercera v¨ªa entre realidad y ficci¨®n
Para todos los escritores franceses que han construido sus carreras buscando una tercera v¨ªa entre realidad y ficci¨®n, Annie Ernaux se ha convertido en una referencia ineludible. Su nombre es reivindicado hoy por todo tipo de autores, desde Virginie Despentes, con sus artefactos explosivos que a¨²nan relato y teor¨ªa social, hasta Didier Eribon, que apunta a Ernaux como m¨¢xima influencia para escribir su Regreso a Reims, mitad autobiograf¨ªa y mitad estudio sociol¨®gico.
Emmanuel Carr¨¨re, otro firme defensor de los h¨ªbridos, se inclina ante la forma literaria que Ernaux invent¨® a comienzos de los ochenta, cuando renunci¨® a la ficci¨®n pura para mezclarla con la historia, la sociolog¨ªa y las experiencias vividas. "Ernaux es uno de los autores contempor¨¢neos, no excesivamente numerosos, de quienes he le¨ªdo todos los libros. Es uno de esos autores que siempre cuentan lo mismo, que es lo que suelen hacer los mejores", afirma Carr¨¨re en un correo electr¨®nico. "El caf¨¦ de sus padres en Lillebonne, en Normand¨ªa, se ha convertido en un lugar literario m¨ªtico, no exactamente como el Combray de Proust, pero tampoco muy lejos. Cuando public¨® Los a?os, con esa simplicidad solemne y esa majestuosidad desgarradora, nos dimos cuenta de que se hab¨ªa convertido en un cl¨¢sico. Ni siquiera sus lectores m¨¢s fieles lo vimos venir", a?ade Carr¨¨re.
?douard Louis, joven fen¨®meno de las letras francesas, tambi¨¦n figura entre sus seguidores. "Los autores a los que m¨¢s admiro son aquellos que han sido atacados con gran violencia. Annie Ernaux forma parte de ellos. Durante mucho tiempo se dijo que contaba historias de se?orona y que har¨ªa mejor en dejarlo correr", se?ala Louis, que acaba de publicar Qui¨¦n mat¨® a mi padre (Salamandra). El escritor se inspir¨® en Eribon, su mentor, pero tambi¨¦n en Ernaux para firmar su exitoso debut, Para acabar con Eddy Bellegueule, que hablaba de lo que conlleva cambiar de clase social y abandonar los or¨ªgenes familiares. Louis se?ala a la autora como uno de los pocos nombres dentro de la literatura francesa que "no se han plegado a la cultura de la sumisi¨®n, esa que lleva a rendirse ante las instituciones y obsesionarse con los premios". Para el autor, Ernaux ha provocado "una transformaci¨®n del campo literario" inventando "una nueva manera de escribir".
Nicolas Mathieu, ganador del ¨²ltimo Premio Goncourt con Sus hijos despu¨¦s de ellos (AdN), fresco literario inspirado en su juventud en la Lorena francesa, tambi¨¦n la se?ala como su mayor influencia. "Encontr¨¦ en sus libros las palabras que designaban con exactitud la realidad que yo viv¨ªa a t¨ªtulo personal: el destino de un tr¨¢nsfuga de clase y las deudas y las verg¨¹enzas que luego pesar¨¢n en su trayectoria", se?ala Mathieu. "Representa un ejemplo muy logrado de hibridaci¨®n entre literatura y ciencias sociales. Adem¨¢s, Ernaux es un ejemplo de probidad. Como tantos otros, pero mejor que muchos, procur¨® despojar la escritura de su atuendo ceremonial, de sus man¨ªas de prestidigitador. Fue a buscar la herida, el hueso. Escribi¨® libros con un bistur¨ª en la mano. Yo le envidio esa rigidez", concluye Mathieu.
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