?Qu¨¦ ser¨¢ de los museos en el siglo XXI?
Los directores de las principales instituciones del arte debaten sobre posibles modelos de futuro en un simposio en Par¨ªs
?Qu¨¦ les depara el futuro a los museos? ?Seguir¨¢ teniendo sentido descubrir obras maestras de primera mano en tiempos de virtualizaci¨®n imperante? ?Deben dirigirse los centros de arte a una selecta minor¨ªa o aspirar a seguir ampliando su p¨²blico? Los responsables de las principales instituciones del arte de todo el planeta se reunieron este viernes en Par¨ªs para responder a este tipo de preguntas. Analizaron los retos que les reserva un siglo marcado por las nuevas tecnolog¨ªas, los presupuestos menguantes y la diversificaci¨®n de las voces que participan en la conversaci¨®n del arte. Este inusual c¨®nclave, organizado por la Fundaci¨®n Louis Vuitton de Par¨ªs, reuni¨® a los m¨¢ximos responsables de la Tate de Londres, el Centro Pompidou de Par¨ªs, el MoMA de Nueva York, el LACMA de Los ?ngeles, el Museo del Hermitage de San Petersburgo o el Reina Sof¨ªa de Madrid.
Todos ellos debatieron sobre las perspectivas de futuro que afrontan las instituciones que encabezan. El di¨¢logo estuvo moderado por dos prestigiosos cr¨ªticos de arte, el suizo Hans Ulrich Obrist y la francesa ?lisabeth Lebovici, que interrogaron a los participantes sobre la noci¨®n de centro y periferia, la expansi¨®n en nuevos edificios o sedes deslocalizadas, o bien la necesidad de ajustar presupuestos en un contexto de rentabilizaci¨®n m¨¢xima. Tambi¨¦n sobre la ampliaci¨®n de las colecciones en nuevas direcciones, por la necesidad de formular nuevos relatos en la historia del arte, como los protagonizados por mujeres o minor¨ªas ¨¦tnicas.
La directora de la Tate, Maria Balshaw, primera mujer al frente de esa instituci¨®n brit¨¢nica, dijo interesarse por ¡°la manera en que un museo puede cambiar el mundo¡±, en un contexto marcado por ¡°el Brexit y las desigualdades sociales y econ¨®micas que este nos ha recordado¡±. Balshaw abog¨® por las instituciones que no solo sean espacios pensados para una experiencia est¨¦tica, sino tambi¨¦n para la acci¨®n pol¨ªtica. Como ejemplo, destac¨® una reciente exposici¨®n en la Tate Britain sobre el arte de tem¨¢tica homosexual a lo largo de la historia, a partir de los fondos del museo. ¡°No debemos decir al p¨²blico qu¨¦ pensar, pero s¨ª tenemos la obligaci¨®n social de esclarecer las cosas. Debemos darle llaves con las que puedan abrir el cerrojo de sus puertas¡±, apunt¨® Balshaw.
El director del Centro Pompidou, Bernard Blist¨¨ne, protest¨® ante la estandarizaci¨®n creciente de los museos y advirti¨® que no todos deben contar la misma historia del arte. ¡°Un museo no debe tender hacia una colecci¨®n ideal que no existe, sino construirse a partir de su singularidad, de sus contextos, de sus errores y de su historia¡±, apunt¨® Blist¨¨ne. ¡°Ser¨ªa rid¨ªculo ver c¨®mo los museos se homogenizan para responder a una definici¨®n que, en realidad, deber¨ªamos deconstruir: la del arte moderno. Tenemos que repensar el modelo inicial¡±. Sobre el modelo de desarrollo escogido por el museo parisiense, que ha abierto sucursales en Metz y M¨¢laga e inaugurar¨¢ otras dos en Bruselas y Shangh¨¢i ¨Cmientras ya mira a Latinoam¨¦rica de cara a la sexta¨C, Blist¨¨ne afirm¨® que esas implantaciones no pueden ser solo una manera de potenciar la marca del museo, sino tambi¨¦n la oportunidad para desarrollar ¡°modelos espec¨ªficos¡± a partir de las peculiaridades de cada sitio y en di¨¢logo con la escena local.
