C¨®mo ense?ar la Guerra Civil en la escuela
Los estudiantes pueden entender la sinraz¨®n de la violencia pol¨ªtica. No hay mejor forma de educar en valores democr¨¢ticos como la paz y la convivencia
Vivimos acostumbrados desde hace tiempo a escuchar barbaridades sobre nuestro pasado reciente. El problema no es solo su procedencia, representantes o autoridades p¨²blicas que escogen un momento determinado para decirlas, sino la permanente pol¨¦mica en la que se envuelve la Historia. Las ¨²ltimas y m¨¢s recientes, al hilo de la exhumaci¨®n de Franco, tienen muchas derivadas. En ellas confluyen pr¨¢cticamente todos los usos y abusos del pasado de las ¨²ltimas d¨¦cadas en Espa?a: manique¨ªsmo, reduccionismo, electoralismo, presentismo...
Las razones que nos han tra¨ªdo a esta relectura del pasado en clave del presente son diversas y no son exclusivas de la sociedad espa?ola. La opini¨®n p¨²blica global est¨¢ expuesta a un bombardeo de opiniones y cifras que fluyen sin contraste alguno. Diariamente se tiran por tierra investigaciones de d¨¦cadas con una sola informaci¨®n que carece de toda base emp¨ªrica. Esta "modernidad l¨ªquida" que describi¨® Zygmunt Bauman como esencia del cambio de siglo, destruye la cadena del conocimiento, trasladando la historia hacia la propaganda. Afortunadamente, eso ya no ocurre de manera generalizada en Espa?a y es f¨¢cil de advertir y de denunciar por cualquier lector. Nos hemos instalado, en cambio, en esa ceremonia de la confusi¨®n entre la historia y la memoria, como algo negativo, confuso, enredado cuando menos en las rivalidades pol¨ªticas que pretenden apropiarse de la legitimidad hist¨®rica en exclusiva.
La Guerra Civil se mantiene de este modo en el centro de una batalla con un ¨²nico objetivo: evitar la reparaci¨®n moral de las v¨ªctimas de la guerra y de la dictadura a trav¨¦s del cuestionamiento mismo de la Segunda Rep¨²blica como primera experiencia democr¨¢tica espa?ola del siglo XX. El revisionismo crece frente a la historia como ciencia cr¨ªtica, herramienta de conocimiento y de participaci¨®n. As¨ª se sigue impartiendo en la mayor¨ªa de pa¨ªses de nuestro entorno que han sufrido numerosos conflictos, empezando por Alemania, donde se explica a los escolares la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto desde comienzo de los a?os sesenta. Desde entonces, han vacunado a sucesivas generaciones contra la manipulaci¨®n de su historia, conoci¨¦ndola, haci¨¦ndola atractiva y participativa, en lugar de ocultarla. Podr¨ªamos describir otros casos, como Portugal, Francia, Italia y pa¨ªses de la ¨®rbita comunista, como Polonia, Hungr¨ªa y Rep¨²blica Checa, donde se han abierto los archivos y se han incorporado este tipo de pol¨ªticas p¨²blicas que anclan el pasado y su memoria a la base de su sistema educativo.
Para llegar a estos temas en Espa?a hay que esperar m¨¢s. En el ¨²ltimo a?o de la Educaci¨®n Primaria ya se habla de la evoluci¨®n hist¨®rica reciente, pero en apenas un p¨¢rrafo de los libros de texto. En la Secundaria se ampl¨ªa el espacio destinado a esta cuesti¨®n, pero dentro todav¨ªa del marco anterior. Hay que esperar al Bachillerato para que los estudiantes tengan unidades o temas completos al respecto. Y aqu¨ª chocamos con el problema de fondo de la cronolog¨ªa: la Segunda Rep¨²blica (1931-1936), la Guerra Civil (1936-1939) y el franquismo (1939-1975). De este modo y de forma consensuada seguimos reproduciendo un esquema mental heredado, en el que la Rep¨²blica llev¨® a la Guerra Civil. Una vez en guerra, se explica la evoluci¨®n de los dos ¡°bandos¡±, en el que uno result¨® vencedor, dando lugar a una dictadura personal. Esta visi¨®n ha sido matizada hace tiempo por una cuesti¨®n fundamental: el golpe de Estado del 18 de julio de 1936, antecedente directo de la guerra, que desbarata la secuencia anterior por completo.
La Republica es interrumpida, pero no puede darse por terminada; del mismo modo, el Estado franquista comienza su andadura mucho antes de que termine la contienda. Igualmente, deber¨ªamos incorporar tambi¨¦n a los libros y materiales de texto, incluyendo los universitarios, las cifras y din¨¢micas de la represi¨®n efectuada en todo el territorio entre 1936 y 1948, tiempo en que estuvo en vigor el estado de guerra, la evoluci¨®n del exilio republicano y el estudio del propio movimiento migratorio, que afect¨® a m¨¢s de medio mill¨®n de personas. Todos ellos temas investigados y contrastados desde hace a?os con estudios generales y locales.
Los estudiantes de cualquier nivel pueden entender perfectamente desde su entorno la sinraz¨®n de la violencia pol¨ªtica. No hay mejor forma de educar en valores democr¨¢ticos como la paz y la convivencia, frente a la utilizaci¨®n de la fuerza y la imposici¨®n, que incentivar la reflexi¨®n, la y curiosidad como forma de aprendizaje. Mientras la historia reciente no incorpore estas dimensiones al curr¨ªculo educativo y no se estudie en las aulas desde los primeros cursos, seguiremos a expensas de esa reutilizaci¨®n constante del pasado. A expensas, pues, de la ¨²ltima ocurrencia y barbaridad de turno.
Gutmaro G¨®mez Bravo es profesor titular de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Complutense de Madrid.
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