Las joyas de la Corte rusa brillan en el Hermitage de ?msterdam
La sucursal holandesa de la famosa sala corona su d¨¦cimo aniversario como un ejemplo del ¨¦xito de la diplomacia de los museos
Los museos del siglo XXI, en especial las grandes salas, ya no dependen solo de fondos estatales para operar a escala internacional, sino que abren sedes en otros pa¨ªses, colaboran con marcas famosas y generan sus propias ganancias. Es la denominada ¡°diplomacia de los museos¡±, y uno de sus mayores ejemplos es la red de fundaciones y sedes externas abierta por el Hermitage de Rusia en Europa, Estados Unidos y Oriente Medio.
El centro de ?msterdam cumple su primera d¨¦cada, y la corona con una muestra dedicada a las joyas de la Corte rusa que combina la profusi¨®n de oro y piedras preciosas llevadas por zarinas como Catalina la Grande, con la suerte corrida por unas piezas excepcionales, muchas de las cuales acabaron subastadas tras la Revoluci¨®n de 1917, o bien a?os despu¨¦s, en el exilio, por sus propios due?os.
Joyas, el brillo de la corte rusa recibe con m¨²sica de Domenico Cimarosa, Debussy y Chaikovski, y parece un sal¨®n de baile con la pista ocupada por los vestidos y uniformes de gala de los invitados y sus elaboradas joyas: 300 piezas de la alta sociedad a lo largo de dos siglos, vistas en su mayor¨ªa por primera vez en Europa Occidental. En las paredes, cuelga un centenar de sus retratos, desde la princesa Zinaida Yusupova, madre del pr¨ªncipe F¨¦lix, que particip¨® en el asesinato de Rasput¨ªn, a Mar¨ªa Fi¨®dorovna, esposa del zar Alejandro III y madre de Nicol¨¢s II, el ¨²ltimo zar.
Hay juegos enteros de collar, pendientes, anillo y colgante, junto a un elaborado broche multicolor en forma de ramo, de Isabel I de Rusia. Hay relojes, cajas y joyeros donde desplegar diamantes, amatistas, topacios y aguas marinas, y tambi¨¦n perlas naturales, camafeos y esmaltes firmados por joyeros rusos como Faberg¨¦, y los franceses Cartier, Boucheron y Chaumet. Incluso hay joyas de hierro, muy de moda entre 1813 y 1814, cuando Prusia y Francia se bat¨ªan en guerra.
¡°Todas cuentan historias fabulosas te?idas a veces de tragedia, ya que Nicol¨¢s II y su familia fueron asesinados en 1918, y las suyas fueron confiscadas y vendidas dentro y fuera de Rusia. Por eso hay piezas repartidas por el mundo, hasta en Filipinas. Imelda Marcos, la esposa del antiguo presidente, compr¨® una diadema de Mar¨ªa Fi¨®dorovna que tiene ahora el Gobierno. Y la reina Isabel II de Inglaterra posee un collar de perlas y un broche de Xenia, una de las hijas de Mar¨ªa¡±, seg¨²n Martijn Akkerman, historiador de joyer¨ªa.
La exposici¨®n encaja en el reclamo del universo Hermitage, presentado como un planeta con sus sat¨¦lites en un gran cartel en la sede holandesa. Seg¨²n Natalia Grincheva, investigadora honoraria de la Facultad de Artes de la Universidad de Melbourne (Australia), los museos, ya sean p¨²blicos o privados, han pasado de ser los guardianes de la herencia cultural de un pa¨ªs a transformarse en actores aut¨®nomos de la diplomacia cultural. Experta en dicho campo, lo califica de ¡°una forma de poder blando que complementa otros medios diplom¨¢ticos¡±.
As¨ª, el ¨¦xito de la f¨®rmula de fundaciones y sedes externas del Hermitage (abrir¨¢ en 2022 en Barcelona) ¡°se debe a su 10% de independencia del Gobierno ruso, al 50% del tir¨®n de su marca, con una colecci¨®n extraordinaria, recursos y experiencia, y en un 40% a los contactos personales, estrategia y reputaci¨®n de su director Mijail Piotrovsky¡±, dice Grincheva, que responde a un cuestionario remitido por este peri¨®dico, y que a?ade que la buena marcha de la aventura del Hermitage ¡°responde tambi¨¦n a la sensaci¨®n de que Rusia posee todav¨ªa muchos tesoros y quedan secretos por revelar, porque al final, esta diplomacia inteligente contribuye a los esfuerzos culturales de su Gobierno¡±.
La investigadora afirma que esto ocurre de forma soterrada para los visitantes: ¡°No creo que el p¨²blico acuda con esa idea, sino porque les gusta lo que ofrecen. Por el contrario, los patrocinadores for¨¢neos, donantes y fil¨¢ntropos que apoyan las fundaciones y el museo desde el exterior, se suman porque desean tener acceso a las redes pol¨ªticas y figuras con poder en Rusia. Entienden la conexi¨®n entre el Hermitage y el Estado ruso¡±.
De todos modos, el trabajo de externalizaci¨®n del museo, ¡°le permite relacionarse con la sociedad civil y participar en redes globales fuera del patrocinio estatal¡±, a?ade. El director del museo, Piotrovsky, lo ha resumido de esta forma: ¡°La diplomacia de las colaboraciones culturales est¨¢ por encima de la pol¨ªtica¡±.?
?Diademas o tiaras?
A pesar del uso generalizado del t¨¦rmino tiara para referirse a la media corona que lucen en la cabeza reinas y princesas, lo m¨¢s adecuado ser¨ªa llamarla diadema. "As¨ª lo hace, por ejemplo, la reina M¨¢xima de Holanda, y la verdad es que no es exactamente lo mismo. Tiara deriva de la palabra persa tara, un gorro alto de piel adornado con gemas y metal, y es el origen de la tiara que lleva el Papa [mitra: la toca alta y apuntada de las solemnidades]. En cambio, la diadema proviene de las cintas lucidas hace miles de a?os en la cabeza por sacerdotes, o a?adidas a las estatuas de dioses. En griego, diadumeno representa ?al que lleva? esa cinta, y as¨ª ha llegado hasta hoy", seg¨²n Martijn Akkerman, historiador holand¨¦s de la joyer¨ªa. La de oro, plata y diamantes de Mar¨ªa Fi¨®dorovna, esposa del zar Alejandro III, dise?ada por Mijail Perkhin, empleado aventajado del legendario joyero ruso Carl Faberg¨¦, figura en la muestra Joyas, el brillo de la Corte rusa, la exposici¨®n que marca la primera d¨¦cada del Hermitage de ?msterdam y que estar¨¢ abierta hasta el 15 de marzo de 2020.
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