Banksy: el ¨¦xito de la protesta social pol¨ªticamente correcta

Si el arte se mide en cifras, 150 monos valen m¨¢s que uno solo. En el mismo lote en el que la casa de subastas Sotheby?s incluy¨® Devolved Parliament, el ¨®leo de Banksy con la C¨¢mara de los Comunes del Reino Unido repleta de diputados chimpanc¨¦s, se someti¨® a la puja la Figura con Mono, de Francis Bacon. La obra del pintor brit¨¢nico, cruda, desgarrada, semiabstracta, f¨¢cilmente identificable, forma ya parte del canon contempor¨¢neo. Su precio final alcanz¨® m¨¢s de 3 millones de euros. Una cifra importante, pero que palidece ante los 11 millones que se llegaron a pagar por la bien ejecutada gamberrada del grafitero m¨¢s famoso de todos los tiempos. El cuadro pertenec¨ªa a un coleccionista privado, que rentabiliz¨® con creces su inversi¨®n.

?Aporta algo nuevo la obra de Banksy a la evoluci¨®n del arte? "El arte ha sido siempre un reflejo de la sociedad contempor¨¢nea, pero las grandes obras tienen una relevancia intemporal, especialmente si logran descubrir la naturaleza humana. Banksy es uno de los grandes polemistas de nuestro tiempo, y ha asentado su posici¨®n en la venerable historia de la parodia pol¨ªtica, junto a Goya, Hogarth o Daumier. Es un Voltaire de la era moderna, y hace frente a los debates urgentes de la actualidad con un ingenio c¨¢ustico y una s¨¢tira mordaz. Su iron¨ªa visual destila las situaciones pol¨ªticas m¨¢s complicadas en una sola imagen, simple y f¨¢cilmente compartible en esta era de las redes sociales", explica a EL PA?S Alex Branczik, el director de Arte Contempor¨¢neo de Sotheby?s.

No es una opini¨®n neutral, claramente. La casa de subastas ha dado un gran pelotazo econ¨®mico y publicitario, en un momento en el que la atenci¨®n del mundo se centra en el Brexit y el declive del sistema pol¨ªtico brit¨¢nico. Banksy patea al sistema con sus gamberradas y el p¨²blico aplaude. Una ¨²ltima encuesta de YouGov le coloca como el artista contempor¨¢neo favorito del p¨²blico ingl¨¦s.

Cabe preguntarse, sin embargo, si su protesta pol¨ªticamente correcta -nada m¨¢s trendy que una camiseta con alguna de sus ilustraciones- no encierra cada vez m¨¢s un c¨¢lculo econ¨®mico e incluso cierto tufo reaccionario. La bohemia es la antesala de la Academia, sugiere Philip Hook, quien durante d¨¦cadas estuvo al frente de las subastas de arte contempor¨¢neo de Sotheby?s. "Parte de tu obligaci¨®n como artista es escandalizar a la burgues¨ªa, y tomar posici¨®n sin escr¨²pulos contra cualquier convencionalismo. Hasta un punto, que es cuando descubres que esos burgueses son de hecho los que compran tu obra", ha escrito.

En Croydon, un barrio a las afueras de Londres, una antigua tienda de alfombras en el chafl¨¢n de una avenida comercial ha sido rebautizada. Durante dos semanas se llama Gross Domestic Product (Producto Interior Bruto). Su enorme escaparate atrae sin parar a un r¨ªo de curiosos. Pelean como pueden con el reflejo del cristal para sacar una foto con sus m¨®viles de los objetos expuestos. No hay venta directa al p¨²blico. Banksy ha elegido ese sitio anodino para mostrar algunas de sus obras menores. Tres matones con gabardina beige y corbata vigilan los alrededores. Llevan en sus manos un aparatito para contar el n¨²mero de visitantes. "No estoy autorizado a dar la cifra, pero te garantizo que est¨¢ siendo un ¨¦xito", dice uno de ellos. Las diferentes piezas pueden comprarse por Internet. El artista ha dicho que destinar¨¢ las ganancias a comprar un nuevo barco de salvamento para refugiados que sustituya en el Mediterr¨¢neo al Open Arms.?

Filantrop¨ªa para camuflar una misi¨®n algo m¨¢s prosaica. Una empresa de tarjetas de felicitaci¨®n ha comercializado mercanc¨ªa con la obra de Banksy. Seg¨²n la ley inglesa, el autor solo puede combatir esa competencia desleal a trav¨¦s de la venta directa de sus productos. Hasta ahora, el grafitero de Bristol evitaba esa faceta comercial, aunque hace ya tiempo que una empresa, Pest Control, se encarga de garantizar la autenticidad de todo lo que sale al mercado. Ahora ha dado un paso m¨¢s, y junto a la autoridad sobre su trabajo tambi¨¦n quiere retener el derecho de propiedad intelectual.

En la tr¨¢gica historia del Brexit, el ¨²ltimo muro de resistencia frente al fanatismo y populismo de los euroesc¨¦pticos y de su h¨¦roe, Boris Johnson, ha sido precisamente el Parlamento. En el imaginario popular ha quedado ahora retratado y bendecido como una asamblea de primates. En tiempos de desapego hacia los pol¨ªticos, el arte de Banksy es la parad¨®jica expresi¨®n de una protesta antisistema pol¨ªticamente correcta, un delicioso gamberrismo ante el que no hay nada que objetar mientras no yerre el tiro y apunte a los bolsillos de los que hoy compiten por tener una de sus obras en el sal¨®n de casa.