Poes¨ªa y filosof¨ªa: partida perpetua
Plat¨®n propuso que a los poetas, que son ¡°imitadores de simulacros¡±, lo mejor es despedirlos hacia otra ciudad
Es una convenci¨®n generalmente aceptada el que, en la tradici¨®n occidental, la filosof¨ªa nace de la expulsi¨®n de la poes¨ªa de la rep¨²blica ideal. Mar¨ªa Zambrano, en Filosof¨ªa y poes¨ªa, dice que ¡°en Plat¨®n el pensamiento, la violencia por la verdad, ha re?ido tan tremenda batalla con la poes¨ªa¡ La mayor, quiz¨¢s, es haberse decidido por la filosof¨ªa quien parec¨ªa haber nacido para la poes¨ªa¡±. Ese libro se public¨® en el fat¨ªdico 1939 (en M¨¦xico): la celebraci¨®n del octog¨¦simo aniversario de Filosof¨ªa y poes¨ªa es uno de los actos que Espa?a lleva a la Feria del Libro de Fr¨¢ncfort. Zambrano pensaba entonces en la perpetua hermandad y rivalidad entre los dos ¨¢mbitos de la palabra, la que busca la verdad inteligible y la que responde al est¨ªmulo del mundo sensible. Quiz¨¢ porque pertenece a esa misma tradici¨®n, Giorgio Agamben est¨¢ cerca de Zambrano cuando, en su seminario sobre El lenguaje y la muerte (Pre-Textos), dice: ¡°La filosof¨ªa se presenta desde el principio como una confrontaci¨®n y una diferencia con la poes¨ªa; Plat¨®n, no debemos olvidarlo, era un poeta tr¨¢gico que, en un cierto punto, decidi¨® quemar sus tragedias¡¡±. En su ¨²ltimo libro, de reciente aparici¨®n y de sesgo autobiogr¨¢fico, Autorretrato en el estudio (Adriana Hidalgo), Agamben aplica la misma f¨®rmula a su propia trayectoria: cuenta que hacia 1976, el mismo a?o en que muere Heidegger, con quien hab¨ªa estudiado, hizo imprimir ¡°cincuenta ejemplares de Prosas, una suerte de despedida de la poes¨ªa en nombre de una pr¨¢ctica po¨¦tica que ya no abandonar¨ªa nunca m¨¢s: la filosof¨ªa, la ¡®m¨²sica suprema¡±. Declaraci¨®n significativa: la filosof¨ªa aparece como una ¡°pr¨¢ctica po¨¦tica¡± que exige el abandono de la poes¨ªa: ?no estamos acaso cerca de lo que Zambrano llam¨® ¡°raz¨®n po¨¦tica¡±?
Son visiblemente variaciones sobre una l¨ªnea fundacional y, al mismo tiempo, falsamente sencilla: en La Rep¨²blica, Plat¨®n propuso que los poetas, que son ¡°imitadores de simulacros¡±, no son gente de fiar; que lo mejor es, ¡°despu¨¦s de haber vertido perfume sobre la cabeza y de haberlos coronado con lana¡±, despedirlos hacia otra ciudad. G¨¦rard Genette mostr¨®, en su Introducci¨®n al architexto, que, m¨¢s que de una expulsi¨®n, se trata de un ninguneo: ni Plat¨®n ni Arist¨®teles dieron lugar alguno a la poes¨ªa l¨ªrica en sus sistemas de los g¨¦neros literarios; la famosa tripartici¨®n entre ¨¦pica, l¨ªrica y dram¨¢tica es un invento de los rom¨¢nticos de Jena. Zambrano, por su parte, parece justificar a Plat¨®n cuando afirma que ¡°el poeta no tiene m¨¦todo ni ¨¦tica¡±; pero a la vez no se priva de se?alar que ¡°en los tiempos modernos la desolaci¨®n ha venido de la filosof¨ªa, y el consuelo, de la poes¨ªa¡±. Esos tiempos modernos son los que corona Nietzsche: el fil¨®sofo abandona el m¨¦todo y empu?a el martillo; la filosof¨ªa se acerca de nuevo a la poes¨ªa a trav¨¦s de la filolog¨ªa, como en los escritos tempranos y en El nacimiento de la tragedia. Y son esos tiempos modernos, precisamente, los que Alain Badiou, en Manifiesto por la filosof¨ªa, denomina ¡°la edad de los poetas¡±.
