L¨¢grimas en M¨¦xico por las v¨ªctimas de Franco que buscan a sus parientes en las cunetas
'El silencio de otros' se proyecta en el Ateneo Espa?ol y estremece a los espectadores
Lo que describe Mar¨ªa Mart¨ªn casi sin voz es una escena inequ¨ªvoca del terror franquista: su madre y otras dos mujeres con la cabeza rapada siendo escarnecidas por las calles del pueblo como atroz antesala de su asesinato. ¡°Los muchachos ¨ªbamos detr¨¢s, pero no me dejaban arrimarme a ella¡±. Ten¨ªa seis a?os y siempre le persigui¨® el mismo af¨¢n: sacar los huesos de la madre de la cuneta para enterrarla con el marido. Escribi¨® cartas y cartas a las autoridades reclam¨¢ndolo y un franquista le dijo un d¨ªa que su deseo se cumplir¨ªa ¡°cuando las ranas cr¨ªen pelo¡±. Mar¨ªa muri¨® esperando ese milagro. Ahora lo est¨¢ contando en la pantalla del Ateneo Espa?ol en M¨¦xico y los espectadores lagrimean sobrecogidos. Mar¨ªa lleva al cuello la medalla con la foto de la madre fusilada. En la sala de proyecci¨®n, descendientes del exilio lloran la desgracia de una guerra y la miseria de una democracia que no supo cerrar las heridas. Lloran el exilio interior, millones de personas a merced de sus enemigos.
La pel¨ªcula de Almudena Carracedo y Robert Bahar El silencio de otros, que tambi¨¦n estremeci¨® en la Berlinale, donde gan¨® el a?o pasado un par de premios, relata estos ¨²ltimos a?os en Espa?a, espantando el miedo y escarbando en la tierra en busca de la memoria. Los protagonistas son los torturados en los s¨®tanos de la Direcci¨®n General de Seguridad, ancianas que arrastran su cansada osamenta por el camino que lleva a la fosa de la ignominia, nietos en pos de justicia, jueces que no desfallecen, arque¨®logos, madres que perdieron a sus hijos. Y el tiempo. Cada anciano que muere es un testimonio que se pierde, cada carretera que se construye sobre los cr¨¢neos agujereados de bala es una historia que se quedar¨¢ sin final. ¡°En Espa?a hemos sacado unos 9.000 cad¨¢veres en la democracia. Nos quedan alrededor de 114.000 pero por la experiencia de estos ¨²ltimos a?os no creo que consigamos m¨¢s que la mitad de ellos o algo menos¡±, se resigna el arque¨®logo Ren¨¦ Pacheco, ahora afincado en M¨¦xico, que ha participado en estos desenterramientos por m¨¢s de una d¨¦cada y al que tambi¨¦n se le puede ver emocionado en la pel¨ªcula.
Pacheco se?ala otros dos obst¨¢culos que pesan m¨¢s que una losa en la b¨²squeda de los asesinados: las dificultades que plantean los Gobiernos, la ley de Amnist¨ªa espa?ola y el miedo ¡°que a¨²n perdura¡± y se quiebra apenas cuando van saliendo a la luz los huesos. Entonces la gente del pueblo se anima a contar lo que callaba. Y no hay un pueblo en Espa?a que no tenga v¨ªctimas de la represi¨®n franquista, dice el documental que este mes se proyecta en diversas salas mexicanas previa parada este jueves en el Ateneo Espa?ol. Antes, en mayo, se proyect¨®?en el colegio Madrid, otra sede emblem¨¢tica del exilio espa?ol, para la reflexi¨®n de padres y alumnos. La intenci¨®n de la secci¨®n Resistencias, con una serie de documentales que la organizaci¨®n Ambulante ha proyectado, es despertar el debate sobre la verdad, la memoria y la justicia.
Con la voz entrecortada intervino en la mesa posterior a la proyecci¨®n la vicepresidenta del Ateneo, Josefina Tom¨¦ M¨¦ndez. Descendiente de exiliados, se proclama orgullosa de la lucha incesante, hasta la muerte, que han mantenido los hu¨¦rfanos de aquellos asesinados en las cunetas y en las tapias de los cementerios, los que sufrieron en sus cuerpos desnudos el martirio y viven hoy a solo unos metros de conocidos torturadores de la dictadura espa?ola como Billy el Ni?o. Se emociona Josefina y se dice portadora del "gen rojo" que menciona el documental, ese que el m¨¦dico franquista Vallejo N¨¢gera quiso buscar en decenas de personas para extirparlo, siguiendo el manual de los nazis. ¡°No lo encontr¨®, pero s¨ª que existe y yo me siento orgullosa de tenerlo¡±, afirma. Es el gen que Josefina Tom¨¦ detecta en todos esos protagonistas del documental, a quienes agradece su perseverancia por la justicia. El gen de Ascensi¨®n Mendieta, que meses antes de morir pudo dar sepultura a los huesos de su padre: ¡°Toda la vida bajo tierra¡±, clamaba. Su llanto conmociona al Ateneo mexicano. Es tambi¨¦n el gen de Mar¨ªa Mart¨ªn, que arrugada y maltrecha, deja flores a un lado de la carretera y se?ala la fosa, quiz¨¢ ya bajo el asfalto. Su voz est¨¢ en las ¨²ltimas y hay que afinar el o¨ªdo para descifrar el relato del horror. ¡°Cuando ¨ªbamos por el pueblo me hac¨ªan as¨ª [se pasa el dedo por el cuello a modo de cuchilla]. No deb¨ªamos haber dejado ni simiente, me dec¨ªan¡±. Pero la dejaron. Ahora es su hija la que lleva el gen de la lucha por la justicia y la medalla con la foto de su abuela asesinada.
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