Por su parte, el director del MoMA, Glenn Lowry, defini¨® el museo del siglo XXI como ¡°un laboratorio¡±. Es decir, ¡°un lugar de hip¨®tesis, experimentos y posibles fracasos¡±. Se dijo partidario de tener ¡°una colecci¨®n m¨¢s metab¨®lica, que cambie al mismo ritmo que el propio arte¡±. Pronunci¨® otras palabras sorprendentes. ¡°?ltimamente, me he desinteresado en el concepto de la colecci¨®n. Es importante usarla, pero no m¨¢s que pensar en qu¨¦ historias tienen que ser contadas y qu¨¦ cadencias deben ser enfatizadas¡±, afirm¨® Lowry. ¡°Si no tienes obras de mujeres de inicios del siglo XX o afroamericanos de mediados de ese siglo, t¨®malos prestados. Existen ah¨ª fuera¡±, se?al¨®. La directora del Studio Museum de Harlem, Thelma Golden, le record¨® que ¡°la compra de una obra es un acto de legitimaci¨®n¡± para los artistas marginados por la historia oficial. Lowry le respondi¨® que ¡°el compromiso afirmativo de exponer¡± es m¨¢s importante que ¡°el poder afirmativo de adquirir¡±.
Pagar por el arte
El debate sobre la gratuidad de los centros de arte, reabierto tras la reciente decisi¨®n del Metropolitan de cobrar entrada a los visitantes no neoyorquinos, fue otro de los temas de debate. ¡°Por supuesto, es una idea atractiva y deseable, pero probablemente imposible. ?Por qu¨¦ se suele considerar que debemos pagar por el teatro o la ¨®pera, pero no para entrar en un museo? ?Por qu¨¦ se nos equipara con una biblioteca p¨²blica?¡±, denunci¨® Lowry. Pese a todo, varios intervinientes llamaron a democratizar su acceso. ¡°Una visita al MoMA cuesta 25 d¨®lares por persona. Si se va en pareja y le sumas un caf¨¦, una postal y un cat¨¢logo, no es dif¨ªcil alcanzar los 100. Hay una prohibici¨®n respecto al coste, y otra de tipo cultural. Se sigue creyendo que el museo es el dominio de la gente m¨¢s educada y pr¨®spera de cualquier cultura¡±, opin¨® la conservadora jefa del MOCA de Los ?ngeles, Helen Molesworth.
El director del Reina Sof¨ªa, Manuel Borja-Villel, aport¨® un punto de vista distinto. Defini¨® un marco obligatorio en el que todo museo debe operar en este estadio de la historia: ¡°el que impone el neoliberalismo¡±. ¡°Este tiene una caracter¨ªstica muy concreta: la b¨²squeda del beneficio econ¨®mico de todo. Hoy cualquier experiencia es susceptible de convertirse en mercanc¨ªa. Eso nos condiciona a quienes trabajamos con el conocimiento¡±, explicaba tras el simposio. Para Borja-Villel, priorizar ¡°el beneficio contable a corto plazo¡± tiene efectos en la programaci¨®n de los museos, en la que predominan, cada vez m¨¢s, las retrospectivas de grandes maestros, capaces de atraer a un p¨²blico masivo. "Hay que repensar el modelo del blockbuster e intercalarlo con otros tipos de exposici¨®n, para que la raz¨®n utilitaria no predomine sobre la creativa. Es necesario resistir y darle la vuelta a un sistema que nos empobrece", a?ade Borja-Villel. "Somos un servicio p¨²blico. Como en un hospital, tienes que salir mejor de lo que has entrado. Tienes que haber aprendido algo y adquirir un poco de sensibilidad. Si el visitante entra, se hace un selfie y se marcha, no habremos contribuido mucho a su mejora".
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