Ese libro breve y contundente como buen manifiesto es reeditado ahora, a 30 a?os de su publicaci¨®n original, en una nueva traducci¨®n (Eterna Cadencia). Badiou sostiene que en el periodo que va de H?lderlin a Paul Celan, los poetas no solo vuelven a la polis, sino que los propios fil¨®sofos le entregan el poder: ¡°Descartes, Leibniz, Kant o Hegel bien pod¨ªan ser matem¨¢ticos, historiadores, f¨ªsicos, pero poetas seguro que no eran. Sin embargo, despu¨¦s de ?Nietzsche todos pretenden serlo, todos envidian a los poetas, todos son poetas fallidos, o aproximados, o notorios, como se ve con Heidegger, pero tambi¨¦n con Derrida o con Lacoue-Labarthe¡¡±. Esos poetas fueron, adem¨¢s de H?lderlin y Celan, Mallarm¨¦, Rimbaud, Trakl, Pessoa y Mandelstam. Un mapa l¨ªrico que abarca Europa desde Portugal hasta Rusia. En esa lista podr¨ªa estar tambi¨¦n Jos¨¦ ?ngel Valente; y mirando hacia Am¨¦rica, Jos¨¦ Lezama Lima: dos poetas-pensadores cercanos a Mar¨ªa Zambrano y a la apertura hacia la teolog¨ªa. Lezama intercambi¨® una sustanciosa correspondencia con la autora de Poes¨ªa y filosof¨ªa (v¨¦ase Cartas desde una soledad, en Verbum); Valente escribi¨® sobre ella en varias ocasiones y, acerca de Claros del bosque, la relacion¨® con Paul Celan. Ese mapa podr¨ªa incluir adem¨¢s, con distintas modulaciones, a Gerard Manley Hopkins, a Wallace Stevens, a Alberto Girri.
El neoplatonismo de Badiou no consiste en la renovaci¨®n de un sistema o de una escuela, sino de cierta gestualidad o temperamento. La rep¨²blica de Plat¨®n (FCE, 2012) es un curioso, y algo megal¨®mano, ejercicio de anotaci¨®n, retraducci¨®n, reordenaci¨®n del texto del Maestro (as¨ª lo llama). En este Manifiesto, Badiou imita el gesto de la expulsi¨®n de los poetas al indagar las condiciones en que ¡ªprecisamente en 1989, cuando se volv¨ªa a trazar el mapa pol¨ªtico de Europa¡ª la filosof¨ªa pod¨ªa reconquistar su espacio. Con Celan se cerraba la edad de los poetas, y los fil¨®sofos, por su parte, ten¨ªan que terminar con la era heideggeriana. Heidegger era el problema a resolver, por haber dejado a los poetas la capacidad de ¡°pronunciar el ser¡± y por el impasse al que hab¨ªa llevado a sus disc¨ªpulos, urgidos de exonerar su obra de su adhesi¨®n al r¨¦gimen nazi. En los 30 a?os que han pasado desde entonces, mucho se ha escrito sobre el tema; que, por otra parte, se ha reavivado en los ¨²ltimos tiempos tras la publicaci¨®n de los Cuadernos negros de Heidegger, con sus expl¨ªcitas anotaciones antisemitas. Donatella Di Cesare, en el reciente Heidegger y los jud¨ªos (Gedisa), hace una n¨ªtida puesta al d¨ªa de la cuesti¨®n. Mientras tanto, los roces entre poes¨ªa y filosof¨ªa siguen, y seguir¨¢n, dejando chispas memorables.
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