El falso ¡®true crime¡¯ escoc¨¦s en el que nada es verdad, tampoco mentira
Graeme Macrae cuenta c¨®mo construy¨® 'Un plan sangriento', una novela sobre un crimen brutal contada desde una perspectiva inquietante y con la que ha estirado las costuras del g¨¦nero
En plena fiebre de publicaciones de true crime, de algunos cutres a otros sublimes (ya hablaremos, por ejemplo, del soberbio Devoradores de sombras) Graeme Macrae (Kilmarnock, Escocia, 1967) apuesta por una historia muy particular que fue finalista del Booker, ha vendido m¨¢s 180.000 ejemplares, se ha traducido a 22 idiomas y, de paso, ha estirado al m¨¢ximo las costuras del g¨¦nero. Porque Macrae ha elaborado en Un plan sangriento (Impedimenta, traducci¨®n de Alicia Frieyro) un falso true crime ambientado en las Tierras Altas escocesas en 1869, un h¨ªbrido entre la confesi¨®n en primera persona, el ensayo y las actas judiciales o los informes m¨¦dicos que funciona como un Dr¨¢cula moderno y criminal, una pieza literaria de primer orden que deja al lector con la cabeza del rev¨¦s.
Como en todo buen true crime, aqu¨ª no importa el qui¨¦n (los lectores pueden saber la verdad antes de empezar a leer el libro) sino todo lo dem¨¢s. El joven aparcero Roderick Macrae confiesa desde prisi¨®n c¨®mo asesin¨® de manera brutal a tres miembros de una familia del pueblo. Con este presupuesto, Macrae, el autor, va desgranando la historia y jugando con el lector, al que proporciona solo la informaci¨®n necesaria en cada momento. ?Por qu¨¦ lo ha hecho? ?Qui¨¦nes eran las v¨ªctimas? ?Qui¨¦n es en realidad este joven? ?Un maquiav¨¦lico bastardo? ?Un inocente solitario? ?Un loco? Depende qui¨¦n lo cuente. ¡°Buscaba una historia sobre mi abuelo y fui al lugar donde vivi¨®, pero me encontr¨¦ con esta otra historia de un antepasado¡±, cuenta a EL PA?S en un tranquilo mediod¨ªa de septiembre para explicar la coincidencia de apellidos con el protagonista. ¡°Trat¨¦ de que el libro se quedara en la cabeza del lector despu¨¦s de que lo leyera. Para ello luch¨¦ por dar la informaci¨®n justa a trav¨¦s de visiones contradictorias sobre lo que ha pasado. El lector es un detective y llega un momento en que algo cambia y todo lo que ha le¨ªdo se ve con otra luz¡±, explica sobre la estructura del relato.?
?Cu¨¢l es la respuesta del caso? ?Por qu¨¦ hizo esa barbaridad el protagonista? ¡°Mis sentimientos son ambivalentes¡±, responde lac¨®nico Macrae, que asegura que mucha gente le preguntaba por los documentos que aparecen en el libro como si de verdad los hubiera encontrado, que se prometi¨® no volver a escribir en primera persona y que no ha podido mantener la promesa.
El tono del protagonista es uno de los grandes hallazgos del libro. ¡°El gran reto era hacerlo convincente¡±, asegura el autor escoc¨¦s, que cuenta lo dif¨ªcil que fue el proceso ante la ausencia de testimonios de la ¨¦poca: hay pocos y, asegura, los que existen est¨¢n escritos por historiadores en un tono m¨¢s propio del ingl¨¦s victoriano de la clase alta que de los aparceros de un pueblo del norte de Escocia.
Hay una psicolog¨ªa escocesa muy enraizada que cree que contra la providencia es mejor no discutir ni pelear
El ambiente del peque?o pueblo y la descripci¨®n del fatalismo de sus gentes resultan sobrecogedores. ¡°Perviven dos cosas de aquella ¨¦poca en la Escocia actual. Por un lado, sigue siendo una zona deshabitada, un poco como la Espa?a vac¨ªa. Por otro, hay una psicolog¨ªa escocesa muy enraizada que cree que contra la providencia es mejor no discutir ni pelear. Es una ideolog¨ªa represiva, de total fatalismo con lo que venga dado, un mundo en el que incluso placer es visto como algo malo por lo que se pagar¨¢ despu¨¦s¡±, cuenta Macrae.
No oculta este escritor escoc¨¦s que la inspiraci¨®n lejana le viene de Yo Pierre Riviere, un libro escrito por Michel Foucault que ley¨® de joven y le dej¨® sobrecogido. Lleno de bohonom¨ªa y ganas de saber, Macrae comparte an¨¦cdotas como esa sobre la cerveza m¨¢s cara que se ha bebido (¡°es muy escoc¨¦s eso de acordarse del precio de la cerveza¡±, admite divertido) y comentarios apasionados sobre sus lecturas. ¡°Cuando le¨ª Los a?os de Annie Ernaux supe que nunca m¨¢s iba a escribir igual¡±, asegura. ¡°No puedo desconectar mi mirada de escritor cuando leo¡±, a?ade antes de repasar otras influencias como George Orwell o Simenon, de los que admira la claridad y la aparente sencillez, algo que tambi¨¦n refleja en su escritura. ¡°Parce f¨¢cil lo que hacen, pero ese es el verdadero arte¡±, cuenta.
La observaci¨®n, en un mundo en el que, reflexiona, la gente ya no se sienta cinco minutos a mirar, es su herramienta preferida de trabajo. As¨ª prepar¨®, por ejemplo, la segunda parte de la segunda parte de The Disappearence of Ad¨¨le Bedeu, su primera novela, escrita cuando no era el finalista del Booker, cuando se ganaba la vida como decorador y pintor, cuando el ¨¦xito literario todav¨ªa no hab¨ªa llamado por sorpresa a su puerta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.