La memoria del pueblo no falla en las exhumaciones
La sabidur¨ªa popular ayuda en las excavaciones de cuatro desaparecidos en El Bacho de los muertos en 1936
¡°?Es un coxis!¡±. El aviso sobrevuela el p¨¢ramo de La Riba de Escalote (Soria). Son las 10.01 del viernes y los investigadores han encontrado dos esqueletos. Minutos despu¨¦s ven un cr¨¢neo fracturado por, seg¨²n los especialistas, disparos. A las 12.56 aparece, a seis metros, otra fosa con dos individuos. Las calaveras presentan los mismos signos.?
Archivos hist¨®ricos y el recuerdo popular narran que Adolfo Morales, Silverio Lumbreras, Gregorio Valdenebro y Alberto Rodrigo desaparecieron tras salir de la c¨¢rcel de Almaz¨¢n el 16 de septiembre de 1936. Lo ¨²nico que ten¨ªan en com¨²n era pertenecer a grupos de izquierda, tanto es as¨ª que cuatro sobrinos de Silverio depositan rosas rojas sobre la fosa. Francisca Lumbreras desea ¡°dignificar su recuerdo¡±, pues el padre de su t¨ªo ¡°muri¨® de dolor¡±. Ahora quieren juntarlos en el cementerio de Soria.
El enterramiento clandestino, donde permanec¨ªan gafas, botones y hebillas, lo ha descubierto Recuerdo y Dignidad, una asociaci¨®n soriana que lucha por recuperar la memoria hist¨®rica. Tras confirmar nombres y circunstancias con libros como La represi¨®n en Soria durante la Guerra Civil, se afanaron en localizar a los parientes. Solo unos an¨¢lisis, previstos para finales de a?o, separan a los vivos de saber qui¨¦nes son sus muertos.
La prospecci¨®n comenz¨® en julio, cuando dieron con unos pies y un cr¨¢neo con ¨®xido de proyectil, relata Iv¨¢n Aparicio, presidente de la agrupaci¨®n. Llamaron a la Guardia Civil y a la polic¨ªa judicial, que contra lo que suele ser habitual judicializ¨® la exhumaci¨®n y envi¨® esos restos al Instituto de Ciencias Forenses de Madrid. ¡°Nos han pedido el listado de familiares para hacer pruebas de ADN¡±, detalla. As¨ª se explican los guardias civiles que asisten a la prospecci¨®n y al levantamiento el s¨¢bado por la tarde.
El antrop¨®logo forense Paco Exteberr¨ªa, avalado por 20 a?os de experiencia, 700 fosas y 9.000 esqueletos, dirige la exhumaci¨®n, gestionada por la sociedad de ciencias Aranzadi, que ha colaborado m¨¢s veces con Recuerdo y Dignidad. Disponen de una subvenci¨®n de 25.000 euros que da la Junta de Castilla y Le¨®n para casos de Memoria Hist¨®rica. Para saber d¨®nde estaban los cuerpos fueron esenciales las ¡°versiones orales, que suelen ser fiables¡±. ¡°En Castilla¡±, a?ade, ¡°se cree que el cereal crece m¨¢s donde hay fosas comunes. Tienen parte de raz¨®n por los nutrientes que aportan los cuerpos¡±. La sabidur¨ªa popular no fall¨®. Al paraje lo llamaban El bacho de los muertos.
En La Riba de Escalote apenas nueve personas siguen empadronadas. Entre las casas abandonadas solo se asoman Primitiva Garc¨ªa, nacida en 1936, y sus gallinas. Sobre los fusilamientos dice, t¨ªmida, que ¡°eran otros tiempos¡±.
"Franco tendr¨ªa que estar aqu¨ª"
Luc¨ªa Rodrigo llora al ver desenterrado a quien cree que es su abuelo. Viene desde Lleida con cuatro familiares de aquel sastre asesinado a los 32 a?os. "Lo ¨²ltimo que dijo fue: "Dale un beso a mi mujer y a mis hijos", solloza su nieta 83 a?os despu¨¦s. ¡°?Franco tendr¨ªa que estar aqu¨ª y no en un pante¨®n!¡±, exclama.
A su lado, Etxeberr¨ªa y Aparicio agradecen que el juzgado de Almaz¨¢n haya judicializado el caso. ¡°Otras veces tratan los esqueletos como restos arqueol¨®gicos y no como v¨ªctimas. As¨ª es imposible demostrar jur¨ªdicamente que fueron asesinatos por motivaciones ideol¨®gicas en la Guerra Civil¡±, sostienen. Si la justicia archiva la causa, como temen, sopesan acudir a tribunales europeos o a la ONU.
La prospecci¨®n parece una obra de ingenier¨ªa, con antrop¨®logos, forenses o bi¨®logos asistidos por un dron y la ayuda de Paula Escuer, de 13 a?os. Quiere ser bi¨®loga marina, pero con el benepl¨¢cito de su profesor de historia acompa?a a su madre, forense. Confiesa que aprende m¨¢s ah¨ª que en clase. Minutos despu¨¦s,?encuentra unas falanges.
Los familiares ponen en una fosa cartas enviadas por el preso Silverio desde prisi¨®n en 1936. Ese 14 de septiembre escribi¨® sobre su deseo de libertad: ¡°Tengamos paciencia, todo llegar¨¢¡±. Lo ¨²nico que le lleg¨®, dos d¨ªas despu¨¦s, fue la muerte. Carmen Heros, de 68 a?os, mira sin ver hacia los esqueletos. Adolfo Morales era primo de su madre, quien nunca cont¨® nada ¡°por miedo¡±. Guillermo Morales, sobrino de Adolfo, razona por tel¨¦fono desde Mallorca que lo l¨®gico es llevarlo a Soria, como sugiere Carmen.?
Los descendientes aspiran a enterrar a los exhumados mientras se resuelve el caso y no despu¨¦s. Ahora aguardan a que la justicia emita, tras los an¨¢lisis, una resoluci¨®n. El s¨¢bado es d¨ªa de discursos, abrazos y m¨¢s flores. El anciano Francisco Valdenebro planea despedirse de su t¨ªo en su pueblo, Berlanga. Lleva d¨ªas so?ando que coge los huesos, se los lleva a casa y habla con ellos. Ya queda menos para que Adolfo, Silverio, Gregorio, Alberto y sus familias puedan, por fin, descansar en paz.?
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